Universal Bellingham
El ingl¨¦s se ha adaptado como un guante al Madrid. Dos partidos han sido suficientes para medirle. Probablemente le ha favorecido su temprano adiestramiento en Dortmund.

Han bastado dos partidos para colocar a Jude Bellingham a la cabeza de los fichajes ingleses en el Real Madrid, una lista corta que inaugur¨® Cunningham en 1979 y contiene a nombres importantes del f¨²tbol brit¨¢nico: McManaman, Beckham, Woodgate, Owen y Gareth Bale. Jugadores prestigiosos en la Premier League, con el valor a?adido de su origen. En cuestiones de f¨²tbol, lo ingl¨¦s tiene un efecto cautivador, el aroma de los fundadores que tan bien vende en el mercado y tantas expectativas levanta en el p¨²blico. Entre todos, ninguno ha calado tan pronto en el madridismo como Bellingham.
Cunningham fue una sensaci¨®n en el West Bromwich Albion, en una ¨¦poca muy dif¨ªcil para los futbolistas negros en la Liga inglesa. Una temprana lesi¨®n abri¨® un interrogante que nunca se resolver¨¢: ?un extremo de ¨¦poca o un delantero irregular, de grandes momentos y muchas lagunas? Beckham estaba etiquetado cuando fich¨® por el Madrid. Se hab¨ªa convertido en una marca registrada, perfectamente aprovechada por un jugador que ten¨ªa mucha vista para el negocio. Ahora es un potentado del Inter Miami, ficha a Messi y se codea con la realeza. La chistera y el bomb¨ªn le quedan de maravilla. En el Madrid dej¨® buenos amigos y poca huella en el c¨¦sped.
Owen fue Bal¨®n de Oro en una ¨¦poca de fant¨¢sticos futbolistas en el Real Madrid. Jugaba en el Liverpool y marcaba goles con regularidad en la selecci¨®n inglesa. Fuera del ¨¢rea pasaba malos ratos. Le faltaba t¨¦cnica, recursos, la clase de habilidades que distingue a los buenos jugadores de verdad. Se benefici¨® del IVA asociado a su procedencia, pero pas¨® de puntillas por el f¨²tbol espa?ol. Un inexplicable ganador del Bal¨®n de Oro.
A Woodgate le adornaban estupendas condiciones defensivas, pero no pudieron apreciarse en Espa?a. Un calvario de lesiones musculares le impidi¨® jugar tres partidos seguidos. Regres¨® a Inglaterra, pero su trayectoria no remont¨®, condenado por sus problemas f¨ªsicos. De Gareth Bale se puede decir lo mismo, pero su caso es diferente. Ofreci¨® destellos de sus impresionantes condiciones ¨Cveloz, potente, gran pegada, notable cabeceador, imparable en campo abierto¨C, pero su indiferencia rozaba la apat¨ªa. Termin¨® por irritar al personal. Le persiguieron las lesiones, generalmente resueltas cuando le reclamaba la selecci¨®n de Gales.
En todos los casos, excepto en el de McManaman, los jugadores brit¨¢nicos dieron la impresi¨®n de a?orar la cultura futbol¨ªstica de la Premier League. Y la no futbol¨ªstica. Espa?a no ha sido, en ese aspecto, diferente a otros pa¨ªses europeos. Raro ha sido el producto de las Islas que ha triunfado en las ligas del continente. La corta anchura del Canal de la Mancha ha supuesto una distancia sideral, dos universos, el insular y el continental, aunque en los ¨²ltimos a?os la aproximaci¨®n es evidente. La influencia de los entrenadores europeos es masiva en la Premier League, donde muchos de los viejos h¨¢bitos han cambiado radicalmente. El futbolista ingl¨¦s, que era magn¨ªfico en su entorno, empezar¨¢ a serlo a este lado del canal.
Bellingham se ha adaptado como un guante al Real Madrid. Probablemente le ha favorecido su temprano adiestramiento en el Borussia Dortmund, pero lo que ofrece no tiene la menor contraindicaci¨®n. Es un fenomenal futbolista que ahora le sirve al Real Madrid como goleador y de lo que sea necesario cuando el entrenador se lo pida. Todo indica que tiene madera de l¨ªder, de jefazo de la nueva generaci¨®n del equipo, la clase de jugador que pisa el campo como si le perteneciera. Dos partidos han sido suficientes para medirle. Es ingl¨¦s, pero no insular. Afortunadamente para el Real Madrid, Bellingham es el m¨¢s universal de los jugadores.