Carlos Sobera interrumpe la cita m¨¢s violenta de ¡®First Dates¡¯: ¡°Se han tratado a cara de perro¡±
Ni ?ngel ni Xiomara estuvieron c¨®modos con su velada por culpa de ¡°los malos modales¡± de ¨¦l hasta el punto de que Carlos Sobera ha tenido que interrumpir.


El restaurante de ¡®First Dates¡¯ es a la televisi¨®n lo que Old Trafford al mundo del f¨²tbol: un teatro de los sue?os donde todo puede pasar. Lo bueno (encontrar el amor), pero, por supuesto, tambi¨¦n lo malo. Cuando se abre el tel¨®n del restaurante, la cita puede ir por cualquier derrotero. De hecho, es casi m¨¢s habitual que termine en calabazas.
Xiomara lleg¨® al plat¨® buscando el amor de un hombre ¡°honesto, sincero y simp¨¢tico¡±. Pleno -n¨®tese la iron¨ªa-, debi¨® pensar, cuando vio entrar a ?ngel, un entrenador personal que nada m¨¢s llegar cont¨® que hab¨ªa tenido una noche loca. No existi¨® atracci¨®n mutua e incluso ya se empezaron a ver las primeras p¨ªldoras de mal gusto: ¡°Si la miro de cara para abajo s¨ª, pero de cara para arriba no¡±.
Poco tiempo despu¨¦s de sentarse, ?ngel le pregunt¨® a Xiomara si sus ojos eran azules de verdad, algo que a ella no le gust¨® nada. ¡°No me ha gustado, pero aun as¨ª le he dado una oportunidad. Estaba tan inc¨®moda que me quer¨ªa ir en el minuto uno¡±, confes¨® ella. Una sensaci¨®n que no hizo m¨¢s que incrementarse cuando le pregunt¨® si sus pechos eran naturales. ¡°Nunca me hab¨ªa pasado que una persona fuera tan maleducada. Es un capullo total¡±.
En esa tesitura lleg¨® el detonante definitivo, aunque no hac¨ªa falta mucha m¨¢s mecha para que estallara la bomba. A ¨¦l no le gust¨® que ella fuera fumadora. ¡°Odio el tabaco y, con eso, ya puedo deducir por d¨®nde va a ir la cita¡±, pronunci¨® ¨¦l, que no tard¨® en a?adir un nuevo comentario sobre su escote.
Xiomara estall¨®. ¡°Escuch¨¢ndote a ti no creo que me vaya a gustar. Es un poco rid¨ªcula esta cita, no me parece. Se trata de hablar de amor, pero has venido con una actitud irrespetuosa. Me pareces superagresivo y no eres Brad Pitt¡±, le espet¨® ella. Puestos a hablar de superficialidad, le critic¨® su acn¨¦ en la cara. ¡°Si eres maleducada, lo eres. Te faltan valores. Yo no te he mirado por encima del hombro y t¨² vas como de diva¡±, le contest¨® ¨¦l.
Vista la situaci¨®n, Carlos Sobera se vio obligado a interrumpir la cita para mandar a cada uno rumbo a su casa. ¡°No hay ning¨²n tipo de empat¨ªa entre vosotros y esto es imposible. No hay por qu¨¦ continuar con esto y convertirlo en un suplicio para los dos¡±. Sin tardar un segundo, los dos se levantaron y se fueron casi sin despedirse.
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