El Madrid se autocastiga
Cristiano hab¨ªa adelantado al Madrid de penalti en el minuto 66, pero Sergio Ramos marc¨® de cabeza en propia puerta en el 85' y dio alas al Sevilla: Jovetic remont¨® en el descuento con ayuda de Keylor.


El f¨²tbol se tom¨® el capricho de castigar a Ramos en diferido, muy cerca de ese territorio que tan bien domina, esos minutos que se escriben con dos efes, bien pronunciadas por el Sevilla: fe y flor. Un cabezazo del central, muy en la l¨ªnea del de Danilo del jueves y con Keylor en la higuera, le quit¨® al Madrid medio partido. El otro medio se lo arrebat¨® Jovetic, que ha entrado al galope en esta Liga. El Sevilla, menos rupturista que de costumbre, lo dej¨® todo en la embestida final.
Todo sucedi¨® en un suspiro. Marcelo cometi¨® una falta evitable y, como pidi¨® Sampaoli, el partido se le hizo insoportable al Madrid. Tambi¨¦n a Keylor, que flaque¨® en los dos goles. Le hiri¨® el azar y le remat¨® un Sevilla indestructible, investido formalmente como candidato.
Era el mismo producto del jueves, pero se sirvi¨® en otro envase, m¨¢s herm¨¦tico, casi irrompible. Zidane y Sampaoli sacaron id¨¦nticas conclusiones del compromiso copero: hubo demasiados jugadores por delante del bal¨®n y les pareci¨® una frivolidad. As¨ª que el Madrid hizo recortes en su formato, qued¨® amparado por tres centrales, les dio carrete a sus laterales y le quit¨® un punta al once, cuyo papel se repartieron Kroos y Modric.
El Sevilla tambi¨¦n cambi¨®, se apost¨® con una defensa de cuatro, auxiliada por dos mediocentros y con un ¨²nico punta, Ben Yedder. Fue mejor sin la pelota y peor con ella. As¨ª tuvo el partido un desarrollo m¨¢s convencional, en par¨¢metros de igualdad, con un Sevilla menos territorial y un Madrid sobreprotegido. Hasta el minuto 26 no se registr¨® el primer temblor, un remate inocente de Cristiano. A esas alturas, cuatro d¨ªas antes, las ¨¢reas estaban sembradas de balas.
En aquel partido tan cerrado, al que contribu¨ªa un ambiente cargado por el efecto Ramos, s¨®lo Marcelo y Modric asomaron la cabeza en los primeros minutos sin llegar a ninguna conclusi¨®n, m¨¢s all¨¢ de una buena internada del croata que luego desabroch¨® con un mal centro. El resto del Madrid se movi¨® en torno a Casemiro, ese futbolista sobre el que hace ya muchos meses dio la vuelta el viento. Empez¨® limpiando la mala conciencia del equipo. Hoy es consejero de seguridad nacional. Como N¡¯Zonzi en el Sevilla.
Tomaron el relevo Vitolo y Nasri. El canario entr¨® y sali¨® de la banda, en baile desconcertante que a menudo sorprendi¨® a ese Madrid marcial. Nasri, prototipo de futbolista que el Sevilla sabe reparar (como Rami, como Vietto...), tuvo comparecencias breves pero relevantes. Con todo, el Sevilla no fue tan territorial como acostumbra. Un remate de Nasri a las manos de Keylor fue su ¨²nica rese?a antes del descanso. La del Madrid tuvo m¨¢s intenci¨®n. Cristiano, a pase de Benzema, meti¨® la bota de refil¨®n en posici¨®n m¨¢s que apta para el gol.
Los goles
El Sevilla elev¨® un punto su presi¨®n tras el descanso, buscando prosperidad con una posici¨®n m¨¢s adelantada de Franco V¨¢zquez. Keylor tuvo que sacar un remate del argentino y otro, mejor orientado de Ben Yedder, con respuesta inmediata pero menor de Cristiano Ronaldo, esforzado pero poco preciso. Benzema, al que le van los partidos con m¨¢s az¨²car que ¨¦ste, se encontr¨® con la ocasi¨®n del partido, tras un pinball en el ¨¢rea del Sevilla, al que aplic¨® un morterazo destemplado a las nubes. Para entonces Modric hab¨ªa desactivado el repunte del Sevilla. Sergio Rico acabar¨ªa por anularlo al cometer un penalti manifiestamente evitable sobre Carvajal, que hu¨ªa hacia un costado en su arrancada cuando el meta lo levant¨® del suelo. Vitolo pisote¨® el punto de penalti. Cristiano no se lo perdon¨®. Le lanz¨® un pelotazo a ¨¦l con las manos y otro, legal, a la red de Sergio Rico.
El Madrid qued¨® entonces en manos de la seriedad de sus centrales, con Varane como primera figura, y en la fuerza del grupo, la gran aportaci¨®n de Zidane, pero Ramos le dio al sevillismo el gustazo del harakiri. Y Jovetic, la raz¨®n a Monchi por en¨¦sima vez, con cierta inestimable colaboraci¨®n de Keylor Navas. El Madrid intentar¨¢ tomarse la derrota como vacuna y no como enfermedad.