Toros, toreros y noruegos
Menotti dijo en los 90 que a Espa?a le tocaba decidir si era toro o torero. Tiempo despu¨¦s cambi¨® de estilo.

Curioso partido el de Oslo, menos por lo que respecta a la Selecci¨®n espa?ola que al juego de Noruega. Record¨® las complejas tensiones que se producen en el f¨²tbol cuando los equipos tienen que elegir una manera de interpretarlo. A principios de los a?os 90, C¨¦sar Luis Menotti afirm¨® que a Espa?a le tocaba decidir si era toro o torero. En aquellos d¨ªas, prefer¨ªa ser toro.
Tiempo despu¨¦s, Espa?a cambi¨® de estilo y mentalidad, no sin incertidumbres y debates, y lo hizo de una manera radical. Se erigi¨® en torero. Estaba cambiando el paisaje de nuestro f¨²tbol y de los jugadores. Abundaban los del tipo que hab¨ªan estado bajo sospecha en ¨¦pocas anteriores. En la mayor¨ªa de los casos, no eran ni los m¨¢s fuertes, ni los m¨¢s altos. Tampoco los m¨¢s r¨¢pidos. S¨ª, los m¨¢s astutos, inteligentes y brillantes con la pelota.
En poco m¨¢s de 10 a?os, el periodo de tiempo que discurri¨® entre el Mundial del 98 y la Eurocopa 2008, el f¨²tbol espa?ol comprendi¨® que sus oportunidades pasaban por sacar ventaja de aquello que no ten¨ªan la mayor¨ªa de las selecciones. Lo m¨¢s sorprendente es que la adaptaci¨®n a un nuevo tipo de juego y de jugadores no rest¨® un gramo a la capacidad competitiva. Al contrario. Resulta que los Xavi, Iniesta, Silva, Cazorla y compa?¨ªa estaban hechos de acero. Maravillaban cuando jugaban bien, que era casi siempre, y sacaban los partidos adelante cuando las cosas se pon¨ªan feas. Espa?a gan¨® el Mundial 2010 en siete partidos. S¨®lo marc¨® nueve goles.
Las ¨²ltimas frustraciones han devuelto algunos aspectos del viejo debate. Cuando faltan los ¨¦xitos, se buscan razones por todos los rincones. Es cierto que la Selecci¨®n espa?ola tambi¨¦n es v¨ªctima de la escuela que cre¨®. No termina de encontrar su camino, en buena medida porque tambi¨¦n es v¨ªctima de su pasado de esplendor. Los laboratorios del f¨²tbol encontraron la manera de incorporar aspectos sustanciales de aquel modelo y, a la vez, contrarrestarlo con iniciativas en el plano t¨¢ctico y f¨ªsico.
Desde hace tiempo, la Selecci¨®n intenta encajar sus piezas sin renunciar al estilo que tanto ¨¦xito le proporcion¨®. Tiene sentido esa persistencia porque abundan los jugadores que saben muy bien lo que es ganar en las categor¨ªas juveniles y no tan juveniles: Espa?a es la actual subcampeona ol¨ªmpica y campeona de Europa Sub-21. Como no se concreta el siguiente salto, hay impaciencia y nervios en el ambiente.
En Oslo, la Selecci¨®n se impuso sin grandes dificultades a Noruega. Fue un buen trabajo profesional: dominio, recuperaci¨®n r¨¢pida de la pelota, desactivaci¨®n del ataque rival y tres o cuatro ocasiones de gol. No entusiasm¨®, pero el partido ped¨ªa la clasificaci¨®n y ya est¨¢ conseguida.
Noruega ha crecido exponencialmente en casi todos los deportes, empezando por el atletismo, donde cuenta con dos de las mayores estrellas mundiales, Karsten Warholm (400 metros vallas) y Jakob Ingebritsen (1.500 metros). Tambi¨¦n le aparecen estrellas en el f¨²tbol, Haaland y Odegaard a la cabeza de todos. Por detr¨¢s, el joven Oskar Bobb (Manchester City) y Nusa (Brujas). Fuera de Haaland, que sirve para el complejo tejido del City y para el pelotazo de toda la vida, a la nueva generaci¨®n le distingue la calidad t¨¦cnica. Resulta que esa ventaja se ha convertido en un problema.
La Selecci¨®n se encontr¨® con un equipo preso de uno de los peores defectos del f¨²tbol. Noruega es un h¨ªbrido que no funciona. Ni juega a lo que le apetece al entrenador (4-4-2 y pelota larga), ni aprovecha la clase de sus mejores futbolistas. En palabras de Menotti, no es toro, ni torero. Por si acaso, al f¨²tbol espa?ol le conviene tomar nota, no sea que a fuerza de debates se vuelva noruego.
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