El celo del corzo
Las noches calurosas de verano, esas en las que las altas temperaturas te impiden dormir a ¡°pierna suelta¡±, son las que el jabal¨ª llena de ilusiones a tantos amantes del campo y calma el desasosiego producido por el obligado par¨®n entre temporadas de caza. El corzo es tambi¨¦n parte de esa espera.

Las noches calurosas de verano, esas en las que las altas temperaturas te impiden dormir a ¡°pierna suelta¡±, son las que el jabal¨ª llena de ilusiones a tantos amantes del campo y calma el desasosiego producido por el obligado par¨®n entre temporadas de caza. El corzo es tambi¨¦n parte de esa espera.
Es m¨¢s, podr¨ªamos afirmar que el corzo representa para muchos cazadores lo que la misma temporada de mayor. Poco m¨¢s de 15 a?os es el tiempo desde que el corzo forma parte de la parrilla de caza en nuestro pa¨ªs. De ah¨ª hacia atr¨¢s era s¨®lo considerado por una escasa fracci¨®n de cazadores.
La demanda de corzo es cada d¨ªa mayor, tanto de caza como de conocimientos sobre la especie. Conocimiento como tal o para la aplicaci¨®n a la buena gesti¨®n. Ahora, nos encontramos inmersos en su periodo de celo.
En primer lugar, habr¨ªa que decir que los machos bajan la guardia, pero no as¨ª sus hembras o las cr¨ªas de ¨¦stas, por lo que la ¨²nica ventaja competitiva que tenemos es que al menos se mueven. Y es precisamente ese movimiento el que se revuelve contra el cazador en ¨¦poca de celo, al no fijarse los corzos donde uno los ve.

Muchas veces divisamos a la pareja en plena carrera y cuando queremos llegar a distancia de tiro, ya no est¨¢n en donde los vimos o siguen movi¨¦ndose sin parar. La caracter¨ªstica del celo es la movilidad, as¨ª que tendremos que tomar decisiones en cuesti¨®n de segundos y no pensar mucho las cosas.
Claro que tendremos oportunidades de esas de manual en que el corzo y la corza est¨¢n embelesados dando vueltas al ¨²nico matorral de un inmenso prado y lo ¨²nico que tendremos que hacer es esperar un descuido para atizarle, pero lo normal ser¨¢ verlos salir a la siembra o el claro el uno tras la otra y tal cual salen se esconden para no volver.
La segunda ventaja es que en el celo se mueven a lo largo de todo el d¨ªa. Por supuesto siguen concentrando sus esfuerzos en los momentos del alba y del ocaso, pero los calores les hacen andar en movimiento muchas m¨¢s horas. Adem¨¢s, contamos con una ventaja adicional al menos en las zonas m¨¢s secas, y es que necesitan reponer l¨ªquido, lo que los lleva a entrar al agua.
Cuanto m¨¢s calurosa sea la jornada, antes pueden entrar a beber y no es raro que lo hagan a las cinco de la tarde, cuando a¨²n quedan unas cuantas horas de luz y aprieta con fuerza ¡°Don Lorenzo¡±. Luego buscaran un lugar fresco y a esperar la tarde.
Si en nuestras salidas encontramos un ¡®corro de c¨®pula¡¯, que no es otra cosa que el surco en la hierba que dejan al perseguirse en el celo alrededor de un matorral u obst¨¢culo, puede ser una buena opci¨®n para realizar una espera en el mismo, puesto que los corzos son animales de costumbres y territoriales.
Respeto a los reclamos, tengo que reconocer que no he tenido mucho ¨¦xito en su uso (mi hijo de 10 a?os, en cambio, ya es todo un experto).

No s¨®lo hay que saber usar el butolo, tambi¨¦n hay que saber d¨®nde y cu¨¢ndo usarlo. La teor¨ªa, que repito no he usado con mucho ¨¦xito, dice que lo primero que hay que hacer es no usarlo fuera de la ¨¦poca de celo para evitar ¡®ense?ar¡¯ a los corzos que pito es igual a hombre.
Si nuestros corzos est¨¢n oyendo ¡°Piiiiiiiii, piiiiiiii¡± durante toda la temporada aprender¨¢n que no hay que fiarse (tontos, no son). As¨ª que el que quiera usarlo en el celo, deber¨ªa abstenerse en su territorio de pitar cada vez que sale al campo.
Respecto a d¨®nde usarlo y c¨®mo, habr¨ªa que decir que el butolo es efectivo para atraer a un macho que no est¨¦ acompa?ado de una hembra o que est¨¦ con una que haya salido del celo, y por ello atrae de forma preferente a corcitos del a?o con ganas de estrenarse m¨¢s que a machos adultos.

Y si me paro a pensar en una tarde calurosa de verano, a la vera de un agua, con las chicharras pidiendo tregua al sofocante calor y las moscas ceb¨¢ndose conmigo, mientras la familia y amigos se solean en la piscina, es un reto que no todos los cazadores aguantan por muchas facilidades que nos den los corzos en celo, pero el mal de los corzos es as¨ª¡ ?Bendita locura!
?Salud y buena caza!