El f¨²tbol no nos debe nada

El f¨²tbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre queda a deber, no importa el resultado. Pregunten por ah¨ª: todo el mundo le reclama algo al f¨²tbol y no siempre de buenas maneras, algunos con tanta insistencia que dan ganas de pagarles el abogado. Es el caso de los colchoneros, convencidos de que el f¨²tbol les debe una Copa de Europa. O de los argentinos ¡ªy media parroquia cul¨¦¡ª que hasta el otro d¨ªa par¨¢bamos a desconocidos por la calle para reclamar ese Mundial que el f¨²tbol le deb¨ªa a Messi. Por deber, el f¨²tbol tambi¨¦n le debe un Bal¨®n de Oro a Ra¨²l, una UEFA al Alav¨¦s y un t¨ªtulo ¡ªuno cualquiera¡ª al Celta de Vigo, aunque solo sea por mantener la paz social en Galicia.
En alg¨²n momento deber¨ªamos abandonar esta deriva que solo lleva al desencanto. Podr¨ªa ser uno de los prop¨®sitos generales para el nuevo a?o: el fin de la guerra, del hambre en el mundo y la asunci¨®n definitiva de que el f¨²tbol no le debe nada a nadie, si acaso a mi padre, que so?aba con hijo futbolista y sufri¨® la verg¨¹enza de verme jugar al voleibol. En caso contrario, y suponiendo insistamos en comportarnos como adolescentes convencidos de merecer una moto por aprobar ocho asignaturas, el f¨²tbol deber¨ªa ponerse serio y recordarnos lo mucho que nosotros le debemos a ¨¦l.
Porque el f¨²tbol, aunque no se defienda, es el deporte que levantaba a tu abuelo del sill¨®n y lo arrastraba al estadio, donde cantaba goles que no val¨ªan para nada y recitaba alineaciones de memoria. Y es el mismo deporte que defini¨® una parte de tu personalidad, porque uno puede abrazar la comodidad del madridismo o apuntarse a la resistencia, que es todo lo dem¨¢s, en una decisi¨®n tan trascendental que alg¨²n d¨ªa abrazar¨¢s la muerte pregunt¨¢ndote c¨®mo habr¨ªa sido tu vida eligiendo el camino contrario. El f¨²tbol es tu taburete en el bar del pueblo, las mejores broncas entre amigos, el arte fuera de los museos y ese amor que no se crea ni se destruye, tan solo te transforma. El f¨²tbol, si de verdad creemos que nos debe algo, tambi¨¦n es el sue?o cumplido de nuestras madres: tem¨ªan haber criado a un salvaje y, miren por d¨®nde, al final les sali¨® un hijo contable.