Escándalo sexual: ba?adores 'obscenos' , faldas cortas...
Los Juegos de Estocolmo 1912 ya nacieron bajo la protesta de los más mojigatos: en el cartel un atleta desnudo con cintas en sus partes pudendas.

El atuendo de calle de las deportistas suecas y finlandesas y los atrevidos (para la época) ba?adores de las nadadoras británicas, causaron un auténtico escándalo entre los más mojigatos en Estocolmo 1912, que ya se habían rasgado las vestiduras antes de que los Juegos comenzasen, a causa del cartel elegido para ilustrarlos.
En él se mostraba como figura principal a un atleta completamente desnudo, en cuyas partes pudendas se enroscaban, tapándolas, unas cintas de color rojo. Era la primera vez que se editaba un cartel olímpico y se hicieron 80.000 copias, cifra muy importante para la época. Fue censurado en algún que otro país, por cierto, aunque los dise?adores suecos alegaron en descargo de su liberalidad que los atletas griegos corrían completamente desnudos y que a nadie se le ocurriría censurar al discóbolo de Mirón.?
En cuanto a la indumentaria femenina, a las chicas suecas se les reprochó que en el desfile inaugural llevasen faldas que dejaban ver no sólo las rodillas, lo que ya era un descaro, sino algunos centímetros de muslo, lo que resultaba inaceptable de todo punto. Las ondinas británicas, por su parte, produjeron enojo entre los puristas porque vestían un ba?ador muy ajustado, que al mojarse se convertía en insinuante. Una imagen de la época nos muestra al equipo femenino de relevos 4x100 metros estilo libre después de su victoria, posando al lado de la piscina.
En efecto, los pantalones de los maillots de las se?oritas Isabella Moore, Jennie Fletcher, Annie Speirs e Irene Steer dejaban ver más de medio muslo. Las cuatro chicas posan con los brazos, desnudos, cruzados bajo el pecho. Su atuendo contrasta con el de su entrenadora, situada en el centro del grupo, una mujer morena, mal encarada, que luce un vestido negro de falda ancha que le llega desde los tobillos hasta el cuello, donde muestra un breve adorno blanco.
Y muestra una cara absolutamente seria, casi malhumorada, que no se corresponde con el éxito de sus nadadoras, que, además de llevarse el triunfo, batieron el récord mundial en la primera vez que esta disciplina se celebraba en unos Juegos.
Una copia de esa imagen puede admirarse actualmente en uno de los restaurantes más populares de Estocolmo, situado en un barco atracado en la ribera del lago Malaren, a escasos metros de la esclusa que lo separa del mar Báltico y no muy lejos de donde se celebraron las pruebas de natación, en una piscina acotada en el Báltico, con aguas levemente saladas, como son las de este mar.
No era la primera vez que el equipo británico de natación causaba escándalo por su atuendo, aunque hasta ahora había sucedido en el sexo contrario. En París 1900, unos Juegos donde la natación se hizo en el río Sena, fueron acusados de impúdicos por el medio millar de aficionados (o de curiosos que pasaban por allí, más exactamente) que se congregó para verles porque sus maillots, muy ce?idos para los gustos de aquellos a?os, por más que el siglo XX estaba a punto de nacer, se juzgaron escandalosos y atentatorios contra la moral. Y eso que nadaban con traje de ba?o de cuerpo entero...
No fue hasta los Juegos de Berlín 1936 cuando los nadadores comenzaron a ense?ar sus torsos desnudos y a utilizar cómodos slips.
La costumbre tardó en arraigar, en todo caso, y hubo que esperar a los Juegos de Londres 1948 para que adquiriese carta de naturaleza. Curiosamente, en la actualidad se ha vuelto en parte a los maillots de cuerpo entero, fabricados en material hidrodinámico, que dejan ver apenas la cara, las manos y los pies de nadadores y nadadoras.