Piedra y Purito
Victoria del sevillano y defensa numantina del l¨ªder ante Contador

Hoy, de nuevo, habr¨ªa que empezar por Purito. Ese ciclista con talento suficiente como para ganar la Vuelta a Espa?a y presentar la pr¨®xima ceremonia de los Oscar. El genio travieso, el monologuista con lycra, el l¨ªder que sonr¨ªe y hace sonre¨ªr. Sin embargo, hoy comenzaremos por Alberto Contador. Lo merece por su sentido del honor y del espect¨¢culo. Por su combatividad y por dejarnos participar de su tormento. El campe¨®n de todo se ha presentado en la Vuelta con poco que ganar y mucho que perder, sin kil¨®metros en las piernas, rodeado de avionetas en pleno vuelo.
Desde el primer instante hemos observado la desconexi¨®n entre sus piernas y su cabeza, su lucha por estar a la altura de su ambici¨®n, su tortura, su colecci¨®n de ataques infructuosos. No es frecuente que una gran figura se ponga en forma con p¨²blico en las cunetas, que conceda tanta ventaja. Si Contador lo ha hecho es porque el deseo de reivindicarse es m¨¢s fuerte que el miedo al fracaso. Tambi¨¦n influye la expectativa de la afici¨®n. Hay estrellas tan conscientes de su responsabilidad que no firman aut¨®grafos, extienden pagar¨¦s.
Lo fabuloso es que ese ciclista en debate con su cuerpo, ansioso y falto de punto, se encuentra a s¨®lo 22 segundos del liderato. As¨ª de bueno es. El corredor que ayer lanz¨® media docena de ataques en Lagos de Covadonga no es un meritorio, ni un obsesivo. Es un guerrero buscando rendijas, un animador de audiencias y un regalo para Purito; semejante enemigo multiplicar¨¢ el valor de su victoria, caso de confirmarse.
El gran peligro para el l¨ªder, casi descartado Froome, es que un adversario como Contador no se conformar¨¢ jam¨¢s con la calderilla del podio; otros s¨ª lo har¨¢n. Despu¨¦s de probar con los m¨¦todos convencionales le queda la maniobra a gran escala, la que podr¨ªa reventar a todos los aspirantes, incluido ¨¦l mismo. Todo o nada.
La etapa de hoy se presenta como el lugar perfecto para un desembarco de ese tipo. Tres grandes puertos enlazados y un final terrible (es decir, maravilloso). La t¨¢ctica est¨¢ escrita y se llama s¨¢lvese quien pueda. El objetivo es quemarlo todo, hasta el pinganillo, jug¨¢rsela a pecho a descubierto y con un puerto por delante.
H¨¦roe.
De un modo muy similar se la jug¨® Antonio Piedra, ciclista sevillano del Caja Rural. Incluido en la fuga de diez (permitida y hasta jaleada), se march¨® en las primeras rampas de los Lagos. Entonces nos ense?¨® qu¨¦ significa tener clase: sufrir con elegancia. En lugar de aporrear la monta?a, trep¨® por ella acarici¨¢ndola, sentado como si estuviera c¨®modo, susurr¨¢ndola, juntas las rodillas y apretados los dientes.
Gan¨®, naturalmente. Y veng¨® a todos los jornaleros sin suerte, desde el Huesitos hasta nuestros d¨ªas. Su aventura puso final feliz a un mill¨®n de historias mal rematadas y anunci¨® nuevas victorias de Piedra, demasiado bueno para continuar escondido.