Una fiesta blanca en el Palacio
Humillaci¨®n en el pabell¨®n", core¨® el enfervorecido p¨²blico madridista. No era el Pabell¨®n, ciertamente, sino el Palacio de Deportes, pero tuvo semejanza a una de las palizas hist¨®ricas que el Real, en su mejor etapa, propinaba al Bar?a. No es todav¨ªa el t¨ªtulo de Liga, pero s¨ª mucho m¨¢s que una simple victoria. Es la confirmaci¨®n del final de ciclo para la espl¨¦ndida plantilla azulgrana y, por contra, es la ratificaci¨®n de que el Madrid, joven, con mucho talento y con mucha ambici¨®n, puede recuperar pronto un lugar en la cumbre. Tambi¨¦n es el adi¨®s al purgatorio para el Madrid y sus aficionados, que tras muchos a?os de paciencia, de sufrimiento incluso, han vuelto a vibrar con su equipo, han vuelto a festejar una victoria lograda por m¨¦rito y con brillantez.
El Madrid fue superior en todos los terrenos. Abrum¨® en rebotes, machac¨® en las zonas y esta vez no necesit¨® de la artiller¨ªa exterior para marcar diferencias. Al acabar el tercer periodo con un 69-42 en el electr¨®nico, el conjunto blanco s¨®lo hab¨ªa anotado dos triples. Era igual. Esta vez el Bar?a no exist¨ªa ni fuera ni dentro de la zona. Bajo la batuta magistral de Sergio Rodr¨ªguez, que dio un recital de asistencias, el Madrid se convirti¨® en un vendaval y el Palacio en una sala de festejos. El proyecto Laso tiene ya vitola de campe¨®n.