A ritmo de r¨¦cord mundial
Yulimar Rojas, 15,67 en triple. Karsten Warholm, 45.94 en 400 metros vallas. Sydney McLaughlin, 51.46 en la prueba femenina. Las plusmarcas se suceden...


Yulimar Rojas, 15,67 en triple salto. Karsten Warholm, 45.94 en 400 metros vallas. Sydney McLaughlin, 51.46 en la misma prueba femenina. Una venezolana, un noruego y una estadounidense. Atletismo global. Los r¨¦cords del mundo se suceden en el Estadio Nacional de Tokio, con registros gal¨¢cticos, impensables en tiempos cercanos. Las grandes marcas que se han echado de menos en la nataci¨®n, posiblemente por los at¨ªpicos horarios, rebosan en el deporte rey de los Juegos Ol¨ªmpicos. Vaya un ejemplo: hasta el pasado 1 de julio en Oslo, cuando Warholm bati¨® el tope de 400 mv con 46.70, el plusmarquista era Kevin Young con un a?ejo 46.78, inalcanzable para todos los fen¨®menos de la distancia desde Barcelona 1992. En la final del martes, no s¨®lo el vikingo estuvo por encima de ese crono con una prestaci¨®n sideral, sino que sus compa?eros de podio tambi¨¦n superaron la cota de Young: Rai Benjamin, con 46.17, y Alison dos Santos, con 46.72. Un caso parecido al de los 400 mv femeninos, donde Dalilah Muhammad, plata, tambi¨¦n se habr¨ªa convertido en recordwoman con 51.58 si McLaughlin no hubiera existido, y Femke Bol, bronce, lo hubiera sido hace un a?o con su 52.03, r¨¦cord europeo. Aqu¨ª no s¨®lo corre el oro. Corren todos.
La proliferaci¨®n de marcas invita a pensar que hay algo detr¨¢s, como sucedi¨® en su d¨ªa, a un nivel superior, con los ba?adores de poliuretano en la piscina, luego prohibidos. Una explicaci¨®n puede ser la eclosi¨®n de una generaci¨®n de j¨®venes estrellas, descaradas y portentosas, aunque la edad de gente como Muhammad, 31 a?os, descarta que sea la ¨²nica causa. Los debates del atletismo apuntan m¨¢s a la tecnolog¨ªa, a zapatillas voladoras que impulsan los registros. Tampoco se pueden descartar nuevos m¨¦todos de preparaci¨®n y, en paralelo o no, el dopaje. No es una palabra que guste escuchar, porque en el deporte preferimos so?ar, pero los precedentes obligan a contemplarlo aunque s¨®lo sea como una posibilidad m¨¢s. En cualquier caso, los r¨¦cords se suceden, y tambi¨¦n los desaf¨ªos heroicos como ese intento de triplete de Sifan Hassan. Y de unos Juegos Ol¨ªmpicos, los del R¨ªo 2016, en los que desped¨ªamos a Usain Bolt y avist¨¢bamos un abismo, hemos pasado a un atletismo atractivo, que encandila a la afici¨®n y que descentraliza los honores que antes acaparaba el jamaicano para repartirlos entre muchos protagonistas.