El mejor de los escritores franceses
Nadie se esperaba estas prisas, ni estos recelos, ni tantas medias verdades. No estar¨¢ contento Florentino, que lo trat¨® como a un hijo y lo ve salir como un sobrino lejano.

Benzema deja el Real Madrid de aqu¨ª y se va al de all¨¢, el Al Ittihad, que es como abandonar la concentraci¨®n de La Roja para irse a jugar con La Cervantina, pero sin honor, tan solo por dinero. Tendr¨ªan que haber visto a nuestra selecci¨®n nacional de escritores el pasado s¨¢bado. Cinco goles le metieron a los alemanes con una m¨ªnima ayuda del ¨¢rbitro, nada que no se haya visto en el Bernab¨¦u otras mil veces. Y lo hicieron, adem¨¢s, mostrando un amor infinito por el juego, una lealtad inquebrantable hacia el compa?ero y un desprecio absoluto por los tratados internacionales. Cinco goles, insisto, y reserv¨¢ndose al bueno de Galder Reguera para dar ambiente en los minutos finales: de esto va, aunque no lo parezca, el adi¨®s del futbolista franc¨¦s.

Al joven Benzema fue Florentino a buscarlo a Lyon como qui¨¦n va, en persona, a la casa de los padres del novio para decir que s¨ª, que asistir¨¢ a la boda del chaval y lo har¨¢ acompa?ado de medio planeta: esa era la propuesta, forjarse como estrella en un club donde siempre hay millones de ojos mirando. Puso de su parte el tecno-delantero, que es un puesto inventado por ¨¦l mismo para tener cabida en el f¨²tbol de los dem¨¢s. Pero tambi¨¦n el Madrid, que lo esper¨® mil veces en la puerta de la discoteca y le sujet¨® la cabeza cuando fue necesario sin apenas reproches, ni uno solo en p¨²blico, si exceptuamos aquella adaptaci¨®n de La Chaqueta Met¨¢lica escrita, dirigida y protagonizada por Mourinho. Todo para esto. Para un adi¨®s sin aviso, sin coros ni danzas en el estadio, sin l¨¢grimas en los ojos.
Cinco Champions y todo eso dan para mucha manga ancha, ustedes me entienden. Pero nadie se esperaba estas prisas, ni estos recelos, ni tantas medias verdades. No estar¨¢ contento Florentino, que lo trat¨® como a un hijo y lo ve salir por la puerta como un sobrino lejano. Ni el madridismo aunque, en general, lo d¨¦ por descontado. Ni tampoco la Espa?a futbolera que lo temi¨® y admir¨® como lo que era: el mejor de los escritores franceses de su tiempo. Que vayan anotando esa matr¨ªcula nuestras huestes vengadoras de La Cervantina.