El a?o que Tiger gan¨® el US Open con una rodilla destrozada
El Tigre lleg¨® a Torrey Pines en 2008 sin ligamento cruzado tras a?os de desgaste f¨ªsico severo. Aguant¨® el dolor con disciplina militar y gan¨® su 14? major.


La vida de Tiger Woods tiene tantos meandros que inevitablemente algunos se acaban imponiendo a otros en la lucha por ocupar nuestra memoria. Desde aquel Masters de 1997 le hemos visto hollar la cima, caer estrepitosamente en un vodevil de juergas y sexo desenfrenado, destrozar su familia y su cuerpo y resurgir de entre sus propias cenizas.
Todo lo que pas¨® fuera del campo, las noches en Las Vegas con Jordan y Barkley, las escorts, Rachel Uchitel, el divorcio de Elin Nordgren, es el hilo conductor de la segunda parte de Tiger, el documental no autorizado de HBO sobre ¨¦l, que se estren¨® este lunes en Espa?a. Pero tambi¨¦n hay espacio para el Tiger golfista, que en el espacio temporal que abarca el cap¨ªtulo hizo algo absolutamente descabellado, una locura fuera del alcance de alguien que no fuera ¨¦l: ganar el US Open con una rodilla destrozada.
Estamos en 2008. Dos a?os despu¨¦s de la muerte de su padre Earl, el hombre que le 'program¨®' para reinar, Tiger est¨¢ en la cresta de la ola. Tiene 13 majors en 12 a?os como profesional, las marcas le han convertido en uno de los atletas mejor pagados del mundo y lleva cuatro a?os felizmente casado con Elin Nordgren. Aunque para entonces tambi¨¦n lleva ya la doble vida de excesos y relaciones extramatrimoniales (influ¨ªda tambi¨¦n por Earl, un hombre mujeriego) que se destapar¨¢ poco despu¨¦s.?
La p¨¦rdida de su gran referente afecta profundamente a Tiger, que se refugia del dolor entrenando con las fuerzas especiales del ej¨¦rcito estadounidense. Es una forma de honrarle, pues Earl sirvi¨® con los Boinas Verdes en Vietnam (incluso lleg¨® a pensar en dejar el golf para alistarse). Pero el desgaste f¨ªsico de las maniobras de rescate de rehenes, lucha cuerpo a cuerpo, etc en las que participa suponen un castigo excesivo para un cuerpo ya de por s¨ª maltrecho tras a?os de idas y venidas.

Una exploraci¨®n m¨¦dica revela la ausencia total de ligamento cruzado anterior en su rodilla izquierda. Pero Tiger no quiere parar. Sigue entrenando y acaba con dos fracturas en la pierna. Los galenos dicen que har¨¢ falta un tiempo en el dique seco. Tiger tampoco frena. Necesita acercarse un poco m¨¢s a los 18 grandes de Nicklaus.
As¨ª que acude muy mermado a Torrey Pines para la 108? edici¨®n del US Open. Es jueves 13 de enero y se presenta en el tee del 1. Ejecuta su explosivo swing y su cara se retuerce en una mueca de dolor mientras la bola se va fuera de calle por la izquierda. Lo que sigue es una secuencia de errores y expresiones desencajadas que desconcierta al p¨²blico y los comentaristas televisivos. Su caddie por aquel entonces, Steve Williams, le pide que abandone. "Te est¨¢s jugando tu carrera", le advierte. "Que te j...n, voy a ganar este torneo", contesta el Tigre.
Y as¨ª fue. La disciplina militar que le inocul¨® Earl, tan perniciosa en otros aspectos de su vida, le permiti¨® vencer al dolor y centrarse solo en la bola. Entre el viernes y el s¨¢bado dej¨® una ristra de golpes imposibles, firm¨® un -4 (en un US Open, con una pierna)? y lleg¨® l¨ªder al domingo. Acabar¨ªa empatando con Rocco Mediate, al que derrot¨® en el primer hoyo del playoff.
Fue algo as¨ª como el partido de la fiebre de Jordan, pero durante cinco horas al d¨ªa cuatro d¨ªas seguidos. "Le miraba y pensaba, ?qu¨¦ demonios est¨¢s haciendo? Llegu¨¦ a creer que quiz¨¢ era inmortal. Cuando estabas cerca suyo sent¨ªas algo especial. Que no pod¨ªas esconderte, que te enfrentabas al mejor", cuenta Mediate. Ciertamente Tiger fue durante un tiempo, historias como esta son la prueba, inmortal. Hasta que un tabloide de Florida, el National Enquirer, le baj¨® a la tierra.