Manu Pozo y la leyenda del ¡®gol no gol¡¯
¡®El Duende de Casariche¡¯ fue capital para la salvaci¨®n del Real Valladolid Promesas gracias a sus 11 tantos, uno de ellos casi fantasma.


A los genios es dif¨ªcil explicarlos. Cuando uno hace el esfuerzo y lo intenta, corre el riesgo de la escasez, y a la vez, el de la grandilocuencia. Pasa en el mundo del toreo, como pasa en el mundo del f¨²tbol, tan diferentes, pero ambos tan marcados por el puro talento. Como en el albero, en el c¨¦sped hay a quien se le disfruta y se le discute, porque cuando el primer verbo no es conjugado, se extra?a el segundo, a sabiendas de lo que la bota, como la muleta, encierra.
A Manu Pozo le pasa; le ha pasado. Que por momentos levanta del asiento al aficionado y en otros le hace torcer el gesto. Le pas¨® esta temporada al ¡®Duende de Casariche¡¯ lo que al de Aroche, a un Juan Villar que, por m¨¢s que llegara a los dobles d¨ªgitos, era en ocasiones discutido, porque, cuando era un no, lo era bien claro. Le ha pasado tambi¨¦n m¨¢s de una vez a Talavante, que en los tendidos no le entend¨ªan ni los m¨¢s entendidos; no sab¨ªan por qu¨¦ un d¨ªa iba por buler¨ªas y otro era el silencio.
¡°La soluci¨®n m¨¢s simple es la correcta¡±, afirma el principio de La Navaja de Ockham, y aunque al bueno se le exija siempre, probablemente suceda as¨ª: que lo m¨¢s simple es conformarse con que as¨ª son los genios. No obstante, en el caso del atacante del Real Valladolid Promesas, la resignaci¨®n no sabe a eso si se tiene en cuenta el brillante final de temporada cuajado, los cinco goles en otros tantos partidos que liberaron al filial de las fauces del miedo, aquel que convert¨ªa en amenaza la palabra tab¨².
El descenso, por alg¨²n instante temido, lo fue porque el peor tramo de la campa?a lo convirti¨® en un ¨¢ngel lloroso de aquellos a los que se enfrent¨® el Doctor Who, que, como si jugase al escondite ingl¨¦s, no se le percib¨ªa como intimidante si uno miraba a sus ojos, y sin embargo, estaba cada vez m¨¢s cerca cuando uno se volteaba. Acab¨® el peligro siendo disipado por el paso adelante de los tenidos en mayor consideraci¨®n, de los Chuki, Quintana o Pozo, que hicieron m¨¢s fuerte al grupo.
N¨²mero enga?oso
El doblete marcado al Cay¨®n permiti¨® que el casariche?o alcanzase los dobles d¨ªgitos, superando los ocho tantos que hizo la temporada pasada, si bien la cifra goleadora encierra un equ¨ªvoco, en realidad, f¨¢cil de resolver. Si uno busca en los portales estad¨ªsticos habituales, en su perfil son diez los goles que aparecen. Sin embargo, marc¨® uno m¨¢s, que solo el Real Valladolid le otorga.
Todo viene de lo sucedido en Pasar¨®n, donde el Real Valladolid Promesas perdi¨® contra el Pontevedra. Al inicio de la segunda mitad, cuando el filial ca¨ªa por dos goles, una jugada transcurrida por la banda izquierda acab¨® con el bal¨®n dentro del ¨¢rea en las botas de Pozo, que ejecut¨® a Edu Sousa con un zurdazo fuerte, abajo, pegado al palo. Sin embargo, el colegiado del encuentro, Miguel Villa Mart¨ªn, se lo apunt¨® a Arnu, que, estando dentro del ¨¢rea, no participa en la acci¨®n.

El golpeo limpio, sin la intervenci¨®n del palentino, aparece registrado como ejecuci¨®n de este en el acta de la Real Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol (lo que hace que, a su vez, a Arnu se le contabilicen cuatro tantos, y no tres), convirtiendo el ¡®gol no gol¡¯ en casi uno fantasma, que, no obstante, s¨ª fue. Como si fuera el gato de Schrodinger de los goles blanquivioletas, hasta que uno no abre la caja no sabe si, efectivamente, le pertenece a Pozo o no, pero, una vez abierta, resulta que s¨ª, que engrosa la buena estad¨ªstica del andaluz y eleva a los once tantos su cuenta anotadora.
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