Julio Iricibar se reencuentra con su pasado parando

Julio Iricibar siempre enga?¨®. Lo hac¨ªa ya cuando se enfundaba los guantes en las categor¨ªas inferiores del Real Valladolid, al otro lado de la grada que este domingo le ovacion¨® en su vuelta a casa. Siendo apenas un juvenil, no part¨ªa, ni mucho menos, con la vitola de favorito a dar el salto al Promesas; el lugar aqu¨ª, si lo hab¨ªa, parec¨ªa destinado a corresponderle al uruguayo Facundo Ackermann. Con perd¨®n y con permiso del resto: no contaban con su fe inquebrantable y con el apoyo, sobre todo, de su abuelo y su padre, quienes le vieron cumplir m¨¢s de un sue?o.

Julio Iricibar siempre enga?¨®, y lo sigue haciendo. Nunca fue el portero m¨¢s alto, lo que le invalida a ojos de unos cuantos. Y sin embargo, quiz¨¢s por aquellas negativas que recib¨ªa, se acostumbr¨® pronto a creer en los milagros. Tambi¨¦n a obrarlos, pues llega a veces all¨ª donde no da la sensaci¨®n de que pueda hacerlo. As¨ª sucedi¨® con el primer penalti sonado que detuvo, el que a la postre dar¨ªa el ascenso al filial a la Segunda Divisi¨®n B hace ya casi una d¨¦cada. As¨ª pas¨® con el remate de C¨¦dric, casi a bocajarro, que de no ser por ¨¦l habr¨ªa otorgado a su exequipo al menos un punto.

Entre una parada y la otra han pasado muchas cosas, desde el debut en Segunda con el primer equipo, en aquel a?o tan raro que jug¨® m¨¢s que Bruno Varela, realmente, el suplente de Kepa, hasta firmar con el Zamora el pasado verano a pesar de ir a competir en Segunda RFEF. En ese trayecto, Julio no encontr¨® acomodo nunca en Segunda, pero nunca le falt¨® sitio en una Segunda B en la que disput¨® m¨¢s de 200 partidos; 202, sin tener en cuenta los 32 que disput¨® el pasado curso en el Calahorra.

Portero de ¡®highlights¡¯, las redes sociales cuentan paradas suyas como gestas; y si no, que pregunten por ¨¦l a los narradores de Footters. En el UCAM Murcia, en el Calahorra y sobre todo en el Izarra bien saben de lo que es capaz. Tambi¨¦n rivales como el Real Valladolid Promesas, que s¨ª, le marc¨® cuatro goles en la primera vuelta, pero le volvi¨® a sufrir en el estreno de la segunda. Lo disfrut¨® la afici¨®n del Zamora, que core¨® su nombre, acompa?ada seguramente de alg¨²n ¡®infiltrado¡¯. Acabado el partido, se quit¨® los guantes, se meti¨® los tres puntos en el bolsillo y sonri¨® para la foto con su gente, en su casa. Porque a veces las cosas no son como sue?as o como pap¨¢ y como el abuelo habr¨ªan deseado, pero aquello que es casa, y aquella gente que lo es, nunca se olvida. Y eso merece una sonrisa.