Gracias por todo, Steve Nash

Dicen que el f¨²tbol, nuestro soccer, ocupa un lugar en el coraz¨®n de Steve Nash al que nunca lleg¨®, no con tanta intensidad, el baloncesto. Parece mucho decir para el que iba a ser (otra vez) esta temporada el jugador m¨¢s veterano de toda la NBA: 41 a?os cumplidos en febrero. Hijo de padre ingl¨¦s y madre galesa, naci¨® en Johannesburgo pero a los dos a?os ya estaba en Canad¨¢ porque su familia huy¨® de las cosas del Apartheid. Canadiense de cuna y coraz¨®n, Nash ha representado entre otras muchas cosas la globalizaci¨®n de la NBA, el nuevo mapa cultural de la liga que pocas im¨¢genes representaron tan bien como la de Nash y Nowitzki posando juntos, corr¨ªa el a?o 1998, con la camiseta de los Mavericks. El base en tercer a?o, el alem¨¢n de estreno en una NBA que ya rastrillaban un par de a?os despu¨¦s (m¨¢s de 15 puntos y 7 asistencias por partido uno, m¨¢s de 21 puntos y casi 10 rebotes el otro).
Nash acab¨® siendo el baloncesto, la IQ por encima del f¨ªsico y la velocidad de pensamiento antes que la de piernas. La s¨ªntesis casi perfecta del base/turbina, el generoso generador de juego en tiempos en los que proliferaban los bases en formato macho alfa: supers¨®nicos, h¨ªpermusculados y de mentalidad anotadora. El playmaker. Nash, un n¨²mero 15 del draft (en 1996, justo dos n¨²meros por detr¨¢s de Kobe Bryant) del que nadie esperaba tanto, acab¨® siendo finalmente uno de los jugadores clave en el nuevo milenio de la NBA post Michael Jordan: dos MVP, ocho All Star, tres presencias en el Mejor Quinteto de la liga y cinco veces m¨¢ximo asistente en una carrera de m¨¢s de 11.000 pases de canasta entre Regular Season y playoffs. De hecho, el ¨²nico momento memorable de su maltra¨ªdo paso por los Lakers fue una asistencia a Antawn Jamison que le convirti¨® en el quinto jugador en la historia en alcanzar las 10.000. En su camino falt¨® el anillo, s¨®lo eso y eso busc¨® en ese salto hacia delante que fue poner lo que quedaba de ¨¦l al servicio, finalmente en excedencia, de esos Lakers fallidos en los que iba a formar quinteto con Kobe, Metta World Peace, Gasol y Dwight Howard. Falt¨® el anillo para unos Suns que bajo su batuta se convirtieron en uno de los equipos m¨¢s bonitos de ver de la historia. Eran los tiempos en los que ellos eran los buenos de una pel¨ªcula en la que, qui¨¦n lo dir¨ªa ahora, los Spurs eran los malos. Los del run and gun de Mike D'Antoni. Un equipo en el que llegaron a firmar en la misma temporada 17,1 puntos por partido Joe Johnson, 19,4 Shawn Marion, 26 Amare Stoudemire, 14,9 Quentin Richardson¡ y 15,5 con 11,5 asistencias por noche un Nash al que todos los dem¨¢s deben buena parte de los muchos ceros que figuraban en los cheques que firmaron despu¨¦s.
Los Lakers no se equivocaron con Nash: corrieron un alto riesgo que sali¨® mal. Como con Howard. Esquirlas de un plan B kamikaze pero en su momento sensato, como m¨ªnimo a la altura de la ambici¨®n hist¨®rica de la franquicia, que fue una correcci¨®n sobre la marcha al maldito veto al traspaso de Chris Paul. En sus tres ¨²ltimos a?os en los Suns, Nash s¨®lo se perdi¨® doce partidos de Regular Season y, ya en cuesta abajo, jug¨® un muy apreciable baloncesto para un equipo que lleg¨®, con Alvin Gentry, a jugar la final del Oeste de 2010, precisamente ante unos Lakers despu¨¦s campeones que sudaron la gota gorda ante las defensas zonales de Gentry y el despliegue de materia gris de un Nash siempre superdotado de ideas en su ¨²nica conjunci¨®n de plasticidad y eficacia. Tipo genuino y reflexivo, a Nash los Lakers s¨®lo le pueden culpar de haber perdido la batalla con el padre tiempo. Ni le falt¨® nunca un ¨¢pice de profesionalidad ni es culpable del contrato que firm¨®. S¨ª responsable, y en honor a esa responsabilidad se ha comportado siempre. Nash dijo en julio que esta iba a ser su ¨²ltima temporada y ni siquiera lo fue realmente. Una desviaci¨®n casi cruel del viejo axioma: cuando dices que te vas a ir, es que ya te has ido¡
?Y los Lakers? La ¨²ltima lesi¨®n, el final en realidad, de Steve Nash fue mala para la NBA pero no para los Lakers. Porque aunque en un equipo sin aspiraciones sonaba a m¨²sica celestial una cabalgada ¨²ltima de uno de los mejores bases de siempre, la realidad es que para la franquicia no hubiera sido precisamente la mejor noticia, en el lodazal de lo pr¨¢ctico, un Nash capaz de dar 20 ¨® 25 minutos de buen nivel en un equipo no demasiado alejado del 50% de triunfos. No para una franquicia que no hubiera podido pensar en haza?as dentro del tan salvaje Oeste ni con las mejores versiones actuales de Nash y el tambi¨¦n lesionado Kobe.
Mejor as¨ª, y m¨¢s desde que se vot¨® en contra del cambio en el sistema del draft, con vistas a la pr¨®xima loter¨ªa y la conformaci¨®n de la hasta ahora miasm¨¢tica y fantasmal personalidad post Phil Jackson, que ser¨¢ finalmente la personalidad post Kobe Bryant. Tampoco, otra vez desde un planteamiento pragm¨¢tico, era positivo que Nash robara minutos a Jordan Clarkson, un novato con mucho recorrido que apunta como m¨ªnimo a? titular aseado, ya veremos si a la estrella que s¨ª tiene visos de ser su compa?ero de generaci¨®n rookie, Julius Randle. Otro lesionado...
La indefinici¨®n que provocaba el estado f¨ªsico de Nash, sus plazos y sus m¨¢rgenes de minutos, no eran finalmente sino otra palada de barro en la planificaci¨®n de un equipo que necesitaba por encima de todo limpiar de una vez el parabrisas y ver con cierto detalle lo que ten¨ªa delante. Aunque sea, como es el caso, el p¨¢ramo. Algo de eso ha permitido la marcha ahora confirmada de un jugador por lo dem¨¢s extraordinario, al que ya recordamos como lo que es: uno de los mejores bases de todos los tiempos. La definici¨®n del playmaker y uno de los mascarones de proa de la transformaci¨®n internacionalista de la NBA. As¨ª que y por encima de todo lo dem¨¢s: muchas gracias por todo, Steve Nash.