Sin ajuste fino en el medio campo del Madrid
Cuando llega un Madrid-Bar?a, la pretemporada se convierte en temporada, sin otra raz¨®n que la enconada rivalidad. Bellingham transmite buenas sensaciones y De Jong fue un l¨ªder de verdad.

Cuando llega un Real Madrid-Bar?a, la pretemporada se convierte en temporada, sin otra raz¨®n que la enconada rivalidad y las conclusiones que se obtienen del partido, que en Dallas fue todo lo festivo que los americanos reclaman del juego. En un pa¨ªs donde se ha mirado el f¨²tbol con sospecha por unas condiciones que no casan con el v¨¦rtigo habitual de los cl¨¢sicos deportes profesionales americanos -NFL, NBA, NHL-, los migrantes son el principal arrastre de gente a los estadios. En el imponente estadio de Arlington, en los suburbios de Dallas, 82.000 espectadores, en su inmensa mayor¨ªa de origen hispanoamericano, disfrutaron del gran Cl¨¢sico espa?ol. Del gran Cl¨¢sico mundial, en definitiva. Y lo que vieron fue un partido divertido por descontrolado, con m¨¢s producci¨®n ofensiva del Madrid, pero con mucha peor punter¨ªa.
En la alineaci¨®n de Ancelotti se detect¨® la idea de futuro, de inminente futuro a la vista de los jugadores que ocuparon el centro del campo y la delantera. Desde hace dos a?os, se asiste en el madridismo a un debate generacional. A un lado, los j¨®venes -Camavinga, Tchouameni y ahora Bellingham- y en el otro dos futbolistas bien entrados en la treintena, pero due?os de una sabidur¨ªa pocas veces vista. Modric y Kroos se quedaron en el banquillo. Hab¨ªa que medir a la nueva generaci¨®n.
Valverde, Tchouameni y Camavinga ocuparon sus posiciones naturales. Es dif¨ªcil asignar una posici¨®n rotunda a Bellingham. Sirve como interior derecho, medio centro y media punta, puesto que le reserv¨® Ancelotti frente al Bar?a. El ingl¨¦s transmite buenas vibraciones por donde pasa, pero todo el medio campo se encuentra en un r¨¢pido proceso de adaptaci¨®n, sin la red de seguridad que permite la presencia de Modric y Kroos, dos jugadores con toda la ciencia y la experiencia del mundo.

Al medio campo del Madrid se le vieron m¨¢s los buenos detalles que la consistencia en la elaboraci¨®n. Enfrente, el Bar?a, que quiz¨¢ ha descubierto un diamante sin pulir en la figura de Ferm¨ªn L¨®pez, utiliz¨® a De Jong como primer y casi ¨²nico receptor, Romeu qued¨® relevado de trabajo constructivo y funcion¨® como corrector t¨¢ctico. En la vieja jerga, se dec¨ªa de jugadores como Romeu que se sab¨ªan perfectamente las cuatro reglas y evitaban los logaritmos. El caso es que De Jong jug¨® uno de los partidos m¨¢s s¨®lidos que se le recuerdan en el Barca. Fue un l¨ªder de verdad, no el bonito y superficial centrocampista de costumbre.
De Jong fue una excelente noticia para el Bar?a, Balde confirm¨® su mete¨®rica progresi¨®n y Demb¨¦l¨¦ ya no es el diablo intermitente y confuso de sus tres primeros a?os. En lo suyo, que es acelerar, regatear y amenazar a los laterales, tiene pocos rivales en el f¨²tbol mundial. Uno de ellos es Vinicius, que en el dibujo de Ancelotti abandon¨® el ala izquierda del 4-3-3 para juntarse a Rodrygo en el 4-4-2. Vinicius se siente figura con todo el derecho del mundo. Lanz¨® el penalti que pudo igualar el encuentro, pero estrell¨® el tiro en el larguero. El Madrid sufri¨® un caso ins¨®lito de atracci¨®n por la madera. Cinco remates a los palos desaf¨ªan la l¨®gica, pero explican las numerosas oportunidades del equipo en Dallas, incluido una impresionante parada de Ter Stegen en el tiro libre que lanz¨® Rodrygo y el sencillo cabezazo que desperdici¨® Joselu en el segundo tiempo.
Ancelotti se refiri¨® a los detalles positivos del encuentro, y no faltaron. Fue un Madrid din¨¢mico, rematador y generador de tensiones en la defensa del Bar?a, que anduvo muy apurada en grandes fases del partido. Sin embargo, la defensa no funcion¨® y al medio campo le falt¨® armon¨ªa y buenas conexiones. Dio la impresi¨®n de empezar el curso y saber a medias las lecciones. Veremos si progresa la idea de Ancelotti con cuatro centrocampistas, qu¨¦ papel cumplir¨¢n Modric y Kroos en este tr¨¢nsito generacional y falta por resolver la inc¨®gnita del nueve. O sea, el misterio Mbapp¨¦.