Del purgatorio al cielo

Dolor y gloria. Sin medias tintas. No las hay en un cara o cruz. En un partido por la supervivencia. Sonr¨ªe La F¨¢brica. Lloran en la Serena. Se queda el Real Madrid C. Se quema el Villanovense. Un club ser¨®n que so?¨®. Con un zapatazo de museo de Ruym¨¢n. Pero que se despert¨® con un ramalazo de jug¨®n. De un Bruno Iglesias que no hace mucho era ¡®el elegido¡¯ de Valdebebas. Su contexto ha cambiado. El talento no. Y el talento decide. Y lo hizo. Fue el boleto de la salvaci¨®n para los de Joselu. Del purgatorio al cielo.

Real Madrid

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Tras un partido de tensi¨®metro. Ya el pistoletazo lleg¨® acompa?ado de br¨ªos. Intensidad. Aunque sin decibelios. Porque no ten¨ªa prisa el Madrid. Ni veneno el Villano. El dominio era territorial, pero no real. Faltando tangibles. Con los de Joselu S¨¢nchez, que repiti¨® los guerreros que conquistaron el Municipal ser¨®n, c¨®modamente plantados. Con el viento a favor del resultado. Expectantes, conscientes de que un zarpazo era olor casi definitivo a permanencia. Y con los de Cifuentes sin querer correr antes de andar. Construyendo cimientos, sin dejar grietas.

Un contexto rocoso, f¨¦rreo, donde la ocasiones eran agujas en un pajar de control. Y llegaban de manera aislada. Como un par de llegadas de Carvajal y Gin¨¦s. Como un chut de Benji que se march¨® desviado. Como un disparo de Manu Serrano que oblig¨® a Olmedo a desempolvar los guantes. Como una jugada a bal¨®n parado del Villanovense que instal¨® el runr¨²n a la grada del Campo 7. Y como el verdadero susto. De Kevin a Quetgl¨¢s. Sobre la bocina. Pero la volea sali¨® mordida. Por suerte para el filial blanco, que se march¨® a vestuarios sonriendo. Tambi¨¦n respirando.

Goles de museo

Aunque no por mucho. Ocho minutos en concreto. Hasta que Ruym¨¢n demostr¨® que su f¨²tbol es de otra categor¨ªa. Al menos, no de Tercera. Desde 25 metros, el canario telegrafi¨® un zarpazo a la escuadra. Que explot¨® en la red de Quetgl¨¢s. Que mir¨® sin explicarse de donde vino ese misil. Como tampoco se explic¨® el Villano c¨®mo, de repente, Bruno Iglesias lo reinici¨® todo. Recordando por qu¨¦ era la joya bendecida por ?lvaro Benito. Confirmando que el talento no entiende de momentos, sino de confianza. Y por parte de Joselu, y de La F¨¢brica, la tiene toda. Latigazo ajustado al palo, tras una maniobra de post¨ªn. Y tablas.

Villanovense

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Todo igual que al principio. Pero muy diferente. Porque el Villanovense no solo se vio en la orilla, sino ya desembarcando. Pero Bruno los volvi¨® a echar a la mar. Y con la corriente mucho m¨¢s brav¨ªa. Un jarro de agua m¨¢s que fr¨ªa, congelada. Temperatura ant¨®nima a la que cada vez calentaba m¨¢s el suelo extreme?o. Que entraban en minutos de purgatorio, pero con el infierno llamando a la puerta. Con mayor intensidad a¨²n cuando el Madrid C perdon¨® la vida por partida doble. Carvajal ante Olmedo primero. Jacobo Ortega despu¨¦s. Hubiera sido la puntilla, pero fue un doble halo de esperanza visitante. Aferrados los extreme?os a ese dicho que castiga al que perdona. Pero para hacerlo pagar hay que apostar. Y los de Cifuentes no lograban tocar las teclas del gol.

Tampoco las de las ocasiones. Sin fuelle. Porque los pulmones se quedaron en el empate de Bruno. Y al mismo tiempo fue un vitam¨ªnico para La F¨¢brica. Los de Joselu solo sufrieron por el resultado. Por la estrechez del mismo. Pero no por todo lo dem¨¢s. Porque tras el gol el Villanovense desapareci¨®. Y el Madrid C creci¨®. Hasta hacerse gigante con la sentencia de Jacobo. El segundo filial blanco sufri¨®, pero se salv¨®. Un a?o m¨¢s en Segunda Federaci¨®n. Del purgatorio al cielo.

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