Hasta la Bola
Nuevo pellizco de Purito a Contador y victoria de Cataldo

Si hubiera puertos hasta J¨²piter, las bonificaciones las ganar¨ªa Purito. No es cuesti¨®n ni de desnivel ni de longitud. Ya no. El l¨ªder tiene las mismas fuerzas que Contador y le supera en el rush final. De ah¨ª la Marmota. De ah¨ª este Big Bang diario que se solventa con diferencias m¨ªnimas, dos segundos ayer (seis con el bonus), siempre en favor del maillot rojo. Cada tarde una guerra fabulosa para avanzar un cent¨ªmetro. Mejor dicho: para perder seis.
Cumplida la etapa reina y tras dos semanas de carrera, podemos afirmar que la Vuelta ser¨¢ de Purito salvo que desfallezca en la Bola del Mundo, lo que no es probable, pero tampoco se puede descartar. Tanto castigo habr¨¢ que pagarlo alg¨²n d¨ªa, tal vez el pen¨²ltimo. Tanto esfuerzo, tensi¨®n y porcentaje acabar¨¢n por fundir hasta a los cuerpos mejor dotados. Los otros ya han ca¨ªdo. Froome perdi¨® 2:31 en el Cuitu Negru, tan retorcido y tan gusano en las ¨²ltimas rampas que le falt¨® muy poco para convertirse en mariposa.
El podio est¨¢ decidido, por tanto. Valverde entreg¨® tan s¨®lo 19 segundos con respecto al l¨ªder y se consolida tercero en la general, a 2:04. Su rendimiento est¨¢ siendo sencillamente espl¨¦ndido y le confirma como un escalador de primer nivel, en contra de lo que algunos creen (¨¦l mismo, a veces).
Quienes le preceden mantienen un pulso extraordinario que incorpora m¨¢s variables que la fuerza bruta. Si Contador ataca a las piernas del l¨ªder, Purito dispara contra la moral de su perseguidor. Lo de ayer es un buen ejemplo: el maillot rojo subi¨® La Cobertoria en las ¨²ltimas posiciones, seg¨²n dijo despu¨¦s para protegerse del viento. Contador pareci¨® tan desconcertado que, en lugar de forzar un corte, se descolg¨® para comprobar si su enemigo sufr¨ªa o silbaba. Silbaba.
Debe ser descorazonador competir contra un adversario que sonr¨ªe tanto, capaz de hacerlo incluso despu¨¦s de cruzar la meta de una etapa s¨¢dica en sus kil¨®metros finales. Ni en ese terreno Contador logr¨® sacarle un metro. Purito respond¨ªa antes de que Alberto formulara la pregunta, sin crisparse, feliz por el tintineo de la bonificaci¨®n. No hay mayor crueldad que la de los simp¨¢ticos permanentes.
Reptar.
Mientras la general libraba su en¨¦sima batalla (sin muertos), por delante, el italiano Dario Cataldo reptaba hacia la meta. Su pugna con el belga De Gendt, compa?ero de fuga, se convirti¨® en una carrera de caracoles trepando por un cristal. Me cuesta decir si el espect¨¢culo fue hermoso o angustioso, pero Cataldo bien hubiera podido repetir el grito de Octave Lapize contra los organizadores del Tour, tras la primera ascensi¨®n a los Pirineos en 1910: "?Asesinos!".
El l¨ªder de la monta?a, el australiano Clarke, perdi¨® m¨¢s de 26 minutos. El eritreo Teklehaimanot, a 36', vomit¨® una sustancia viscosa que parec¨ªa el alma, y podr¨ªa serlo.