An¨¢lisis de The Last Faith, metroidvania cl¨¢sico sin remilgos

El mundo del metroidvania sigue atascado. Es verdad que es raro el mes que no vemos una nueva entrada ilusionante, pero el flujo de ideas novedosas no va todo lo cargado que nos gustar¨ªa y lo cierto es que se percibe un claro estancamiento, que adem¨¢s viene ya durando un tiempo. Algo de todo esto se huele claramente en The Last Faith, un proyecto venido desde Italia que ya lleva varios a?os prepar¨¢ndose para salir a este mercado abarrotado. Un t¨ªtulo que no quiere negar su inspiraci¨®n en el arte expresionista de Blasphemous, aunque una vez completado ¨C por dos veces, en nuestro caso ¨C nos ha dejado un sabor de boca muy distinto al del gran ¨¦xito de la nueva edad dorada del software espa?ol. Vamos a dejarlo claro antes de adentrarnos: estamos ante un juego que no gustar¨¢ por igual a todos los asiduos actuales a este g¨¦nero, pero tambi¨¦n es uno que fascinar¨¢ a los m¨¢s antiguos.

Una noche menos sinf¨®nica, pero m¨¢s violenta

Hay un momento en The Last Faith que me ha transportado como pocas veces a las sensaciones con las que esa gloria eterna que es Castlevania: Symphony of the Night se convirti¨® en uno de mis favoritos para toda la vida. Poco despu¨¦s de cargarnos al primer boss grande, el mapeado se nos abre dejando un amplio margen para una exploraci¨®n con pocas cortapisas. R¨¢pidamente nos encontramos dos o tres zonas nuevas y empezamos a ver objetos brillantes que no podemos alcanzar. Tambi¨¦n nos encontramos con un par de saltos que a¨²n no podemos solventar: de inmediato pensamos en volver cuando tengamos el salto doble. Nada nuevo por ahora, pero el que haya jugado muchos juegos de este estilo ya sabe el terreno que pisa: The Last Faith es puro clasicismo de este g¨¦nero. Quien guste de esas sensaciones las va a encontrar aqu¨ª, y es algo que nos ha parecido muy bien llevado a cabo a lo largo de una campa?a que dura lo justo.

La otra gran cuesti¨®n es que, tras ese primer momento de exploraci¨®n en libertad vigilada, las zonas por las que nos paseamos est¨¢n bien dise?adas para que nos vayamos dando cuenta de lo que ocurre en cada una de ellas. Est¨¢n bien planteadas para que encontremos sin grandes problemas los botones que nos abren aquella puerta cerrada de la esquina, la palanca que nos deja en un atajo miyazakiano o, esto es lo importante, el pulso general de la aventura por un mundo desolado que tiene su atractivo. Aunque justo es reconocer que no se llega a los momentos incre¨ªbles en dise?o vistos en otros t¨ªtulos recientes.

Mucho m¨¢s Castlevania que Souls

Desde que The Last Faith asom¨® con su primer tr¨¢iler, la comunidad lo ha identificado como un clon descarado de Blasphemous que quiere sumarse a la tendencia de los soulslike tomando pr¨¦stamos de Bloodborne. Es innegable que algo de eso hay, pero la verdad es que al terminarnos este juego nos plantearemos si no estamos m¨¢s bien ante un episodio perdido de la propia saga Castlevania. Y es que son muchas referencias: la animaci¨®n y la propia pinta del personaje, el mundo g¨®tico con escenarios que se parecen mucho a lo ya visto en la saga de Konami y, sobre todo, el combate con sus armas principales y secundarias. En muchos momentos parece que estamos jugando una secuela directa de Castlevania: Dawn of Sorrow para Nintendo DS. Y no podemos negarlo, nos ha parecido una fant¨¢stica noticia.

Que nadie se piense que la aventura de Eryk por este nuevo mundo desolado por una plaga es desde ya un juego perfecto venido a cambiar esa tendencia de la que hablamos al comienzo. A nosotros nos ha parecido que va de m¨¢s a menos, pero es algo tan consistentemente divertido que lo recomendar¨ªamos tanto a los fundamentalistas del g¨¦nero como a los que quieran iniciarse. Utilicemos m¨¢s o menos los hechizos y armas secundarias, que le dan bastante profundidad de aproximaciones, lo cierto es que el combate nos ha parecido entretenido como para sostener toda la funci¨®n matando bichos sin parar. Hay bastantes cosas por pulir a nuestro entender, pero sin duda la principal pega viene de la mano del sistema de progresi¨®n, una versi¨®n aligerada de ideas souls que nos permite subir de nivel muy r¨¢pido y ¨C al menos en el estado actual del juego ¨C nos lleva a hacer demasiado da?o con algunas de las armas. No estamos ante algo que rompa todo el juego, pero s¨ª desluce el ¨²ltimo tramo de la aventura en la que nos hemos paseado por las zonas o destrozado a algunos jefes con demasiada facilidad, simplemente llevando una de las estad¨ªsticas m¨¢s all¨¢ del nivel cincuenta.

Cuando no innovar sale bien

La cuesti¨®n central sobre The Last Faith es que en este mundo donde ¨C insistimos ¨C sobran juegos de este tipo, nos parece que el estudio Kumi Souls sale airoso de lo que parec¨ªa ser una simple sesi¨®n de imitaci¨®n de Blasphemous. No dir¨ªamos que sea algo tan redondo como la espectacular segunda parte de la franquicia sevillana, pero esta apuesta por lo tradicional termina convenciendo precisamente por esas sensaciones familiares de las que habl¨¢bamos m¨¢s arriba. Todo se ve adem¨¢s realzado por un dise?o visual muy bien puesto en escena: una vez que vamos abriendo m¨¢s escenarios y enemigos nos damos cuenta de que tiene m¨¢s personalidad de lo que parece, con algunas secciones francamente brillantes en las que los escenarios lucen un pixel art de mucha altura. Y, claro est¨¢, momentos sonoros muy brillantes de los ya cl¨¢sicos coros soulslike.

Si hay algo que ha hecho perder el foco ¨²ltimamente a algunos metroidvania, es la escala de la aventura. The Last Faith es un juego que ha medido con acierto su longitud, sacando provecho del acierto que desprenden bastantes de sus fases, las cuales terminan imponi¨¦ndose con claridad a esos desajustes que podamos encontrarle. En nuestra primera partida nos ha resultado muy divertido averiguar las mec¨¢nicas de los jefes finales y hemos tenido alguna p¨¦rdida que nos ha llevado un par de horas solucionar, pero estas son precisamente las cosas que uno recuerda desde siempre en juegos como este. Con estos mimbres, este reci¨¦n llegado sin ninguna intenci¨®n de revolucionar nada ha conseguido hacernos entrar en su propuesta. Siempre logra que intentemos descifrar los acertijos con los que hablan los personajes y su mapa ha entendido perfectamente que menos es m¨¢s. No se trata aqu¨ª de competir con las vacas sagradas, que lo son por algo, pero s¨ª de hacer las cosas bien para llevarnos de vuelta a la mejor ¨¦poca de Koji Igarashi en Castlevania. En definitiva: no es Hollow Knight, ni Ender Lilies ni Ori and the Will of the Wisps¡­pero divierte, convirti¨¦ndose en cita casi obligada este a?o para los amantes de lo bidimensional.