Tiger Woods: 'programado' para ganar desde la cuna
La primera parte del documental de HBO sobre su vida, estrenada este lunes en Espa?a, se centra en la influencia que tuvo Earl, el padre, en la forja del campe¨®n.


Dice Sidney Lumet en As¨ª se hacen las pel¨ªculas (Rialp, 1999) que uno de los temas de su filmograf¨ªa son las pasiones y compromisos de los padres, que siempre son esquivados por los hijos. No es del todo cierto. A veces los hacen suyos, y otras veces se les imponen. ?Es este ¨²ltimo el caso de Tiger Woods? Es la pregunta que sobrevuela la primera parte de Tiger, el nuevo documental de HBO sobre la historia del gran campe¨®n del golf contempor¨¢neo.
Despu¨¦s de ver las im¨¢genes y escuchar los testimonios (entre los que no se encuentra el del propio Tiger, que no ha autorizado la obra) uno se inclina a pensar que s¨ª. De hecho a partir de lo expuesto no es descabellado decir que sin Earl Woods no existir¨ªa el Tiger que hoy conocemos, con su ascenso a los cielos, su ca¨ªda a los infiernos, su paso por el purgatorio y su resurrecci¨®n divina en Augusta en 2019.
Tiger nos adentra en los altibajos de la carrera de Tiger Woods, hasta llegar a convertirse en uno de los mejores jugadores de golf de la historia. Parte 1 de este nuevo documental ya disponible en #HBOEspa?a. pic.twitter.com/Q4eceJJVsF
— HBO Max Espa?a (@HBOMaxES) January 11, 2021
Earl, un Boina Verde que estuvo dos veces en Vietnam, empez¨® a programar al chico cuando a¨²n ni andaba. Le sentaba en su trona y se pon¨ªa a pegar bolas delante. Un d¨ªa Tiger se baj¨® de su asiento, se cuadr¨® y golpe¨®. La semilla del golf hab¨ªa germinado pr¨¢cticamente antes que ninguna otra cosa en su cerebro. Kultida, la madre, tambi¨¦n colabor¨® en el proceso. "Otras llevaban a sus hijos al parque, yo le llevaba al campo de golf", afirma en un v¨ªdeo (aunque ella sigue viva, tampoco participa).?
Desde que tuvo uso de raz¨®n, Tiger fue paseado por los plat¨®s televisivos como un genio en ciernes. Para 1996, cuando recibi¨® el Premio Haskins al mejor golfista universitario de Estados Unidos, con solo 21 a?os, Earl ya le vend¨ªa como un Mes¨ªas que traer¨ªa la paz entre las distintas razas y pueblos del planeta, una figura que trascender¨ªa el deporte, a la altura de Gandhi o Mandela. Unas frases en el discurso de entrega del galard¨®n condensan una actitud? posesiva, casi enfermiza, hacia su hijo: "Este es mi tesoro. Aceptadlo, por favor, y usadlo sabiamente", ruega entre l¨¢grimas.
"Le robaron su dulzura"
El control que llegan a ejercer sobre Tiger sus progenitores plantea dudas morales, aunque en ning¨²n momento las relaciones parezcan tensas. M¨¢s bien todo lo contrario, se aprecia complicidad y amor sinceros con su padre, adem¨¢s de una inmensa pena cuando este falleci¨® de un ataque al coraz¨®n en 2006. Es obvio en muchos pasajes del metraje, sobre todo cuando se le ve destrozar a sus rivales en aquella tormenta perfecta que protagoniz¨® entre 1996 y 2002, que disfruta con lo que hace. Pero la sensaci¨®n es distinta cuando emergen testimonios como el de una amiga de infancia, Amber Lauria: "Sab¨ªa que quer¨ªa ser normal en muchas maneras, y que dentro de ¨¦l hab¨ªa una persona confundida por ese mundo tan loco en el que le estaban metiendo". O como el de Maureen Decker, una de sus profesoras en la escuela infantil, que cuenta que alguna vez Tiger le pidi¨® que sondear¨¢ a su padre acerca de probar otros deportes y que Earl nunca accedi¨®. Tampoc¨® toler¨®, ni ¨¦l ni Kultida, su relaci¨®n con Dina Parr, novia de la etapa universitaria a la que acab¨® dejando por carta. "Le robaron su dulzura", llega a decir Parr.
?Realmente tuvo otra opci¨®n aparte de convertirse en la m¨¢quina m¨¢s perfecta que el golf ha presenciado jam¨¢s? Parece que no, porque a su draconiana formaci¨®n se le uni¨® adem¨¢s un talento innato. Todas esas largas jornadas en un campo de golf reservado a miembros de la Armada, con su padre usando todo tipo de triqui?uelas para desconcentrarle, solo le aportaron el componente mental que le har¨ªa inmune a cualquier presi¨®n. Earl le dio una palabra que pod¨ªa decir en caso de que quisiera acabar con el castigo psicol¨®gico en cualquier momento. Tiger nunca la pronunci¨® y eso fue todo. Para bien y para mal.
La contrapartida fue una persona con carencias a la hora de manejar su vida privada y las relaciones sociales. Y eso, con unas cotas de fama y exposici¨®n rara vez vistas antes, form¨® un c¨®ctel explosivo que termin¨® estallando. En la parte m¨¢s oscura de su trayectoria se centrar¨¢ la segunda entrega del documental, que se estrenar¨¢ en Espa?a el pr¨®ximo lunes 18.