
Cuando uno piensa qu¨¦ deporte, o actividad outdoor, debe ser el m¨¢s duro del mundo piensa siempre en las ensaladas de golpes de los combates MMA, en los maratones tipo Spartan Race donde los obst¨¢culos llevan al l¨ªmite de la resistencia a sus participantes, o en los fatigosos ascensos del alpinismo por encima de los 7000 metros. Nadie piensa en la navegaci¨®n en velero. No si no est¨¢ embarcado en el HMS Terror en busca de un paso por el noroeste ¨¢rtico durante el invierno de 1845. Hoy en d¨ªa, velero y glamour est¨¢n tan vinculados como la ginebra y la t¨®nica.
La Ocean Race no es exactamente as¨ª. Cuando se ve por primera vez un barco que compite en la Ocean Race, se aprecia un velero elegante, de l¨ªneas veloces. Un casco que se asemeja a una espada propulsado por hasta cuatro velas que se aferran a un m¨¢stil de una altura de casi dos veces la eslora del barco. Si se tiene la suerte de ver uno de estos monocascos, uno se da cuenta de que est¨¢ ante un barco diferente: Un F¨®rmula 1 sobre el agua.
Contra Viento y Marea
Pero la cosa cambia cuando se visita el interior. Entonces no se encuentran las comodidades que uno espera de un velero que puede llegar a costar 6 millones de euros. No hay camarotes, no hay sal¨®n con sof¨¢s y televisi¨®n, no hay bar con mirador, ni tumbonas, ni cuarto de ba?o con ducha. En su lugar hay una ba?era oscura, ¨¢spera para los navegantes inexpertos. En vez de camarotes, una serie de camastros, peque?os, estrechos y duros, cuelgan del casco sujetos por cuerdas que regulan la inclinaci¨®n del catre. Bajo cubierta, estos barcos se tornan en una especie de distop¨ªa espartana en la que la mayor¨ªa de los que navegamos por placer no durar¨ªamos ni 12 horas.
Durante la regata el barco est¨¢ compitiendo las 24 horas del d¨ªa, lo que obliga a la tripulaci¨®n a hacer turnos de 4 horas en las que deben navegar, comer o dormir compartiendo los catres, es lo que se conoce como ¡°sistema de vigilancia¡±. Pero los ¡°sistema de vigilancia¡± no siempre son uniformes y rutinarios. Aunque un tripulante est¨¦ en su turno de dormir, puede ser requerido para una de las tareas m¨¢s duras de abordo: despertarse, cambiarse de litera a la de barlovento (o parte alta del barco) y adem¨¢s distribuir todos los bultos y pesos del barco de sotavento a barlovento, para que el velero est¨¦ equilibrado y pueda seguir navegando a velocidad punta¡y luego, s¨ª puede, volver a dormir conciliando el sue?o con una atm¨®sfera h¨²meda, con calor asfixiante o fr¨ªo polar, con el crujido atronador de la arboladura cuando vientos huracanados golpean el barco y el movimiento extremo del casco.

En cubierta la vida no es mucho m¨¢s f¨¢cil. Las condiciones pueden variar en la misma jornada del fr¨ªo helado a un calor tropical, de un mar en calma a temporales con fuertes vientos aullantes que azotan las velas y monstruosas olas que barren la cubierta. En esas condiciones, cobrar o halar un cabo (maniobra que se hace con unas manivelas) puede ser extenuante. Se calcula que cada tripulante quema una media de unas 5000 a 6000 calor¨ªas diariamente. Algunos han llegado a perder hasta 11 kilos en una etapa de la regata.
?C¨®mo recuperan los tripulantes esa energ¨ªa? Entre las literas de babor y estribor, un peque?o espacio de apenas dos metros de ancho, se sit¨²a la ¡°cocina¡±. Una especie de fregadero de cocina com¨²n, y no m¨¢s grande, donde se calienta el agua con el que hidratar los platos liofilizados. B¨¢sicamente platos de pasta y carne, con un alto contenido en calor¨ªas, que los tripulantes complementan con algunos frutos secos y complejos vitam¨ªnicos. La cuesti¨®n es que hay que cargar el menor peso posible, para que el barco sea m¨¢s veloz, as¨ª que no puede llevar c¨¢maras frigor¨ªficas para alimentos frescos o congelados, ni generadores que alimenten dichas instalaciones. La mejor soluci¨®n es la comida deshidratada cuya cantidad se calcula por la media de consumo de energ¨ªa y tripulante, seg¨²n la longitud de las etapas. Hay que imaginarse semanas en alta mar consumiendo sopa de sobre, nueces y ninguna cerveza.

Y a la hora de ir al ba?o, la cosa no mejora. El inodoro viene a ser una ensaladera con un tubo en el fondo dentro de una cabina no m¨¢s grande que un armario de un cuerpo. Puede que sea una estrategia para aprovechar la mayor parte que se consume ?Y duchas? Yo no v¨ª ninguna. En esto los marineros se parecen a los astronautas de la estaci¨®n espacial internacional. Bueno en el tema de las duchas y, tambi¨¦n, cuando los barcos pasan por Point Nemo, en el Oc¨¦ano Austral, la ubicaci¨®n en mar abierto m¨¢s alejado de la tierra en todo el planeta. En ese momento, astronautas y oceanracenautas son los seres humanos m¨¢s aislados.
La misma estrategia que con la comida se aplica al equipaje. Los tripulantes no llevan muchas mudas, hay que ahorrar peso y espacio. En el min¨²sculo espacio donde deben meter toda su ropa, una camiseta envasada al vac¨ªo es la joya t¨¦rmica, el ¨²ltimo recurso que ponerse en caso de que el fr¨ªo, la humedad o las salpicaduras de las olas golpeando la cubierta hayan mojado todo.

La equipaci¨®n outdoor m¨¢s t¨¦cnica del mercado
En un entorno donde la temperatura puede desplomarse como la bolsa en el 29, donde la humedad es constante, el jarreo de agua horizontal y el viento puede cortar como cuchillas de afeitar, la equipaci¨®n de los tripulantes debe ser de lo m¨¢s t¨¦cnico que hay en el barco. Y en este sentido los competidores son muy estrictos y piden a las marcas, no solo un dise?o espec¨ªfico para mejorar la maniobrabilidad marinera con bolsillos o cierres en sitios espec¨ªficos, si no unas cualidades del tejido que les proteja de todos los elementos antes mencionados. En esto Helly Hansen, fundada en su d¨ªa por un capit¨¢n de barco, pone la guinda con equipaciones como la ?gir Race Sailing Light Smock, un cortavientos completamente impermeable y transpirable, muy duro, ligero y plegable que permite total libertad de movimiento al tripulante y no reduce su visi¨®n durante maniobras en tormentas.

Regata las 24 horas durante semanas
Si las condiciones ya son duras con el barco amarrado en puerto, es dif¨ªcil imaginar c¨®mo debe ser compitiendo las 24 horas durante semanas. Estos veleros pueden llegar a las 30 nudos recorriendo m¨¢s de 600 millas n¨¢uticas en un solo d¨ªa. Literalmente van cortando la superficie, o incluso volando, sobre todo en los nuevos modelos Imoca que se elevan sobre el agua con los hidrofoils, una estructura a modo de costilla que sobresale del casco.
A estas velocidades el mayor temor de los capitanes es chocar con un contenedor flotante. Cada a?o los buques mercantes pierden 1500 contenedores que caen al mar. Muchos se hunden, pero otros se quedan flotando, conformando peque?os iceberg met¨¢licos que van a la deriva. Para los mercantes de 100 metros de eslora con gruesos cascos de acero que navegan a velocidad de 16 nudos, estos obst¨¢culos no suponen ning¨²n riesgo pero, para los b¨®lidos del mar de apenas 20 metros con casco de carbono y a 30 nudos, la colisi¨®n con uno de estos contenedores errantes puede partir el barco en dos y hundirlo en menos de un minuto.
La tensi¨®n a bordo es constante por las condiciones climatol¨®gicas y por la aparici¨®n de estas estructuras flotantes, que puede ser un contenedor de un mercante o una ballena azul.

La regata Ocean Race
La edici¨®n de este a?o ser¨¢ la decimocuarta, coincidiendo con los 500 a?os de la primera circunnavegaci¨®n de Elcano y los 50 de la primera edici¨®n de la Ocean Race en 1973 -74. Aquella primera edici¨®n fue ganada por el capit¨¢n mexicano Ram¨®n Carl¨ªn, de profesi¨®n vendedor de electrodom¨¦sticos, comandando el Sayula II, velero de dos palos modelo Swan 65, un velero m¨¢s parecido a los barcos de recreo que a los b¨®lidos que compiten en la carrera de este a?o.
Entonces ni el velero mexicano, ni los otros 19 equipos sab¨ªan bien que se iban a encontrar. Se enfrentaron a vientos de 40 nudos e icebergs de m¨¢s 100 metros sin navegaci¨®n gps por sat¨¦lite ni previsiones meteorol¨®gicas. De hecho las condiciones fueron tan duras y aventureras que tres tripulantes perdieron la vida al caer por la borda durante la regata.

Este a?o, los equipos tendr¨¢n que batir el reto de completar la etapa m¨¢s larga en los 50 a?os de la carrera. 12.750 millas n¨¢uticas sin parar durante un mes, desde Ciudad del Cabo en Sur¨¢frica hasta Itaja¨ª, Brasil, trazando la ruta que doblar¨¢ los tres grandes cabos del sur: Cabo de Buena Esperanza, Cabo de Leeuwin y Cabo de Horno. Adem¨¢s pasar¨¢n por Nemo Point en el Oc¨¦ano Austral, el punto del mundo m¨¢s alejado de toda tierra.
Los barcos
En esta decimocuarta edici¨®n participan dos modelos de barcos. Los IMOCA, un prodigio de la ingenier¨ªa aeron¨¢utica propia de la NASA. Un purasangre que vuela por encima de la superficie gracias a sus quillas inclinadas y los hidrofoils que impulsan el velero por encima de los 30 nudos. La principal caracter¨ªstica es su ba?era completamente cubierta, donde el piloto y los marineros pueden navegar mientras las circunstancias no les obliguen a atender el aparejo fuera de la ¡°trinchera¡±. La tripulaci¨®n est¨¢ compuesta por cuatro navegantes y un tripulante fot¨®grafo, cuya misi¨®n es documentar la regata-aventura desde el ojo del hurac¨¢n. De hecho est¨¢ prohibido que el fot¨®grafo pueda ayudar en tareas de navegaci¨®n. Destaca el Guyot Environment, d¨®nde est¨¢ enrolada nuestra navegante y campeona ol¨ªmpica T¨¢mara Echegoyen. Esta es la primera vuelta al mundo de la clase IMOCA.

El otro modelo es el VO65. Un velero de algo m¨¢s de 1,7 metros de eslora que los IMOCA, armado con una quilla ponderada e inclinable debajo del agua, es muy r¨¢pido en mar abierto. A diferencia de los IMOCA dispone de una cubierta abierta donde timonel y marineros est¨¢n expuestos a la intemperie. La tripulaci¨®n de los VO65 est¨¢ compuesta por 10 navegantes y un fot¨®grafo. En esta clase destaca el Windwhisper capitaneado por el c¨¢ntabro Pablo Arrate, que junto con los otros veleros de su misma clase competir¨¢n en tres etapas para la The Ocean Race VO65 Sprint Taza.