¡®Playoff¡¯: un gol al machismo desde el escenario del teatro
Reflexiona sobre el papel de la mujer en un mundo de hombres. Una tragicomedia en torno al f¨²tbol, marca camino a la liberaci¨®n de la mujer.


Baja la luz, un vestuario aparece, siete mujeres lo llenan. Esto es teatro, pero tambi¨¦n f¨²tbol. Y femenino. Escribi¨® Marta Buchaca, dirige Jos¨¦ Luis Arellano, representa La joven compa?¨ªa. No naci¨® como grito. Lo dice ella, la autora (¡°Cuando me lo propusieron hace un a?o era hacer una obra s¨®lo con las chicas de la compa?¨ªa, sobre deporte. Un canto a la madre, a la mujer¡±). Hoy, sin embargo, lo es. Y levanta la voz frente al machismo. La obra se llama Playoff. En Conde Duque hasta el 24 de febrero, la semana pasada agot¨® todas su matinales.
Tragicomedia, Playoff gira sobre un principio que dio vueltas en la cabeza de la autora cuando comenz¨® a pensar, a investigar: ¡°Los hombres son jugadores de f¨²tbol, las chicas juegan al f¨²tbol¡±. Sobre ese matiz construy¨®, escribi¨® su partido. Tiene dos porter¨ªas. Una es esa que se cuenta sobre la escena: esas siete mujeres se juegan la clasificaci¨®n para el campeonato de Espa?a. La otra sobrevuela: es el gol al prejuicio, ¡°marcar el camino a la liberaci¨®n de la mujer¡±.
A la funci¨®n del jueves acudi¨® Conchi Amancio, la primera del f¨²tbol femenino espa?ol. La acompa?aba Ana Rosell. ¡°Miraban y recordaban: lo que ve¨ªan no les extra?aba¡±. Se han dado pasos, muchos en los ¨²ltimos a?os, y gigantes, pero a¨²n queda. Marta lo resume con un pensamiento en voz alta: ¡°El Madrid no tiene equipo femenino: esa es la muestra de la poca importancia que se da todav¨ªa¡±. El Atleti s¨ª, sin embargo.
Y el ¨²ltimo campe¨®n de liga, aupado de cero sobre los hombros de dos mujeres, Lola Romero y Mar¨ªa Vargas, ha sido ejemplo. ¡°No dej¨¢bamos de mirar su Twitter, informarnos de qu¨¦ hac¨ªan, c¨®mo¡±, cuenta Mar¨ªa Romero, una de las actrices. Ella es la mujer ambiciosa (¡°no est¨¢ bien visto, sin embargo, en el hombre se loa¡±, describe Marta). Uno de los perfiles de la obra. Tambi¨¦n est¨¢ la madre que s¨®lo siendo madre no se siente plena. Y la mujer enganchada a ¡°la historia de amor que nos han contado¡±. Y aquella que renunciar a un sue?o, jugar a f¨²tbol, por abrazar qu¨¦ debe: una oposici¨®n, la vida programada. El hombre mantendr¨¢.
¡°Eleg¨ª el f¨²tbol porque es el deporte m¨¢s machista que hay¡±. ¡°?No dejo de sentir que juego en un equipo de barrio, aunque lo haga en la ¨¦lite!¡±, dice, en una escena, una de sus protagonistas. En otra, cuentan, la mujer que m¨¢s cobra por jugar al f¨²tbol ¡°no supera los 60.000 euros¡±. Cristiano Ronaldo, en su ¨²ltimo contrato, firm¨® 21 millones, netos, al a?o.
Poso. ¡°Nos parec¨ªa que el f¨²tbol era una buena lupa¡±, habla Jos¨¦ Luis, rodeado de sus actrices. Vestidas de Kelme, confiesan que las espinilleras es el atrezzo ¡°m¨¢s inc¨®modo¡±. Y que el otro d¨ªa, en una de las matinales con institutos, una chica cont¨® que juega al f¨²tbol, ¡°pero los chicos no la tratan de igual en el patio¡±. ¡°Que siempre es de menos¡±, revela Neus Cortes. ¡°Alucinas c¨®mo les llega el mensaje¡±, dice Cristina Varona. A los j¨®venes. A ellas, y a ellos.
¡°Era un tema controvertido pero, en las primeras funciones, nos quedamos maravillosamente sorprendidos¡±. Ellas y ellos en pie. Aplaudiendo. Meditando. Los focos del teatro se apagan, el suyo, sin embargo, es un partido que se seguir¨¢ jugando. Sus goles, quieren, resonar¨¢n algo. Hay muchos vestuarios en lo que hacer eco.