Cavendish tripite
Jornada de transici¨®n a la espera de la batalla de ma?ana

No dir¨¦ que sobran las etapas que nos conducen a la de ma?ana (Cavendish no estar¨ªa de acuerdo), pero no se puede negar que, superada la crono, la carrera cumple con sus quehaceres diarios pendiente del s¨¢bado. En apariencia nada cambia: hay ilusas escapadas, crueles capturas y fulgurantes sprints que suele ganar Cavendish. Sin embargo, la mayor¨ªa de las cabezas viajan por adelantado, tratando de anticipar ese infierno que se anuncia con t¨ªtulo de novela de Julio Verne: La Bola del Mundo. Hasta las azafatas dudan si esa tarde los h¨¦roes estar¨¢n en condiciones de sostenerse solos o habr¨¢ que ponerles un taburete de cantautor.
Entretanto, ya digo, gana Cavendish. Su desgracia viene de la mano de su fortuna. Sus victorias son tan repetidas que terminan por resultar repetitivas (67 en su carrera, y tiene 25 a?os). Ni siquiera en la lejana Isla de Man celebran sus triunfos porque de hacerlo pasar¨ªan semanas festejando, y son gente seria. Es la condena de la abundancia. Salvo que cruce la meta haciendo un caballito o repartiendo cortes de manga (y entonces le criticamos severamente), nadie repara en el infortunado Cavendish. Ha terminado por parecernos m¨¢s interesante su fiel lanzador, ese australiano (Goss), que le entrega las victorias a su compa?ero igual que Bogart le ced¨ªa la chica a V¨ªctor Laszlo.
Viento.
Resulta evidente que la amenaza del viento se qued¨® en nada. Sopl¨®, pero le falt¨® la fuerza precisa y el rumbo adecuado. Aunque falt¨® ese elemento decisivo, me atrever¨ªa a se?alar que ya no hay abanicos como los de antes. Y en este caso no se puede culpar al cambio clim¨¢tico. Son las sofisticadas previsiones meteorol¨®gicas las que han acabado con el factor sorpresa, al tiempo que los equipos est¨¢n m¨¢s preparados, quiz¨¢ porque no hay un director que no haya sufrido un abanicazo en sus carnes. No es casualidad que Xacobeo fuera ayer de los equipos m¨¢s activos; Pino, su director, se qued¨® sin opciones en la Vuelta de 1988 por un mal golpe de aire.
De los ocho escapados que ayer presentaron su tarjeta de visita hay que decir que partieron en el primer kil¨®metro y fueron atrapados a doce de meta. Al no pasar su ventaja de los dos minutos, nadie se ilusion¨® en exceso. Hoy se repetir¨¢n los maillots (Andaluc¨ªa, Footon...) y s¨®lo cambiar¨¢n los nombres.
Ya en Salamanca asistimos al tradicional rito del sprint: lanzadores, espont¨¢neos, favoritos e invitados. Y una intriga moderada: el argentino Haedo exigi¨® lo mejor de Cavendish y comprobamos que lo mejor es mucho. Fue su tercer triunfo y a¨²n se esperan dos m¨¢s, hoy y el domingo en Madrid. Es un gran campe¨®n, no hay duda. Aunque un poco infortunado.