Los d¨ªas del trueno

A punto de tirar la toalla con la insufrible deriva parafutbol¨ªstica volv¨ª a refugiarme en el pasado, nunca tanto como mi amigo hincha del Liverpool, Juan Mor¨¢n, campe¨®n del retrodeporte: va siguiendo como si fuera de hoy mismo la actualidad de hace veintitantos a?os en los medios. All¨ª vive y nos lo cuenta. Y me lo imagino flipando ahora con la remontada del Valencia en Montju?c, aquel d¨ªa contra el Espanyol, que salv¨® a Rafa Ben¨ªtez y abri¨® camino a dos Ligas ches. O prepar¨¢ndose para ver ganar a Grecia aquella Eurocopa antidogm¨¢ticos. Gloria bendita.
El f¨²tbol no es que d¨¦ revancha, es que resucita a los muertos. De chutarse con adulteraciones ligueras al adi¨®s con retardo de Xavi en menos de 7 d¨ªas. Hasta que llegue otra jornada y deje en nada el estruendo mareante de la anterior. Todo esto pasar¨¢, s¨ª, pero mientras, qu¨¦ agotamiento. Porque todo queda, y lo nuestro es ese pasar machadiano en el que solo los m¨¢s grandes levitan por encima del barullo para permitirnos huir del mundanal ruido.
Estos d¨ªas de discusi¨®n chusquera se fue un zurdo inolvidable, un 11 colosal, Luigi Riva, Rombo di tuono, le llamaban: el sonido del trueno. As¨ª sonaba su golpeo infalible, un ca?¨®n en la pierna izquierda. Gigi, que trabajaba en una f¨¢brica de ascensores lombarda, se baj¨® del montacargas a tiempo, apost¨® por el dopolavoro e hizo el camino m¨¢s largo para subir a la Serie A. El hombre que lleg¨® del norte y descubri¨® Cerde?a, donde hizo campe¨®n al Cagliari, peque?o club de provincias, m¨¢s cerca de ?frica que del continente, al que nunca abandon¨® por los grandes de Italia, ha muerto siendo el m¨¢ximo goleador de su selecci¨®n, capocannoniere azzurro. Nos deja su fidelidad y sus goles, como el del primer partido del siglo, el original (Italia 4-Alemania 3 en semis de 1970: ¡°El mejor gol del mejor partido del mejor deporte del mundo¡±, dijo Mario Grismondi). ¡°Solo le mete goles a Chipre¡± y ¡°Tiene la pierna derecha para bajar del tranv¨ªa¡±, bramaba la turba. Contra el ruido fastidioso, paciencia. Entre el barullo, al final siempre se eleva un campe¨®n. El sonido definitivo del trueno.