El mundo a sus pies
El Madrid gole¨® con facilidad al Al Ain para conquistar su cuarto Mundial de clubes. Partidazo de Marcos Llorente y de Modric. Ramos tambi¨¦n marc¨® y le dedic¨® su gol a Isco.


Fue el primer t¨ªtulo del Madrid en tiempo sin Cristiano y sin Zidane, muestra de que ning¨²n jugador o entrenador, por influyente que sea (y los citados lo han sido extraordinariamente), pone el punto final en un club. Menos en el Madrid, campe¨®n infinito de todo. Tambi¨¦n de este t¨ªtulo 'low cost'. Se asegur¨® tres cuartas partes de ¨¦l en Kiev, ante el Liverpool, y lo remat¨® en Abu Dhabi ante el Al Ain, representante de un f¨²tbol que a¨²n anda en la adolescencia: le falta madurez y le sobra entusiasmo.
El Madrid coci¨® su triunfo a fuego lento y con un gol de Modric, que salt¨® de un Mundial a otro sin que se haya sabido nada de ¨¦l entretanto; con otro de Marcos Llorente, l¨ªder de la resistencia, y con dos finales de Ramos, con el que pas¨® factura a quienes le pitaron, y de Vinicius ayudado por Nader. Fue una victoria sencilla que le acerca a su historia y le aleja de Mourinho, aquella quimioterapia para combatir al mejor Bar?a que ofreci¨® una mejor¨ªa precaria y unos enormes efectos secundarios. Y fue una victoria que qued¨® en la caja registradora del f¨²tbol. El Madrid, tambi¨¦n en Mundiales de clubes, est¨¢ a la cabeza del planeta.
En cualquier caso, no debe confundirle el trofeo. Su convalecencia es lenta, con reca¨ªdas, con un d¨¦ficit rematador indisimulable, pero en la dura traves¨ªa ha encontrado dos jugadores inesperados: Llorente, el futbolista del mes y de la final, y Lucas V¨¢zquez.
El f¨²tbol es un juego de instantes, que casi siempre son m¨¢s amables con el mejor. Tambi¨¦n sucedi¨® esta vez. La historia del partido qued¨® resumida en un minuto, el 14'. Marcelo, en la luna, pretendi¨® una cesi¨®n imposible a Courtois y El Shahat quebr¨® al meta y remat¨® a gol. La izquierda de Ramos, al que el p¨²blico pitaba en nombre de Salah, fue la pierna de Dios casi sobre la l¨ªnea. En la siguiente jugada, Modric meti¨® un pase a la red con su izquierda tras dejada de Benzema. La bota de oro del Bal¨®n de Oro, la mano de piedra del Madrid acababa con el Al Ain.
Antes y despu¨¦s de la jugada clave qued¨® un partido luminoso y desenfadado. El Al Aain no fue el equipo restrictivo y obediente a su inferioridad. Peor pero valiente, presionante, agradecido a su p¨²blico, dej¨® que el partido se jugara en las ¨¢reas, m¨¢s en la propia que en la ajena. Eso s¨ª, bajo el creciente gobierno del Madrid, que siempre tuvo la pelota y que demostr¨® que le sobra conocimiento para jugar encuentros as¨ª.
La convalecencia del equipo de Solari es lenta, pero hay cosas que comienzan a mejorar. La m¨¢s notable, Llorente al margen, el rendimiento de Carvajal, lateral de banda ancha que ya es jugador medular del Madrid. Medular y contagioso, porque va y va por su banda y riega de energ¨ªa al grupo.
Llorente se dispara
Por ah¨ª empez¨® el partido el Madrid y por ah¨ª encontr¨® el gol, aunque la superioridad de sus centrocampistas, Modric y Llorente, especialmente; la velocidad de Bale, el f¨²tbol bordado de Benzema y el empe?o de Lucas V¨¢zquez le fueron llevando cada vez con mayor frecuencia ante Eisa. El Al Ain fue un equipo muy desabrigado atr¨¢s, probablemente porque en su Liga le exigen menos por ah¨ª y fue sosteni¨¦ndose mal que bien gracias a que el Madrid result¨® una cosa creando y otra rematando. Con todo, antes del descanso, Lucas V¨¢zquez mand¨® un remate al palo y otro cruzado fuera, Eisa le quit¨® dos goles a Bale y otro a Modric, que lo prob¨® esta vez de volea con la derecha, y a Benzema se le fue arriba una media vuelta sencilla.
La segunda parte fue zona ajardinada para el Madrid, que se empach¨® de bal¨®n y de ocasiones. Bale, que intent¨® una chilena de exposici¨®n, y Benzema se dejaron ir muchos goles en el camino hasta que lleg¨® el de Marcos Llorente. Fue un bote pronto extraordinario desde fuera del ¨¢rea, un misil tierra-tierra inapreciable para Eisa, una compensaci¨®n a los perjuicios causados por Zidane, Lopetegui y el propio Solari en sus primeros d¨ªas. Un gol que le premiaba a ¨¦l y a toda la cantera. Una indemnizaci¨®n a la paciencia. El resto fue cl¨¢sico: un Madrid relajado al que le llegaron m¨¢s de lo conveniente (le cost¨® un gol), un incesante chorro de oportunidades para los de Solari, los cambios para compensar a los suplentes (Vinicius volvi¨® a sumar una diana de rebote) y el tanto de cabeza de Ramos, adornado con un abrazo a Isco, que calentaba en la banda, por disipar sospechas. Un gesto de paz en un equipo, de nuevo, en la cima del mundo.