El plato que marc¨® la infancia de Karlos Argui?ano: ¡°Lo que hab¨ªa en casa en aquella ¨¦poca...¡±
El chef vasco ha confesado en una reciente emisi¨®n de ¡®Cocina Abierta¡¯ cu¨¢les eran sus comidas favoritas de peque?o.


Hay pocos cocineros que conozcan tan de cerca el arte de la gastronom¨ªa y, al mismo tiempo, sepan transmitirlo tan bien como Karlos Argui?ano. El chef vasco, rostro de la cocina en televisi¨®n desde hace un cuarto de siglo y uno de los m¨¢ximos exponentes de la conocida como Nueva Cocina Vasca. Su sabidur¨ªa es amplia y el de Beas¨¢in ha hecho por cultivarla desde muy temprana edad: antes de ser el cocinero m¨¢s popular de Espa?a, antes, incluso, de abrir su primer restaurante, ya hab¨ªa descubierto su amor por lo culinario.
Fue cuando era un ni?o. As¨ª lo ha revelado el propio Argui?ano en una reciente emisi¨®n de Cocina Abierta en la que, con el tono cercano y el gesto humilde que le caracteriza, ha revelado a los telespectadores qu¨¦ platos de su vida cotidiana conquistaron su paladar cuando apenas era un cr¨ªo.
Platos asociados al hogar
La confesi¨®n se dio cuando un televidente le pidi¨® que realizara alguna receta que le recordase a su abuela. Argui?ano, a quien convenci¨® r¨¢pidamente la propuesta, la transform¨® en reivindicaci¨®n para pedir a todos aquellos que le vieran desde el sof¨¢ que nunca dejaran de honrar y hacer memoria a esos platos que asociaban al hogar.
Cuando crey¨® haber convencido a los telespectadores, entonces, revel¨® cu¨¢les eran los suyos. ¡°Yo tengo recuerdos de las empanadillas de bonito de mi madre, de las alubias rojas con morcilla de Beasain, puerros con patatas, carne con tomate...¡°, enumer¨®, definiendo estas comidas como ¡±platos sencillos" y reduci¨¦ndolos a una frase que marc¨® a toda su generaci¨®n: ¡°Lo que hab¨ªa encasa en aquella ¨¦poca¡±.
Ha pasado tiempo desde entonces. Desde la cima culinaria y televisiva otea el pasado y sonr¨ªe al saberse en el ocaso de su vida profesional. ¡°Estoy en el final de mi carrera, que no s¨¦ lo que va a durar. Dos, tres o cinco a?os. No lo s¨¦ todav¨ªa. Pero no estoy acabado, ni mucho menos¡±, confes¨® entonces, asegurando que se siente ¡°fresco¡±: ¡°Tampoco voy a decir como una lechuga... Como una acelga¡±.
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