A Paco Guti¨¦rrez, mi entrenador
Pensaba llamarle para darle una alegr¨ªa, pero tendr¨¦ que conformarme con hacerle un homenaje. El Torrej¨®n y la pasi¨®n por los banquillos nos unieron.

Hace tiempo que no aparec¨ªa por aqu¨ª. Y ya lo siento. Entre las vacaciones, la acumulaci¨®n de deberes y, no lo oculto, la falta de lucidez que a veces agarrota los dedos, estaba a la espera de que llovieran historias sobre t¨¦cnicos que compartir. Siempre aparecen, as¨ª que justo esta semana la encontr¨¦. Ven¨ªa de completar todo el papeleo para matricularme pr¨®ximamente en el curso de entrenadores y estaba dispuesto a hacer extensible la alegr¨ªa, a explicar los motivos, muy a cuento en este blog personal y especializado en el gremio, y a agradecerle a aquellos profesionales de los que beb¨ª el hecho de poder coquetear con la idea de sentarme un d¨ªa en un banquillo. Sin embargo, cuando investigu¨¦ para ordenar cada uno de mis apuntes, sucedi¨® lo inesperado. En una comida informal en Getafe, un entrenador me comunic¨® que, ¡°cre¨ªa¡±, que el t¨¦cnico por el que le estaba preguntando y que me hizo debutar en Madrid como jugador en Tercera Divisi¨®n ¡°hab¨ªa muerto hace a?os de un infarto¡±. Hubiera firmado all¨ª mismo no haber tenido que escribir nunca m¨¢s en Mr. Pentland.
Si empec¨¦ a teclear durante el fin de semana fue, en un primer momento, por temblor, por rabia y por justicia; como desahogo pero tambi¨¦n como tributo. La noticia recibida fue un palo. Pero m¨¢s lo estaba siendo no poder confirmarla. La incertidumbre y yo no nos llevamos demasiado bien. Hasta este lunes el intento era en balde y supon¨ªa una verdadera angustia. En periodismo, cuando no es posible atar algo, es mejor guardarlo y no airearlo. Pero esto era algo urgente y, por eso, me decid¨ª a plasmarlo en papel. Sin frivolizar, por si alguien le¨ªa estas cuatro l¨ªneas y pod¨ªa dar fe de lo que hasta el momento era s¨®lo un rumor o, mucho mejor, me reconociera que todo hab¨ªa sido un malentendido y que el bueno de Paco Guti¨¦rrez andaba a¨²n con su ch¨¢ndal azul, su chubasquero, su gorra y su silbato atado al cuello dando gritos desde la banda. Ya fuera en las Veredillas o en la Guadalajara que tanto transitaba.
Paco me reclut¨® en el mercado invernal de la temporada 2001-02 con el Torrej¨®n desahuciado en el Grupo VII, hundido en puestos de descenso, sabedor de que mis planes pasaban por dejar el f¨²tbol con s¨®lo 19 a?os al venirme a la capital para estudiar Periodismo. Me hab¨ªa visto jugar en Divisi¨®n de Honor, tanto con el Albacete como con el Gimn¨¢stico de Alc¨¢zar. Con la confianza que jam¨¢s hab¨ªa sentido, me fich¨®, me pag¨® mi primer sueldo m¨¢s o menos estable y me tir¨® a los leones ante el mism¨ªsimo Fuenlabrada. El m¨ªster, que era de esos entrenadores con m¨¢s formaci¨®n militar que t¨¦cnico-t¨¢ctica (hab¨ªa sido polic¨ªa), fue el hombre que m¨¢s claro me habl¨®, que m¨¢s encima de m¨ª estuvo cuando jugaba y que m¨¢s me picaba cuando no lo hac¨ªa. Era justo y valiente. Tanta era su fe en mis posibilidades que, despu¨¦s de que juntos confirm¨¢ramos el descenso del Torrej¨®n a pesar de rozar el milagro (llegamos a sumar 45 puntos), intent¨® llevarme al San Fernando e incluso al M¨®stoles, hasta que termin¨¦ por convencerle de que cambiaba definitivamente las botas por los libros.
Aunque ahora, en plena era digital, parece improbable, me estaba siendo dif¨ªcil encontrar alg¨²n dato fiable de aquel Torrej¨®n CF para poder hacer una sola llamada en busca de m¨¢s luz. El club cambi¨® de denominaci¨®n al a?o siguiente y de due?os. De aquella plantilla veterana (Al¨ªa, Dado, Santi, Riotorto, Chuin, Manolo, Josemi, Reyes, Angelito¡) no tengo ni un solo n¨²mero ni una direcci¨®n. De los m¨¢s j¨®venes (Lucas, Luisfer, Marcelo¡) no recuerdo el apellido para bucear en las redes sociales. Y en internet no aparecen m¨¢s que algunas que otras cosas sueltas, ya que aquello no era precisamente un equipo de leyenda ni el entrenador contaba como una alternativa para dirigir al Atleti. Es como si hubiera jugado all¨ª en la Prehistoria. Adem¨¢s, hay otro t¨¦cnico que dej¨® huella en Legan¨¦s que comparte nombre y apellido con el protagonista, as¨ª que conven¨ªa no alarmar y empeorar m¨¢s la situaci¨®n. ?nicamente encontr¨¦ las previas y las cr¨®nicas de la categor¨ªa que As siempre recog¨ªa, y sigue recogiendo, en sus p¨¢ginas de los domingos y los lunes. La historia parec¨ªa m¨¢s propia de esos hilos que Bartual se saca de la manga en Twitter. Por eso decid¨ª coger el toro por los cuernos.
Nervioso llam¨¦ a Ismael, un expresidente de aquel Torrej¨®n, que no me pudo confirmar ni desmentir qu¨¦ hab¨ªa sido de Paco. As¨ª que, despu¨¦s, me puse en contacto con la Federaci¨®n, que simplemente pudo darme un tel¨¦fono de contacto de Paco Guti¨¦rrez, sin especificar de cu¨¢l de los dos era: del que buscaba o del que estaba complicando m¨¢s este enredo. Desde el pasado viernes no dej¨¦ de mirar una y otra vez el n¨²mero original del m¨ªster que yo ten¨ªa en mi m¨®vil (sin tilde, por error, en el apellido), pero no me atrev¨ªa a pulsar el dibujo verde del telefonito. Ahora s¨¦ bien a qu¨¦ sabe la cobard¨ªa y la esperanza. Un d¨ªa, no hace demasiados a?os, mi Paco me llam¨® para decirme orgulloso que me segu¨ªa a trav¨¦s del peri¨®dico. Que mi decisi¨®n de abandonar el f¨²tbol hab¨ªa merecido la pena. Por eso ten¨ªa su contacto guardado. As¨ª, acumul¨¦ 72 horas agitado, por lo que este lunes por fin llam¨¦ apoyado en un amigo. Tres tonos que parecieron tres mil dieron paso a la voz de una mujer, que no hizo m¨¢s que desvelar que en ese n¨²mero ya no respond¨ªa ning¨²n entrenador. Chafado, escrib¨ª un mensaje al otro n¨²mero que me hab¨ªan proporcionado, encontrando una dolorosa sentencia: ¡°S¨ª, soy Paco Guti¨¦rrez, pero el de Legan¨¦s. El entrenador que buscas falleci¨®¡±.
Entonces pens¨¦ tirar de inmediato este texto junto a los recortes de prensa que hab¨ªa recopilado. Sin embargo, mi entorno me anim¨® a publicar estos p¨¢rrafos para que quedara constancia de que una triste noticia tambi¨¦n puede convertirse en un merecido homenaje: diecisiete a?os despu¨¦s sue?o con sentarme en un banquillo, por peque?o y humilde que sea, gracias a Paco Guti¨¦rrez, mi a?orado entrenador.