El hielo es de Florida
Los Panthers aplastan a los Oilers para ganar la Stanley Cup como en 2024. Un estado donde no nieva ¡®seca¡¯ al hockey canadiense. AS lo vivi¨® desde dentro...


Suena incre¨ªble y m¨¢s cuando el Real Madrid (y unos cuantos equipos m¨¢s de este Mundial de Clubes) est¨¢n pasando las de Ca¨ªn con el calor de Miami, pero el mejor hockey hielo del planeta est¨¢ all¨ª, en Florida. En un estado donde hay tormentas tropicales y s¨®lo ha nevado, y poco, cuatro veces en los ¨²ltimos 25 a?os, los reyes de la NHL vuelven a ser los Florida Panthers. Revalidaron este martes la ic¨®nica Stanley Cup tras aplastar a los Edmonton Oilers (5-1) en el sexto partido de la serie y tambi¨¦n en la serie en s¨ª (4-2, al mejor de siete). Misma final que el a?o pasado y mismo final aunque necesitando un partido menos. Zarpazo total. AS vivi¨® el sexto y decisivo partido de la gran fiesta del hockey hielo en el Amerant Bank Arena de Sunrise (Florida)...
Lo primero, el ambientazo. Entra casi FOMO al pisar el recinto, es un desaf¨ªo a los sentidos. Cheerladers, una banda de rock en directo calentando al personal en el hall principal al ritmo de Pearl Jam y toda la parafernalia imaginable, hasta vasos de cerveza con forma de stick. Aficionadas disfrazadas de Stanley Cup, morenos imposibles, Charles Barkley (s¨ª, ese Barkley) a pie de hielo de comentarista invitado por la tele...

Y el hockey. Que parece no querer a Canad¨¢, que tanto ama este deporte y que no levanta el voluminoso trofeo de Lord Stanley desde 1993 a trav¨¦s de los Montreal Canadiens. De las ¨²ltimas seis series finales, cuatro han ido a dormir a la vitrinas de equipos de Florida. Las de 2020 y 2021, a los Lightning de Tampa Bay. Las del a?o pasado y este, a sus vecinos los Panthers. Y lo de los Panthers es de traca. Aunque es un equipo estatal, en realidad est¨¢ ubicado en Sunrise, una bonita y casi id¨ªlica localidad de 85.000 habitantes al oeste de Fort Lauderdale. Un back to back en el considerado trofeo m¨¢s dif¨ªcil de ganar del deporte profesional estadounidense. Y a todo esto, gol de Sam Reinhart. Sopapo a Edmonton.
En una serie empe?ada en irse a la pr¨®rroga, as¨ª pas¨® en tres de los seis duelos, a este le quit¨® emoci¨®n Sergei Bobrovsky. Las 28 paradas del portero ruso desesperaron a los petroleros. ¡°?Bobby, Bobby!¡°, le gritaba una y otra vez el Amerant Bank Arena. Una leyenda local como el exportero canadiense Roberto Luongo abri¨® el ritual inicial de tocar los tambores de guerra antes de que cayera la pastilla al hielo y tuvo que ser otro defensor de los tubos el que hiciera el trabajo clave.

Pero no va de h¨¦roes en Florida. Aqu¨ª no existe Messi, aunque al partido vino su compa?ero Drake Callendar, es el reino rojo (el Reign Red, como lo han bautizado) de Matthew Tkachuk. La perfecta expresi¨®n de lo que es el equipo: rudo y poco est¨¦tico, pero una tenaza letal. Con el capit¨¢n suomi Sasha Barkov (marc¨®, como Tkachuk), uno de los patinadores m¨¢s infravalorados de competici¨®n como es Sam Bennett (menudos playoffs y trofeo Conn Smythe al MVP de las finales) y tambi¨¦n uno de los nuevos favoritos de la grada, Brad Marchand, ¡®maltraspasado¡¯ con nocturnidad y alevos¨ªa hace a?o y medio por sus Boston Bruins de toda la vida. De all¨ª se fue llorando. Las estrellas las tra¨ªa Edmonton, la vieja casa de Wayne Gretzky, con los petroleros Connor McDavid (el mejor jugador de la NHL actual) y el alem¨¢n Leon Draisaitl asustando por su lado del bracket hasta las finales. En Sunrise se apagaron. O les apagaron, directamente. ¡°Es que es un equipo tremendo...¡±, se rindi¨® McDavid tras el partido.
Aunque eran los vigentes campeones, las apuestas al inicio de temporada dieron m¨¢s favoritos a Carolina Hurricanes y los propios Oilers. Pocos les ve¨ªan repitiendo. Pero Paul Maurice, s¨ª. Ha terminado de pulir lo de 2024 y cuadrar un equipo amplio y felino, un martillo en el forecheck, con much¨ªsimo colmillo para canjear el power play en goles y en resumidas cuentas, una versi¨®n en hockey de estos Pacers en las finales de la NBA. Hay que matarlos muchas veces para que mueran y a¨²n as¨ª siempre emergen Tyrese Haliburton o Reinhart para decir la ¨²ltima palabra. Reinhart sigui¨® a lo suyo, con otro.

Goles que fueron cayendo, hasta cuatro del dorsal 13 local. Con cada uno comenzaron a volar las ratas. S¨ª, como suena. Los Panthers son, para sus fans, los Cats (gatos) pero que caigan decenas de esos roedores de pl¨¢stico obedece a algo mucho menos facil¨®n. Ocurri¨® en la temporada 1995-96, cuando Scott Mellanby mat¨® una rata con su stick en el vestuario del equipo antes del debut en casa y con esa misma arma raticida luego marc¨® dos goles esa noche. Cuando se supo y adem¨¢s el equipo alcanz¨® playoffs apenas en su tercer a?o en la NHL, no hubo vuelta atr¨¢s. Ratas de pl¨¢stico al hielo y los ¨¢rbitros al suelo para irlas recogiendo y poder seguir jugando... Hay tradiciones ante las que s¨®lo queda ponerse en pie.

Folklore aparte, el hockey es un espect¨¢culo poderoso al que le cuesta enganchar fuera de sus mercados tradicionales. Los Panthers tambi¨¦n est¨¢n colaborando en ensanchar esos m¨¢rgenes. Y puede que hasta m¨¢s all¨¢ de sus fronteras.
A diferencia de la NFL, su ¡®prima¡¯ la NHL no tiene pinta de andar pensando en visitar Espa?a, como si hace ya regularmente por la Europa n¨®rdica aprovechando la nutrida colonia en la liga de jugadores suecos y finlandeses, en especial. Pero podr¨ªa pens¨¢rselo y que se deslice por aqu¨ª el puck. Al fin y al cabo, no hay estado m¨¢s parecido a nuestro pa¨ªs que Florida...
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