Observadores dentro del campo
Hay que distinguir entre ¡°ver¡±, ¡°mirar¡± y ¡°observar¡±. No se usa bien el verbo cuando se dice ¡°Keylor observa c¨®mo el bal¨®n entra en su meta¡±.
Algunos verbos tienen entre s¨ª relaciones de vecindad, y a menudo el uno aparece en la casa del otro. Es lo que sucede entre ¡°o¨ªr¡± y ¡°escuchar¡±, por ejemplo. ¡°?Se me escucha?¡±, dice un periodista que conecta con los estudios. Y sus compa?eros deber¨ªan responderle: ¡°Se te escucha, pero no se te oye¡±.
Cualquier hablante del espa?ol a quien se le pregunte por la diferencia entre ¡°o¨ªr¡± y ¡°escuchar¡± sabe que ambos verbos refieren la capacidad de percibir un sonido, pero que en el segundo caso esto ha de ejecutarse con la voluntad de prestarle atenci¨®n (es decir, de estar a la escucha), mientras que en el primero basta con tener las orejas abiertas sin m¨¢s aplicaci¨®n. As¨ª, no deber¨ªamos decir ¡°se escuch¨® una explosi¨®n¡±, porque en tal caso no se ejerce un acto de la voluntad, sino ¡°se oy¨® una explosi¨®n¡±; y tampoco ¡°?se me escucha bien?¡±, cuando preguntamos si se recibe el sonido, sino ¡°?se me oye bien?¡±.
Lo mismo sucede con ¡°ver¡± y ¡°mirar¡±. Para ¡°ver¡±, basta con tener los ojos abiertos. Pero ¡°mirar¡± necesita, como ¡°escuchar¡±, un acto volitivo.
El tercer escal¨®n en esa gradaci¨®n de la vista lo forma el verbo ¡°observar¡±. ?ste significa ¡°examinar atentamente¡±, y eso va m¨¢s all¨¢ de ¡°mirar¡±: no s¨®lo se ve algo con voluntad de hacerlo, sino que se aplica una atenci¨®n superior. Equivale a ¡°escudri?ar¡±.
De ese modo, el m¨¦dico observa al paciente, los visitantes de un museo observan los cuadros y el t¨¦cnico electr¨®nico observa el televisor para saber por qu¨¦ no funciona.
Podemos preguntarnos, entonces, qu¨¦ pinta el verbo ¡°observar¡± en tantos pies de foto de la prensa deportiva y de las p¨¢ginas especializadas de los diarios generalistas en los que se dice, por ejemplo: ¡°Keylor observa c¨®mo el bal¨®n entra en su meta¡±.
Hasta ahora, en el lenguaje del f¨²tbol se ha venido llamando ¡°observadores¡± (tambi¨¦n ¡°ojeadores¡±) a los t¨¦cnicos que viajan de estadio en estadio a la busca de nuevos valores. Ellos s¨ª se dedican a examinar con minuciosidad.
Pero de repente hemos pasado de expresiones como ¡°el portero ni la vio¡± a poner en sus capacidades visuales la acci¨®n de examinar atentamente el bal¨®n mientras traspasa la l¨ªnea de meta a toda velocidad.
Y si se escribe ¡°Theo observa c¨®mo le supera Gabriel en el remate¡±, pongamos por caso, eso significa una doble cr¨ªtica para el jugador: no s¨®lo le toman ventaja en la posici¨®n, sino que adem¨¢s pierde el tiempo dedic¨¢ndose a observarlo.