Mi pancarta para Bale: ¡®Bye. Bye. Bye. In that order¡¯
Gareth pasar¨¢ a la historia por ser un grand¨ªsimo futbolista encerrado en el cuerpo de un golfista. No siempre coinciden el talento natural de un individuo con su vocaci¨®n emocional.


Si el joven Bale pudiese elegir, hubiese estado disput¨¢ndole a Jon Rahm los ¨²ltimos British Open. Pero su f¨ªsico y su zurda exquisita le obligaron a vivir, bastante bien por cierto, del f¨²tbol. El f¨ªsico le acompa?¨® hasta el extremo de ser un privilegiado. Cierto es que las lesiones le traicionaron, pero el 90% de los jugadores de ¨¦lite hubiesen querido tener el chasis del galgo de Cardiff. Su fichaje por el Madrid se convirti¨® en la gran esperanza blanca hasta el punto de quererle disputar la jerarqu¨ªa al mejor Cristiano de siempre. Le aval¨® un primer a?o imperial en el Bernab¨¦u con aquellos goles decisivos en la final de Lisboa (2-1 en la prorroga) y ese golazo inolvidable en Mestalla en final de Copa ante el Bar?a de Messi y Neymar, pero ese mismo verano cambi¨® su peinado cl¨¢sico, y se hizo el famoso kiki que cambi¨® su suerte para siempre...
Se pas¨® dos o tres a?os viviendo de aquel curso inicial imperial de blanco. Siempre le esper¨¢bamos y solo dejaba destellos. Era el jugador de las finales, como si el resto de la temporada no fuese con ¨¦l. Ten¨ªamos m¨¢s noticias de ¨¦l por los partes m¨¦dicos y en los torneos amateur de golf que se disputaban en la capital. Bale empez¨® a ser un juguete roto incomprendido, al que no le ayudaba tener un agente que se empe?aba en insultar a los aficionados del Bernab¨¦u por algo tan sencillo como la palabra ¡°exigencia¡±. Cierto es que nos dej¨® lo mejor para su ultimo legado, que fue en la final de Kiev. Su maravillosa chilena ayud¨® a ganar al Madrid la 13?, pero esa misma tarde compiti¨® con Cristiano para emborronar la fiesta anunciando los dos ¡°que su futuro en el Madrid estaba en el aire¡±. El portugu¨¦s se fue, para dolor de todos. El gal¨¦s se qued¨®, con los galones y el mejor sueldo imaginable, pero lo tir¨® por la borda. Dio tres pasos atr¨¢s. Mientras que Benzema dio tres hacia delante. Sin la sombra del portugu¨¦s, Bale desapareci¨®. Decididamente se tir¨® tres temporadas en el Madrid viviendo del cuento y de las fotos de sus goles decisivos en las finales. Pocas veces un futbolista ha estado m¨¢s sobrevalorado si valoramos su producci¨®n en el d¨ªa a d¨ªa. Vivi¨® de los destellos. Bale deja un legado grande en t¨ªtulos, pero gana escaso hueco en el coraz¨®n de los madridistas. Por algo ser¨¢. Por eso, querido Gareth, me despido de ti con una pancarta burlona como a ti te gusta: ¡®Bye. Bye. Bye. In that order¡¯.