El Tour planta cara a la UCI
Vienen nubes de tormenta en el ciclismo. Afortunadamente no es por el dopaje esta vez. Es por una cuesti¨®n de estructura y de organizaci¨®n de carreras. Dicho de manera m¨¢s clara: se trata de una lucha de poderes. No es ninguna sorpresa. Las grandes competiciones internacionales de algunos deportes hace mucho tiempo que dejaron de ser exclusivas de las Federaciones. Hay ejemplos en el tenis, en las motos, en la f¨®rmula 1, en el baloncesto, donde ahora mismo hay una gran batalla al querer recuperar la FIBA el poder de la Euroliga... Precisamente el baloncesto con la NBA es la imagen que mejor nos llega de una competici¨®n que se desarrolla al margen de la Federaci¨®n. Tiene su propio calendario, sus propias reglas e incluso m¨¢s poder.
Y no le va nada mal. Al contrario. Las competiciones al margen federativo suelen crecer. En el ciclismo esto sucede de toda la vida. El Tour, el Giro y la Vuelta son organizaciones privadas, aunque sujetas a la UCI, que es su federaci¨®n internacional. ?sta se reuni¨® recientemente en Barcelona, y acord¨® que a 18 equipos se les garantizara su participaci¨®n en las grandes vueltas durante tres a?os ¡°para fomentar una mayor inversi¨®n y garantizar el futuro del ciclismo¡±. Una participaci¨®n cerrada, como la de la Euroliga en el baloncesto. ASO, la empresa organizadora del Tour y la Vuelta se niega. Quiere elegirlos por criterios deportivos. Visto as¨ª, hay que darle la raz¨®n a ASO, aunque lo que subyace es la lucha por el control de las carreras.