Un hotel de 5 estrellas en La Paz
Jornada de descanso, jornada de regresar al lujo de la vida cotidiana¡o casi. La Paz ha recibido en olor a multitudes al Dakar.
Jornada de descanso, jornada de regresar al lujo de la vida cotidiana¡o casi. La Paz ha recibido en olor a multitudes al Dakar, con sus calles repletas de apasionados que muestran todo su cari?o a la caravana. Tambi¨¦n nosotros hemos recibido con algarab¨ªa la llegada a la capital de Bolivia, ya que nos hospedamos en un hotel de 5 estrellas, el Colegio Militar Coronel Gualberto Villaroel. Por tres noches nos olvidamos del unifamiliar (la tienda de campa?a) y los autobuses en los que llevamos pernoctando hasta ahora, y dormimos bajo techado. Todo un lujo compartir un barrac¨®n con 50 compa?eros repartidos en c¨®modas literas.
De los grillos a los generadores
Hemos pasado de los grillos y los generadores a la serenata de ronquidos. Cuando alguno arranca la Norton, tiemblan las paredes de nuestra suite. Otra de las ventajas de la jornada de descanso es que tenemos duchas con agua caliente¡cuando hay agua. Porque se acaba cada dos por tres. Se agota el cami¨®n cisterna, y hasta que no llega otro, estamos sin agua. Iron¨ªas del destino, porque mientras que las cisternas piden a gritos suministro, el campamento est¨¢ encharcado con las persistentes lluvias. Pero el Dakar se comprometi¨® a no restar agua al pueblo boliviano, y est¨¢ cumpliendo, aunque sea a costa de la higiene de sus 3.000 almas itinerantes.