Lev¨¢ntate y anda
No se le puede hurtar al profesional Joan Garc¨ªa la posibilidad de fichar por el club que prefiera, pero,...
Primero los factos: a punto de cumplir 125 a?os, el 28 de octubre, el Real Club Deportivo Espanyol de Barcelona afronta su temporada n¨²mero 89 en la Primera Divisi¨®n espa?ola. Lo mismito que uno de los clubes m¨¢s grandes del mundo, el Atl¨¦tico de Madrid (solo Madrid, Bar?a, Athletic y Valencia les superan), 7 cursos m¨¢s que el Sevilla, 10 m¨¢s que la Real Sociedad, 29 m¨¢s que el Betis, sin ir m¨¢s all¨¢. Solo ha faltado seis temporadas, con un curioso r¨¦cord: siempre que descendi¨®, regres¨® a su h¨¢bitat natural a la primera. Es el club que marc¨® el primer gol de la historia de la Liga, ha ganado cuatro t¨ªtulos (cuatro Copas) y (siendo el s¨¦ptimo en puntos y victorias) es el ¨²nico que ha perdido m¨¢s de 1.000 partidos. S¨ª, eso tambi¨¦n es una gesta: porque el club m¨¢s derrotado es tambi¨¦n el club que m¨¢s veces se ha vuelto a levantar.
Ahora las penas: de confirmarse el fichaje por el eterno rival de Joan Garc¨ªa, ¨ªdolo perico de las dos ¨²ltimas temporadas, vuelve a escribirse el relato de un futbolista que abandona el club en el que creci¨® por el adversario antag¨®nico, contra el que no solo compiti¨® deportivamente, sino ante el que tambi¨¦n represent¨® una idea profundamente opuesta de entender el f¨²tbol. Y la vida. Hasta hoy, Joan no quer¨ªa ser como ellos. Tiene derecho a cambiar de identidad. Pero si reducimos la posible marcha del guardameta a una cuesti¨®n profesional, condenamos el f¨²tbol a la irrelevancia m¨¢s all¨¢ de los que cobran. Y el negocio del f¨²tbol deja de tener sentido sin los desairados que sostienen el sentimiento.
Este no ser¨ªa un fichaje m¨¢s. Ni para el jugador, que bes¨® el escudo blanquiazul con vehemencia en la ¨²ltima cita, ni para la afici¨®n que lo ha idolatrado. No se le puede hurtar al profesional Joan Garc¨ªa la posibilidad de fichar por el club que prefiera, pero, al mismo nivel, tampoco se le puede hurtar a los hinchas su sentimiento. Nos romper¨¢ el coraz¨®n. Los 25 millones no paliar¨¢n el dolor, mientras la desafecci¨®n que se lleve el cancerbero la pagar¨¢ su nuevo sueldo y las promesas de t¨ªtulos, Champions y Selecci¨®n: en las cuentas de Joan el desamor le sale a devolver. A los pericos la cicatriz nos servir¨¢ para volvernos a levantar.
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