Habr¨¢ que ayudar a la tecnolog¨ªa
El videoarbitraje se estrena en el Mundial de Rusia que arranca el pr¨®ximo d¨ªa 14. Varios escritores futboleros nos ofrecen su particular punto de vista sobre el VAR.
La aplicaci¨®n del videoarbitraje cambiar¨¢ poco los resultados. Es posible que decida de manera coyuntural el marcador de alg¨²n partido, pero al final de las competiciones acabar¨¢n ganando los mismos, porque el triunfo lo deciden las plantillas y las plantillas dependen del poder econ¨®mico de los equipos. Tampoco creo que el VAR acabe con la paranoia de los perdedores. Que un equipo asesor pueda revisar a c¨¢mara lenta si hubo o no fuera de juego, no cierra el camino de las discusiones de bar, ni la indignaci¨®n de los aficionados que luchan quijotescamente contras las injusticias del mundo. Siempre habr¨¢ indecisiones, calendarios, errores peque?os, tarjetas o fantasmas que por fortuna seguir¨¢n alimentando la pasi¨®n.
El VAR, sin embargo, ser¨¢ un s¨ªntoma de que el f¨²tbol est¨¢ a la altura de los tiempos, es decir, que ayuda a sustituir la experiencia de carne y hueso por las im¨¢genes de la televisi¨®n. Aunque los aficionados vayamos al campo, hace a?os que este deporte se convirti¨® en un espect¨¢culo televisivo. El f¨²tbol huele m¨¢s a moviola que a hierba. Los a?os heroicos del h¨¦roe que corr¨ªa por la voz de la radio, siempre m¨¢s pegada al terreno que las im¨¢genes precisas de la televisi¨®n, fueron sustituidos por los planteamientos de equipo y por la visi¨®n colectiva. Los detalles, las faltas y los aciertos, fueron m¨¢s una repetici¨®n que un suceso. Por eso las im¨¢genes se metieron como forma de estudio en los pabellones escolares y en los vestuarios de los equipos de ¨¦lite. Sin olvidar el negocio de las retransmisiones, ese fest¨ªn que hace m¨¢s ricos a los ricos y m¨¢s modestos a los modestos. Es el mundo de hoy.
Pero el f¨²tbol como fen¨®meno social encontrar¨¢ caminos para seguir animando el di¨¢logo terrenal entre la objetividad y la pasi¨®n. Y no se trata de que muchos forofos, pese a las im¨¢genes repetidas, sigan neg¨¢ndose a ver el penalti de su equipo o a reconocer la justicia de los ¨¦xitos ajenos. Es que la objetividad y la pasi¨®n del f¨²tbol no tiene que ver con el fr¨ªo legal de las sentencias, sino con la memoria m¨¢s ¨ªntima de los seres humanos, su infancia, sus ma?anas de barrio o de colegio, su sentido de la justicia, las ilusiones que se rompen o se conquistan en el ¨²ltimo minuto, esa parte de inocencia que se escapa de la ni?ez para acompa?arnos a lo largo de la vida.
Esto del VAR es una necesidad m¨¢s de la tecnolog¨ªa que del f¨²tbol. El mundo tecnol¨®gico necesita huir de su invierno perfecto, busca humanizarse para fundar su legitimidad. Primero, le pidi¨® a la poes¨ªa que entrase en las redes sociales con sus confesiones ¨ªntimas. Y ahora le pide al f¨²tbol que le eche una mano. Los ¨¢rbitros tecnol¨®gicos, culpables e inocentes a la vez, humanizar¨¢n una vez m¨¢s la miseria de las m¨¢quinas.