El nutricionista Pablo Ojeda se rompe al hablar de su adicci¨®n al juego: ¡°Vender un ¨®rgano era una idea perfecta¡±

Pablo Ojeda es una de las estrellas de la nutrici¨®n tanto en las redes sociales como en la televisi¨®n. El colaborador de ¡®M¨¢s Vale Tarde¡¯ acudi¨® al programa este lunes, pero para contar una historia totalmente distinta a la que tiene acostumbrados a los espectadores. Ojeda presentaba su libro ¡®Cuando me aliment¨¦ del juego¡¯, un relato desesperado donde cuenta su relaci¨®n con el juego y su ludopat¨ªa.  

La historia es tan cruda como la de muchas otras personas que padecen la misma enfermedad. Diez a?os de rehabilitaci¨®n, problemas familiares e incluso coqueteos con la muerte. Una situaci¨®n totalmente desesperada que empez¨® por ¡°aburrimiento¡± con tan solo 22 a?os.  

¡°Soy lud¨®pata. Me encantar¨ªa decirte otra cosa, pero es mi realidad. A mi madre no le gusta escucharlo, pero es la realidad. El d¨ªa que me relaje, vuelvo a jugar. Lo ¨²nico que aprendemos es a vivir sin jugar¡±, reflexion¨® antes de contar algunos episodios que ponen la piel de gallina a cualquiera que los escuche de su boca. 

Robar y vender el coche de su padre ¡°para seguir jugando, porque ten¨ªa los bolsillos vac¨ªos¡± mientras hac¨ªa creer que el responsable del hurto hab¨ªa sido un tercero, pedir dinero a su abuela o, todav¨ªa m¨¢s crudo, tener incluso los billetes comprados para vender un ri?¨®n fueron algunas de las situaciones que vivi¨®. ¡°Me daban 60.000 euros y pod¨ªa pagar todas mis deudas. Vender un ¨®rgano para tener liquidez era una idea perfecta. Llegu¨¦ a comprar los billetes para irme¡±, relat¨®.  

Incluso ten¨ªa apuntado todos los puentes debajo de los que pod¨ªa dormir si, finalmente, se quedaba sin nada. ¡°Tambi¨¦n los sitios donde te pod¨ªan dar aseo y comida. En mi mente sab¨ªa que en alg¨²n momento esa circunstancia pod¨ªa ocurrir¡±, expres¨®.  

Secuelas para siempre 

A?os m¨¢s tarde y tras pasar por una rehabilitaci¨®n intensiva con ingreso incluido, la ludopat¨ªa todav¨ªa tiene consecuencias para ¨¦l. ¡°Si entro en un bar, me pongo de espaldas. No puedo ver las tragaperras. Para salir de la ludopat¨ªa tuve que cambiar todo. Amigos, ambientes... estuve seis a?os sin ir a un bar¡±.  

Tambi¨¦n hay lagunas de esa ¨¦poca. ¡°Recuerdo que me estaba duchando con mi hija peque?a y mi mujer me dijo que hac¨ªa lo mismo con la mayor. Y en ese momento, que yo estaba en rehabilitaci¨®n, no me acordaba. No ten¨ªa recuerdos de mi hija mayor por la mierda del juego¡±, describi¨®.  

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