Ruge Valverde
Gan車 la primera etapa con una exhibici車n y es l赤der flamante

Hinault era as赤. Y Merckx lo fue antes y lo fue m芍s. Voraz. A uno le llamaron, indistintamente, El Tej車n o El Caim芍n, y al otro, indiscutiblemente, El Can赤bal. Algunos, llegados a esta s谷ptima l赤nea, ya me habr芍n considerado hereje. Por la comparaci車n que preparo, por la simple reuni車n, por mezclar santos con beatos. Y asumo mi insolencia. Pero hay algo en com迆n entre ellos, algo infrecuente, muy escaso y absolutamente delicioso. Me refiero a su capacidad para ganar en cualquier sitio y al impulso incontenible que les lleva a intentarlo en el sprint que pica o en la monta?a que arde, en el llano o en el valle. A intentarlo y, aqu赤 est芍 la diferencia, a conseguirlo. Ganar para respirar.
As赤 venci車 Valverde y de esa manera se visti車 ayer de amarillo en Plumelec. Sus condiciones infinitas se adaptaban al final porque sus condiciones se adaptan a cualquier final feliz. Sin embargo, no se esperaba a un favorito. Desde que se pusieron de moda conceptos como el desgaste, la reserva de fuerzas y la necesidad de acumular amigos (el catenaccio ciclista), los candidatos se cuidan de dosificar sus demostraciones de fuerza con una obstinaci車n casi supersticiosa.
Por eso resulta reconfortante ver como un candidato se destapa desde el primer instante y se muestra al mundo: soy yo, si buscaban un favorito aqu赤 lo tienen, si quer赤an un enemigo aqu赤 lo encuentran, dorsal 31, desde hoy de amarillo. Sin c芍lculos, sin prudencias y sin miedo.
Como debi車 ser siempre, por otro lado. Porque desde que Valverde irrumpi車 en el ciclismo profesional, tan exuberante, han querido hacer de 谷l lo 迆nico que no era: comedido. Es un defecto recurrente. Encuentran un campe車n y quieren convertirlo en Indurain, programarlo, enfriarlo, crionizarlo. Y es imposible. Valverde, por fin lo entienden, es un ciclista desbordante, cuyo l赤mite no se alarga con el ahorro. Podr赤a ganar cinco etapas y explotar despu谷s o podr赤a explotar sin haberlas ganado. O pudiera ocurrir que la confianza y las victorias le dieran el empuj車n que necesita en la tercera semana. De palo a palo, en cualquier caso. Imaginen cu芍nto disfrute cabe en esa idea.
Emoci車n.
La etapa, por lo dem芍s, fue excelente. El Tour ha comprendido que necesita renovarse y que no proceden las semanas de siesta y rumor de helic車ptero. As赤 que prepar車 una etapa de dise?o, algo similar a un parque de atracciones. Suficientemente dura como para que algunos creyeran en el milagro de una escapada, pero no lo bastante como para evitar el encuentro de lo m芍s florido del pelot車n en el 迆ltimo desfiladero. Una jornada apta para valientes y estrellas.
De la Fuente y Jegou cayeron a falta de siete kil車metros. Antes fueron atrapados, entre otros, Rub谷n P谷rez y Jos谷 Luis Arrieta. Si el equipo de Valverde acort車 la distancia con los fugados, el Columbia californiano se encarg車 de marcar un ritmo fren谷tico cuando s車lo quedaban motos por delante. Preparaba el asalto del luxemburgu谷s Kirchen (s谷ptimo en el pasado Tour). Su ataque en la 迆ltima rampa fue dur赤simo y le dej車 con una ventaja que parec赤a definitiva. Parec赤a. Por detr芍s, Valverde exprimi車 a Evans hasta que vol車 en solitario. Entonces fue un 芍guila entre palomas. Rebas車 a Kirchen y le qued車 tiempo para gritar libertad, porque corre sin riendas, o con eso queremos so?ar.
Entre los 15 primeros, la aristocracia del Tour: Kirchen, Ricc車, Evans, Frank Schleck, Freire, Pereiro, Sastre... Valverde es l赤der y luce radiante. Esto no ha hecho m芍s que empezar, dir芍n los prudentes. Que empezar bien, a?ado yo.