Y, de postre, el Especial Doncic
Los Mavericks de Luka Doncic consiguen un triunfo nunca antes visto y dejan en verg¨¹enza a los subcampeones, que no se presentaron en el partido decisivo.


Ni los m¨¢s viejos del lugar hab¨ªan visto algo as¨ª. Una p¨¦rdida de papeles tal de un subcampe¨®n que repet¨ªa el a?o siguiente en lo alto, porque llegaba a estos nuevos playoffs como equipo con m¨¢s victorias, es digna de estudio cuando se calmen las aguas. ?Qu¨¦ han hecho los Suns? No se lo explican ni ellos ni los Mavericks, que se encontraban a manos llenas y acierto tras acierto eran incapaces de parar de hacer da?o a un rival que, sin intenci¨®n de ser demasiado duro para todo lo que se vio, un pelele en sus manos.
Desaparici¨®n absoluta. No hubo ni ocho minutos, ni cinco, ni tres, en los que los de Monty Williams fueran una amenaza para las opciones de los Mavs. De pe a pa, que se suele decir en espa?ol, fue el repaso ofrecido por el cuadro visitante. Afrontar un game 7 en la NBA es una tarea de enormidad y esto pareci¨® un entrenamiento con p¨²blico. Ni siquiera le entraron ganas a los aficionados de abuchear o pitar a sus jugadores, el contraste fue tan chocante que las caras no eran de desesperaci¨®n o enfado sino de incomprensi¨®n. Se hab¨ªa ido la temporada por el sumidero dejando escapar a Dallas en su casa sin dar batalla y ofreciendo el hogar como lugar de la fiesta final (y a los que les toca recoger es a los Suns). Un horror de principio a fin para ellos. La diferencia lleg¨® a ser de 46, par¨¢ndose en 33 con el 90-123.
Se acordar¨¢n muchos de los piques que ha tenido Doncic. ?l demostr¨® en el quinto encuentro que s¨ª. Dec¨ªa en alto que sus rivales eran muy gallitos cuando estaban por encima. Booker, por ejemplo, tuvo un par de enganchones con ¨¦l. Sin importancia alguna, pero con una peque?a mofa que cabre¨® al esloveno. En una ca¨ªda Devin se tir¨® forzando una falta y lo llam¨® el Especial Doncic. ?Era una simpleza! Pese a carecer de relevancia son esas las im¨¢genes que te vuelven a la cara como si fueran un boomerang. El especial de la carta era el postre, se sirve fr¨ªo y a los Suns no les va a costar dinero sino la reputaci¨®n.
Esto fue mundial. Por servir un par de datos sobre esta abultada victoria y un lejano porqu¨¦ de tanto revuelo, dos ejemplos bien enlazados. Porque hablamos de un game 7 y del primer clasificado en la fase regular. Ning¨²n partido de eliminaci¨®n hab¨ªa estado tan desequilibrado en el marcador desde que los Warriors ganaron a los Bombers en 1948. Ellos son los pr¨®ximos rivales de los Mavericks. Esos Warriors se cargaron a los Grizzlies, segundos del Oeste, y se da la casualidad que el ¨²ltimo a?o en el que los dos primeros de esa conferencia se han visto fuera de la consecuente final fue 2011, el a?o en el que Dallas logr¨® su ¨²nico campeonato de la NBA. Por si quer¨ªan m¨¢s ingredientes en forma de coincidencias. Para tener en cuenta mirando hacia el frente y para que los Suns hagan un examen de conciencia profundo.
Los locales salieron con una parsimonia que luego deriv¨® en graves problemas a la hora de atacar. Se vieron imposibilitados para surtir de balones a Booker en buenas posiciones y ni siquiera el director de juego ten¨ªa el bal¨®n como quer¨ªa. El inicio fue a punto por minuto en los primeros siete y los Mavericks empezaron a tomar ventajas a triple limpio. Doncic (35 puntos) s¨ª manejaba los tiempos de la jornada como a ¨¦l le conven¨ªa e iba probando a qui¨¦n y c¨®mo pasarla para hacer el mayor da?o posible. Kidd prob¨® r¨¢pido a cambiar a Powell por Kleber, abri¨® espacios sin que un horrible Ayton le penalizara y los tiros de tres cayeron como lluvia. En el corte entre el primer y segundo cuarto fue un pilar fundamental Dinwiddie (30 puntos), que lleg¨® a errar s¨®lo cuatro de sus quince tiros de la noche. Fue el anotador auxiliar que se pide para Luka en momentos tan fundamentales como ¨¦ste, partidos a vida o muerte. La variedad entre ambos y alguna aportaci¨®n menor de Kleber o Bullock hac¨ªan m¨¢s grande la monta?a en Phoenix. El problema principal de los Suns estaba, sin embargo, en la ofensiva. Los 10 puntos anotados en el segundo periodo hicieron que la diferencia al descanso fuera de 30. El papel de Booker y Paul era reducid¨ªsimo y los dem¨¢s tampoco se ve¨ªan con una gu¨ªa de funcionamiento frente a los ojos. Fallos debajo del aro, balones mal tocados que en cualquier partido ser¨ªan canasta, acumulaci¨®n de posesiones perdidas por faltas o p¨¦rdidas que se dan por no estar metido en el juego... Desprop¨®sito.
Hab¨ªa que saber si de los vestuarios los de Williams saldr¨ªan con una nueva cara, la que hab¨ªan mostrado en sus partidos como local en esta misma eliminatoria. No parec¨ªa tan dif¨ªcil. Pero entre Paul, que acab¨® con una lesi¨®n muscular, y Ayton, m¨¢s perdido que el barco del arroz, no hac¨ªan ni media amenaza. Booker s¨ª intent¨® ser el escape de tan dif¨ªcil situaci¨®n. Lo que pas¨® fue peor. La diferencia iba hacia arriba y no al rev¨¦s. Ya era una paliza. Los aficionados empezaban a abandonar las localidades en el tercer cuarto y no hab¨ªa sonido de viento en el desierto de Arizona. Brunson (24 puntos) cogi¨® el relevo a sus compa?eros para marear a la defensa rival e ir firmando el acta por anticipado. Luego llegaron las apariciones de Johnson o Payne, tard¨ªas y simplonas, o el continuo cambio en la pintura: McGee, saliendo y entrando; Biyombo, como pollo sin cabeza; Ayton, lo dicho; y, por ¨²ltimo, jugar sin p¨ªvot... Y para nada.