Cuento (futbolero) de Navidad
Abelardo salv¨® al Sporting y Alav¨¦s, equipos norte?os de paisaje verde botella, de sidra. Pero ahora afronta un reto complicado en el Espanyol.

Me pasa con los entrenadores lo mismo que con los centrales. Para las grandes gestas los quiero serios y feos, carasucias cuyo rostro transmita que no se les escapa una, que controlan todo lo que ocurre a su alrededor. Sonr¨ªen porque ya no hay m¨¢s remedio. En el minuto 90.
El trauma me azota desde una tarde noventera. Llegaba tarde a entrenar con el filial del Espanyol y no estaba dispuesto a pagar la multa. Entr¨¦ al vestuario a la carrera, me cambi¨¦ a toda prisa, sal¨ª sin mirar atr¨¢s, con la camiseta del rev¨¦s, casi sin atarme las botas para no perderme la charla inicial de aquel m¨ªster adusto y grave que pronto saltar¨ªa al primer equipo. Tras un breve comentario sobre el amistoso del domingo (era a¨²n pretemporada) y las indicaciones de los ejercicios de la pr¨¢ctica, se par¨® para se?alarme, me escrut¨® y me dijo: "Mara?¨®n, tengo claro que eres un futbolista elegante¡", entonces acompa?¨® su mirada fr¨ªa y sagaz del silencio suficiente para que yo me relajase, e incluso iniciase maniobra de media sonrisa y pavoneo ante mis compa?eros, "¡ pero el reloj hay que dejarlo siempre en la caseta".

Abelardo ya era el central perfecto y aquel recuerdo de vestuario me convence de que es el entrenador ideal para intentar sacar un equipo del fondo de la tabla. Tiene la experiencia, tiene carisma, y tiene esa cara de diagnosticar qu¨¦ le pasa a un equipo hundido como el Espanyol. S¨®lo una cosa me lleva a la duda: Barcelona es Norte, pero no tanto. En el clima, en lo gastron¨®mico, en lo social, en lo futbol¨ªstico. Abelardo salv¨® al Sporting y al Alav¨¦s, equipos norte?os de paisaje verde botella, de sidra o Rioja Alavesa, entre lo cant¨¢brico y lo foral; y ahora afronta una nueva situaci¨®n l¨ªmite, qu¨¦ digo l¨ªmite: un milagro en un club mediterr¨¢neo, familiar y sinuoso, muy barroco. El cuento navide?o de un domingo entre Nochebuena y Nochevieja, la fecha menos futbolera en Espa?a, me dice que el orgullo de la irreductible afici¨®n perica ayudar¨¢ al m¨ªster a cambiar el reloj que le sobra al equipo por una br¨²jula.