El f¨²tbol no para en Ucrania ni en plena guerra con Rusia
Liga y competiciones europeas siguen jug¨¢ndose pese al conflicto. El Dinamo de Kiev y el Dnipro se han conseguido meter entre los ocho mejores de toda la Europa League.


S¨®lo hace hoy 1.000 d¨ªas la Selecci¨®n Espa?ola descansaba en un moderno hotel cercano al estadio Donbass Arena, en Donetsk, en la v¨ªspera de la semifinal de la Eurocopa que all¨ª disput¨® ante Portugal. Era 2012. Nada hac¨ªa presagiar entonces lo peor. Sin embargo, menos de tres a?os despu¨¦s la zona est¨¢ militarizada y en guerra, la que protagonizan Ucrania y Rusia por el control de la regi¨®n m¨¢s al este del pa¨ªs ucraniano.
La crisis que comenz¨® en Crimea hace ya un a?o se ha expandido por pr¨¢cticamente toda la frontera con Rusia y las disputas entre milicias prorusas y ucranianas es constante. Se calcula que 6.000 personas podr¨ªan haber perdido ya la vida. Es dif¨ªcil pensar que en una situaci¨®n de inestabilidad as¨ª el f¨²tbol tenga presencia, pero la tiene. En Ucrania, un pa¨ªs tan grande como Espa?a, se sigue jugando al f¨²tbol y se mantienen las competiciones dom¨¦sticas e internacionales.
Una ¨²nica condici¨®n impusieron la federaci¨®n local y la UEFA para que esto as¨ª fuera. En la zona afectada por el conflicto, la m¨¢s oriental del pa¨ªs, se proh¨ªbe actividad de ning¨²n tipo, entre otras cosas porque clubes y jugadores rivales se niegan a viajar hasta all¨ª.
Exilios. Y no s¨®lo los rivales. Los brasile?os del Shakhtar Donetsk forzaron al club a dejar la ciudad durante el tiempo que perdurase el conflicto y amenazaron con romper sus contratos y regresar a Brasil si les obligaban a convivir con la guerra en Donetsk. El Shakhtar lleg¨® a anunciar que hombres armados entraron en sus oficinas cuando estall¨® la crisis e incluso el conflicto ha afectado a su fastuoso estadio (cost¨® 350 millones de euros levantarlo), bombardeado el pasado agosto hasta hacerle perder una cristalera y da?ar seriamente su estructura.
Por ello, el Shakhtar decidi¨® trasladar toda su log¨ªstica a una localidad cercana a Kiev, donde viven sus integrantes y trabaja el equipo, y jugar sus partidos como local en Lviv, al oeste de Ucrania, a 540 kil¨®metros de su nuevo lugar de residencia y a casi 1.200 de su ciudad de origen. En Lviv jug¨® el Athletic frente al Shakhtar esta temporada en la Champions, por ejemplo. Tambi¨¦n el resto de rivales de los mineros. Los otros dos conjuntos de Donetsk que integran la primera divisi¨®n ucraniana juegan en el exilio igualmente. El Metalurg en Lviv y el Olimpik, en Kiev. La selecci¨®n de momento no se ha visto tan afectada, pese al sobresalto que supone aglutinar a jugadores y aficionados de equipos en esta situaci¨®n.
Orgullo. Se considera que Kiev no es zona de riesgo alto y all¨ª es donde Ucrania juega sus partidos como local en el estadio Ol¨ªmpico, sede de la final de la Eurocopa de 2012. A Espa?a le tocar¨¢ visitar en la segunda vuelta el campo en el que se proclam¨® campe¨®n de Europa por tercera vez, pero en esta ocasi¨®n lo har¨¢ a s¨®lo 733 kil¨®metros de una guerra que afecta a Ucrania pero no ha paralizado su f¨²tbol.
De hecho, se est¨¢ llegando a utilizar el deporte y a sus estrellas como armas propagand¨ªsticas del conflicto. Las gestas del Dinamo de Kiev y del Dnipro Dnipropetrovsk en la Europa League o los importantes compromisos de su selecci¨®n en el camino hacia la Eurocopa de 2016 se consideran casi asuntos de ¨ªndole nacional. El ¨²ltimo ejemplo fue la visita el lunes de parte del equipo que ma?ana jugar¨¢ ante Espa?a al Hospital Militar de Kiev para apoyar a los ¡°h¨¦roes de Ucrania¡± heridos en el frente de batalla. F¨²tbol y guerra de la mano. Tan importante lo uno como inevitable lo otro. Es la Ucrania de estos d¨ªas.