Tommie Smith, Jordan, el Liverpool...

Estos d¨ªas de revueltas en Estados Unidos me traen la imagen imponente de Tommie Smith, pu?o enguantado al aire, cabeza baja, en el podio de M¨¦xico. En el tercer escal¨®n, John Carlos, bronce en la misma prueba, clonaba el gesto, solo que con el otro pu?o. Se la jugaron de verdad: s¨®lo hac¨ªa unos meses que hab¨ªa ca¨ªdo asesinado Martin Luther King. En el segundo escal¨®n del podio, Peter Norman, australiano blanco, luci¨® escarapela de la misma causa. El COI les expuls¨® con ignominia de la Villa Ol¨ªmpica. A su regreso fueron tratados como vendepatrias. Pudieron volver como h¨¦roes, volvieron como villanos.

Sus vidas quedaron marcadas. El comentario general, y no s¨®lo en Espa?a, fue que el deporte deb¨ªa ser salvaguardado de contaminaciones. As¨ª ha seguido pensando mucha gente por mucho tiempo y as¨ª han actuado con pocas excepciones los deportistas. Pol¨ªtica fuera. Entre tus seguidores, entre los socios de tu club, los habr¨¢ de cualquier tendencia. Mejor no tocar esas cosas, mejor el "haga usted como yo, no se meta en pol¨ªtica", que le dijo Franco a Emilio Romero. Adem¨¢s, como dicen en Requena, el pueblo de Pablo Motos, "discutir de pol¨ªtica es como lavar la cabeza a un burro, que pierdes el tiempo y pierdes el champ¨²".

Ese pacto t¨¢cito mantenido tanto tiempo con pocas y conocidas excepciones ha saltado por los aires. Claro que no se trata de pol¨ªtica, sino de decencia. No son los d¨ªas de Tommie Smith, pero queda un rescoldo. Esa imagen del polic¨ªa blanco solaz¨¢ndose con la rodilla en el cuello de un hombre negro esposado en la espalda remueve el esp¨ªritu de toda persona decente. Esta eclosi¨®n de quejas, desde Jordan, que deja a un lado lo de que los republicanos tambi¨¦n compran zapatillas, al Liverpool, pasando por Thuram, Achraf y tantos otros, nos dice que el deporte asume su papel de agente social. Que Tommie Smith y John Carlos dejaron semilla.