?Tenemos campe¨®n! Un Durant sobrehumano bate a LeBron y da el anillo a los Warriors
El alero, que fich¨® para esto, fue el mejor en el partido decisivo. Quinto anillo para los Warriors, segundo en tres temporadas.


Antes del primer partido Stephen Curry dijo que esta final de finales resolver¨ªa, el cierre de la primera trilog¨ªa de la historia (2015-17), qu¨¦ equipo es realmente el mejor del mundo. Y hace m¨¢s de once meses, en la mansi¨®n de los lujosos Hamptons por donde fueron pasando los pretendientes de Kevin Durant, el general manager Bob ?Myers le explic¨® al alero, que en realidad ya hab¨ªa decidido dejar Oklahoma City, que los Warriors pod¨ªan ganar anillos sin Durant y que Durant desde luego ten¨ªa dentro un par de campeonatos en los Thunder o en cualquier otro equipo. Pero que solo uni¨¦ndose podr¨ªan hacer cosas especiales: Golden State Warriors y Kevin Durant ya son, efectivamente, el mejor equipo del mundo. Y han empezado a hacer cosas especiales.
Lo mejor de Durant en el Game 5

Los Warriors no solo son campeones sino que han dado sentido a un proceso del que salieron malparados ante buena parte de la opini¨®n p¨²blica. Ellos y, sobre todo, Durant: el equipo que pierde una Final y corre a reclutar a una s¨²per estrella, la s¨²per estrella que firma con el equipo que le hab¨ªa eliminado menos de dos meses antes. Solo con un t¨ªtulo que no fuera solo un t¨ªtulo transmitir¨ªan su mensaje, el que en realidad mucha gente no iba a querer escuchar de todas formas. Solo con la primera piedra de lo que podr¨ªa ser una dinast¨ªa de leyenda quedar¨ªa atr¨¢s el 3-1 desperdiciado ante los Cavaliers para los Warriors y el juicio por alta traici¨®n, uno en el que todo el mundo quer¨ªa leer el veredicto, para Kevin Durant. Y al fin, en estas Finales que solo eran un pasaje hacia algo superior, algo que deber¨ªa culminar en pr¨®ximas temporadas, apareci¨® esa certeza ¨²ltima: los Warriors y Kevin Durant quer¨ªan reunirse no para ganar sino para ganar as¨ª. Y lo dem¨¢s nunca ha importado demasiado. El que parec¨ªa el equipo de todos en 2015 ya hab¨ªa dejado de serlo durante la siguiente temporada, cuando aplicaron una presi¨®n extrema sobre la liga para alcanzar el 73-9. Y si tocaba cambiar de bando, ?por qu¨¦ no hacerlo en formato s¨²per villanos? Como escribi¨® Terry Pratchett, aquellos que aplauden en tu coronaci¨®n son los mismos que aplaudir¨¢n en tu decapitaci¨®n. Porque lo que quiere la gente en realidad es, sencillamente, un buen espect¨¢culo.
Los Warriors son los campeones 2016-17 de la NBA, quinto anillo de una franquicia que iguala a los Spurs y solo tiene delante a los Bulls y a los inalcanzables: Lakers y Celtics. Pero quien crea que han ganado por una simple aritm¨¦tica de talento que garantizaba este resultado se ha perdido buena parte del viaje. Porque no ha querido mirar o, peor, porque no ha querido ver. Los Warriors han sido una sinfon¨ªa de aprendizaje, ensamblaje, perfeccionamiento y dedicaci¨®n. Han sido capaces de esconder sus pocos defectos y explotar al m¨¢ximo sus extraordinarias virtudes. Nadie tiene tanta magia pero nadie juega tan duro, nadie tiene tanta p¨®lvora pero nadie defiende con tanta convicci¨®n. Cuesta recordar a tantos pesos pesados trabajar juntos de forma tan arm¨®nica, tan solidaria y tan saludable. Vendr¨¢n tiempos peores y retos que tarde o temprano tendr¨¢n que ver (seguramente) con el empacho de victorias, pero por ahora cuesta no reconocer a estos Warriors el que tal vez sea su principal valor: aunque podr¨ªa haberles bastado con ponerse a jugar han optado por entenderse a fondo. Y jugar.
Y son los campeones. No un campe¨®n cualquiera y no el del primer 16-0, que se fue al limbo el pasado viernes como testamento de la resistencia extraordinaria pero in¨²til de los Cavaliers, el campe¨®n hasta ayer, y como si hiciera falta un bofet¨®n semejante para recordar que nada es f¨¢cil y nada est¨¢ garantizado, ni siquiera para estos Warriors que en tres a?os (la era Kerr: 2014-17) han ganado dos anillos y han firmado la mejor Regular Season de la historia (el 73-9) y el primer 16-1 en playoffs desde la que la primera ronda se juega a siete partidos. Y que acumulan 254 victorias (lo nunca visto en tres temporadas) entre Regular Season (207) y playoffs (47). Esta era la meta: venganza y campeonato con un nivel de juego que por momentos ha sido una mutaci¨®n con respecto a cualquier cosa conocida hasta ahora.
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En las sombras de la derrota vuelve a quedar LeBron James, que cada vez que cae lo hace con el estruendo del coloso derribado: este resultado mezclar¨¢ con su (otra vez sobrehumano) nivel de juego en un debate sobre su legado que se alargar¨¢ durante meses. Es su quinta derrota en ocho Finales, tercera en las cuatro ¨²ltimas. Los Warriors han cogido el relevo de los Spurs en el Oeste pero en el Este perdura LeBron, inamovible pero atrapado en esa paradoja casi espaciotemporal que separa el recorrido por los playoffs de su Conferencia de unas Finales contra estos Warriors, el monstruo de las mil cabezas. LeBron tendr¨¢ 33 a?os en los pr¨®ximos playoffs y no sabemos hasta cu¨¢ndo ser¨¢ una certeza inevitable. El final de su carrera va a estar marcado, necesariamente, por c¨®mo calibra sus fuerzas contra un equipo superior a todos cuando al mismo tiempo el suyo es superior a los dem¨¢s. No es f¨¢cil y no ayuda a llegar preparado a la batalla: los Cavaliers llevan dos a?os meti¨¦ndose en las Finales en el tercer partido, subi¨¦ndose sobre la marcha a un tren de alta velocidad que avanza embalado. Frenarlo requiri¨® hace un a?o un milagro hist¨®rico que no se pod¨ªa repetir. Aunque LeBron y Kyrie Irving, ese es su testamento tras una temporada irregular, nos hicieron dudar durante 72 horas, despu¨¦s del 3-1 y con los fantasmas de 2016 revolvi¨¦ndose en el armario de los Warriors.
Pero esta vez la realidad era demasiado tozuda porque esta vez Kevin Durant era el seguro contra cualquier amago de colapso: su quinto partido coron¨® sus Finales de MVP (39 puntos, 7 rebotes, 5 asistencias y 14/20 en tiros). Once puntos en el ¨²ltimo cuarto, cuando la caza interminable de unos Cavs con mil vidas acab¨® por pura falta de fuerzas, porque apretaron con todo en ataque (su defensa no ha estado ah¨ª en toda la temporada) pero los Warriors respondieron siempre, golpe por golpe en un tremendo segundo tiempo de baloncesto. Con un Durant imperial, un Iguodala extraordinario en ataque y defensa y un Stephen Curry que no se precipit¨® y supo leer el partido y sumar con precisi¨®n quir¨²rgica: 34+6+10+3 a pesar de un 2/9 en triples.
Los Warriors (6 p¨¦rdidas en el primer cuarto, 7 entre los tres siguientes) fueron mejores pero tuvieron que superar todas las trampas de unos Cavaliers que se enfrentaron a lo inevitable con una una convicci¨®n admirable. Manejaron los catorce primeros minutos con un LeBron imperial pero se les vino el mundo encima despu¨¦s, con Draymond Green y David West ordenando la defensa y Durant y Curry liberados en ataque con mucho juego en transici¨®n: de 33-41 a 69-52, un parcial de 36-11 en nueve minutos que ech¨® por tierra todo el trabajo de los Cavs: el control de LeBron (41+13+8), los triples de JR Smith (7/8), los picotazos de Irving (26 puntos).?
El segundo tiempo fue una persecuci¨®n que nunca termin¨® y que lleg¨® hasta una compresi¨®n m¨¢xima: 100-95, 108-102¡. Los Cavs no se fueron nunca, ni cuando en el ¨²ltimo cuarto Kyrie se desfond¨® y el cepo de Iguodala y Durant hizo mella en un LeBron tit¨¢nico. Pero esta vez los Warriors no miraron atr¨¢s para ver qu¨¦ era ese ruido que los persegu¨ªa por mucho que corrieran. Contra el miedo y los fantasmas de 2016 no pararon de sumar, de empujar, de probar el ¨¢nimo de un rival que cay¨® definitivamente a cuatro minutos del final: 122-108. El Oracle estall¨®, una caldera maravillosa, y los Warriors celebraron durante los ¨²ltimos 100 segundos de temporada el primer t¨ªtulo amarrado en su pista desde la mudanza a la Bah¨ªa en 1962. As¨ª se cerr¨® el primer tramo de un camino que comenz¨® en los Hamptons el pasado julio y que no sabemos d¨®nde acabara. O en realidad s¨ª: en la historia de la NBA.?