Las operaciones de Celtics y Lakers resetean un mercado que sigue creciendo de forma exponencial: las franquicias val¨ªan un 600% hace una d¨¦cada.

Por qu¨¦ demonios vale 10.000 millones una franquicia de la NBA

En marzo, la venta de los Celtics culmin¨® la conmoci¨®n que hab¨ªa tra¨ªdo el anuncio del inicio del proceso, el pasado junio. Justo cuando la franquicia hab¨ªa conquistado el ansiad¨ªsimo anillo n¨²mero 18, otra vez m¨¢s que nadie, Wyc Grousbeck anunci¨® que vend¨ªa. Una franquicia hist¨®rica, que acababa de coronarse como campeona despu¨¦s de diecis¨¦is a?os. Y que hab¨ªa costado 360 millones de d¨®lares en 2002 a una familia Grousbeck que ha sacado ahora m¨¢s de 6.100. Una lluvia de billetes mientras (aunque Wyc estar¨¢ al frente de las operaciones hasta 2028) desaparecen los problemas de gesti¨®n (a qui¨¦n pagar, a qui¨¦n traspasar, c¨®mo volver a ganar¡) y se arreglan los asuntos familiares de puertas para adentro. Eso, qui¨¦n quiere cash y qui¨¦n seguir invirtiendo, qui¨¦n necesita dinero o puede esperar y c¨®mo se preparan sucesiones y herencias tiene, entre bastidores, un efecto enorme en por qu¨¦, c¨®mo y cu¨¢ndo se venden y compran las franquicias profesionales.
Ninguna hab¨ªa costado tanto. Ni siquiera en la todopoderosa NFL, en la que Washington Commanders se vendi¨® por poco m¨¢s de 6.000 millones hace dos a?os. Pero, solo tres meses despu¨¦s, ese r¨¦cord ha sido superado, pulverizado: los Lakers cambian de propiedad en una operaci¨®n que no est¨¢ completada pero que va a valorar la franquicia en m¨¢s de 10.000 millones que, seg¨²n algunas informaciones, podr¨ªan alargarse hasta tocar los 12.000. Casi el doble, si se llega a ese techo, de lo que costaron los Celtics. Los Lakers son los Lakers, claro, un mundo propio cuyo valor real, se acaba de ver, est¨¢ por encima (Sportico situaba la cifra en unos 8.000 millones, Forbes en algo menos) de las previsiones te¨®ricas. Tal vez, tambi¨¦n de las de los que tiene por delante en esos rankings, Knicks y Warriors. Estos ¨²ltimos, que completaron el sorpasso con el traslado de Oakland a San Francisco, costaron 450 millones en 2010 y que se sit¨²an ahora en un valor calculado de m¨¢s de 9.000 millones. Solo por detr¨¢s, en todo el deporte estadounidense, de los intocables (?para siempre?) Dallas Cowboys.
Los n¨²meros, descomunales, de esta operaci¨®n en L.A. tienen en cuenta el factor Lakers: es obvio que el precio de venta de las franquicias no va a resetearse y a rondar ya esa frontera de los 10.000 millones. Pero suponen, no son ideas excluyentes, otra muestra de d¨®nde est¨¢ ahora la NBA, c¨®mo de lejos est¨¢ llegando¡ y sigue yendo. El valor medio de las franquicias ronda los 4.600 millones y ha crecido un 600% en una d¨¦cada, casi el doble que la NFL en el mismo tramo, con subidas interanuales de m¨¢s del 15%, tambi¨¦n por encima en ese crecimiento del football profesional, que sigue siendo el patr¨®n oro, en tantas cosas, del negocio deportivo. Entre los 50 equipos m¨¢s valiosos, hay 29 de la NFL pero ya doce de la NBA, una liga en la que se han vendido once franquicias desde 2014, cuanto Steve Ballmer (el propietario m¨¢s rico de todo el deporte profesional estadounidense) rompi¨® la banca con Los Angeles Clippers: pag¨® 2.000 millones por un equipo depauperado y disfuncional (lo ha convertido en mod¨¦lico a nivel organizativo) cuando ninguna franquicia NBA se hab¨ªa venido por 1.000 hasta entonces.

?Por qu¨¦ se vendi¨® el campe¨®n de la NBA?
Mark Walter, que ha dado ahora el paso al frente en los Lakers, perdi¨® hace once a?os la puja con Ballmer por los Clippers. Sus posesiones deportivas abarcan los Dodgers (el otro gigante de L.A., el de la MLB), las Sparks, el Chelsea, el Estrasburgo, la Liga Profesional de Hockey Femenina¡ y m¨¢s. Para hacerse con los Dodgers, donde ha gestionado una revoluci¨®n que hace que muchos tengan los dientes largos ya en los Lakers, puso m¨¢s dinero que Steve Cohen, que acab¨® comprando New york Mets. Es la nueva realidad: en los a?os noventa, las inversiones en el deporte profesional parec¨ªan inestables, no eran recomendadas por muchos consejeros y expertos. Hoy son una forma f¨¢cil, para los que tienen dinero, de ganar m¨¢s dinero, o de recolocarlo (una nunca sabe, en esos niveles), gestionar asuntos de impuestos y formar parte de una especie de nueva elite visible, un club selecto en tiempos en los que la brecha social se abre, todav¨ªa m¨¢s, y los ricos son cada vez m¨¢s asquerosamente ricos. Todav¨ªa m¨¢s.
De Bill Chisholm a Mark Walter
Los Lakers tendr¨¢n al frente a Mark Walter y detr¨¢s a su financiera, Guggenheim Partners, cuyo imperio de inversiones maneja m¨¢s de 325.000 millones en activos. Por eso algunos se atan los machos: hasta ahora, la marca Lakers parec¨ªa anticuada, encastillada en las limitaciones de una familia Buss obviamente hist¨®rica pero endog¨¢mica en su gesti¨®n y que se ha ido quedando por detr¨¢s, en cuando a poder econ¨®mico, de esta nueva ola de propietarios. Eso va a cambiar, y el efecto de esa modernizaci¨®n e inyecci¨®n de recursos sumado a lo que de por s¨ª suponen los Lakers puede generar un tsunami en la NBA. Veremos, pero por ahora Guggenheim Partens estar¨¢ detr¨¢s de los Lakers como el Symphony Technology Group estar¨¢ detr¨¢s de los Celtics, con Bill Chisholm como nueva cabeza visible.
Los Suns que costaron 401 millones en 2004 se vendieron en 2023, sin ning¨²n t¨ªtulo y en plena crisis organizativa y de imagen, por una valoraci¨®n de 4.000 (con Phoenix Mercury, de la WNBA, en el lote). El comprador, Mat Ishbia, hizo fortuna en el mundo de las hipotecas y ya hab¨ªa intentado colarse en la NBA en otras ventas. Antes, los propietarios duraban m¨¢s y sol¨ªan ser personalidades locales que se esforzaban (para bien y para mal) por unos equipos que se convert¨ªan en el centro de sus negocios. Tambi¨¦n para bien y para mal, porque esa acababa siendo a veces la raz¨®n por la que se acababa (con las cosas de comer no se juega) gastando o invirtiendo menos y se miraba con lupa cada d¨®lar. Mark Cuban, tambi¨¦n en 2023, vendi¨® la mayor¨ªa de los Mavericks sobre una valoraci¨®n de 3.500 d¨®lares. Pero es que antes Michael Jordan hab¨ªa soltado Charlotte Hornets, los desastrosos y min¨²sculos Hornets, por 3.000 millones. Hoy se calcula que los Timberwolves costar¨ªan unos 3.500 millones, cuando hace cuatro a?os se acord¨® su venta por 1.500. El saliente, Glen Taylor, vio despu¨¦s, mientras se gestionaba una operaci¨®n en diferido, que podr¨ªa haber sacado mucho m¨¢s y se meti¨® en pleitos y l¨ªos hasta que la liga le oblig¨®, finalmente, a vender en las condiciones acordadas.
Esa es la realidad de la NBA: un negocio disparado, desorbitado, una burbuja que no se pincha. Una competici¨®n m¨¢s internacional que el resto de las profesionales en EE UU, que ha sabido vender una imagen m¨¢s disruptiva, joven y progresista que las dem¨¢s (un asunto lleno de claroscuros dada su obvia fundaci¨®n capitalista), que ha disparado su visibilidad y viralidad en redes, que explota como nadie el valor del star system (el peso del jugador empoderado y convertido en estrella cultural) y que supo flexibilizar sus modelos de negocio y hacerse m¨¢s atractiva para un nuevo flujo de inversores en una nueva ¨¦poca. Fue la primera liga profesional americana que permiti¨®, en 2020, la entrada de fondos de inversi¨®n privados. De inicio, sin que ninguno pudiera tener m¨¢s del 20% de una franquicia y sin que ninguna franquicia pudiera dejar m¨¢s del 30% bajo control de estos. Que est¨¢n ah¨ª, en una decena de equipos, aunque no los veamos: Dyal HomeCourt, por ejemplo, se ha ido haciendo con parte de Atlanta Hawks, Phoenix Suns y Sacramento Kings. Arctos Sports, otro caso notable, tiene presencia en Golden State Warriors, Utah Jazz, Philadelphia 76ers y, otra vez, los Kings...
Nuevas formas de ganar (mucho) dinero
Los pabellones, que durante una etapa de la vida de la NBA se arrinconaron en las afueras de las ciudades, han ido volviendo a los downtowns y son una mina de generar dinero. 24 horas al d¨ªa, siete d¨ªas a la semana. Negocio inmobiliario, conciertos, eventos¡ otra vuelva de tuerca que ha disparado las posibilidades de las franquicias, que como organizaciones ya son mucho m¨¢s que simples equipos de baloncesto (aunque todo gire en torno a estos: se supone). Nadie entendi¨® esto tan bien como los Warriors, que primero tuvieron el equipo (Stephen Curry y todo lo dem¨¢s) y despu¨¦s la nave nodriza: dejaron Oakland y se mudaron al coraz¨®n de San Francisco con el objetivo de convertirse en el imperio de los mil a?os. En el primer a?o (temporada 2021-22) en el rutilante Chase Center sin restricciones de pandemia, la franquicia del norte de California (gan¨® el t¨ªtulo, adem¨¢s) gener¨® m¨¢s de 800 millones en ingresos. Y dobl¨® al resto en cuestiones como ratings de televisi¨®n local, ingresos por asientos premium y suites (250 millones) y patrocinios (150).
El primero de esos aspectos citados marca una diferencia enorme, y poco visible fuera de Estados Unidos, entre unas franquicias y otras: por su contrato local de televisi¨®n, los Lakers ganan m¨¢s en una semana que Memphis Grizzlies, el equipo con peor valoraci¨®n de la NBA (poco m¨¢s de 3.000 millones) en una temporada completa. El ¨²ltimo, el de los patrocinios, es igual de importante porque, adem¨¢s, permite a la NBA (de lo local a lo internacional) exhibir su m¨²sculo global. El parche m¨¢s caro en las camisetas es el de los Warriors, que sacan de Rakuten 45 millones por curso.
Superado el ciclo de la pandemia y sus efectos, que se sintieron pero no rompieron nada, la NBA ha entrado en el rango de los 11.000 millones de beneficios anuales. Y afronta el siguiente gran salto adelante, en su imparable bonanza, con la llegada, la verdadera madre del cordero, de los nuevos contratos televisivos.
El gran eje de todo el negocio
La televisi¨®n, finalmente, sigue siendo la piedra angular de un futuro asentado en un nuevo convenio colectivo, ya firmado y que ha apretado las tuercas de la paridad (la NBA lleva siete campeones distintos en las ¨²ltimas siete temporadas) y extremado el control de los excesos gastadores. Conceptos ya perfectamente asimilados como los topes salariales son otra buena invitaci¨®n a posibles nuevos propietarios: las grandes estrellas tienen techado por cu¨¢ntos a?os y millones pueden firmar, lo que evita invitaciones al desastre como, sin ir m¨¢s lejos, las que se ven en algunos proyectos (de lo fara¨®nico a la bancarrota) del f¨²tbol europeo.
Por mucho que cambien los tiempos y que los formatos y veh¨ªculos de transmisi¨®n se adapten a ellos, los contratos con los grandes operadores televisivos son el meollo de toda esta cuesti¨®n econ¨®mica. El gran soporte de la NBA y la fuente primordial de ingresos de todos. Forman pate del BRI (Basketball Related Income), todos los ingresos relacionados directamente con el juego, con los partidos en s¨ª: televisiones, merchandising y restauraci¨®n, parkings¡ El reparto de ese BRI entre franquicias y jugadores suele ser el gran caballo de batalla de las negociaciones cuando toca renovar convenio. En el anterior, los jugadores recib¨ªan una cantidad que oscilaba, seg¨²n variables, entre el 49 y el 51%; y en el nuevo se aseguran, en principio, el 51% (queda el 49 para los propietarios).
De ese BRI depende el salary cap, el l¨ªmite salarial que tienen todos los equipos para gastar en salarios cada temporada. Por eso, cuando se disparan los contratos televisivos, lo hace tambi¨¦n el cap y, por lo tanto, los contratos de los jugadores. La gran revoluci¨®n lleg¨® en 2015, cuando se cerr¨® un acuerdo con Disney (ESPN y ABC) y Turner (TNT) por unos 24.000 millones durante un per¨ªodo de nueve a?os (2016-2025). La magnitud de este acuerdo se entiende si se compara con el anterior, por el que Disney pagaba unos 485 millones y Turner, unos 445. La cantidad pas¨® a triplicarse, y super¨® los 2.600 millones anuales. Con esa inyecci¨®n, el salary cap se descontrol¨®: 63 millones en la temporada 2014-15, 70 en la 2015-16, la ¨²ltima del anterior acuerdo de TV¡ y 94 en la 2016-17. Un nuevo mundo.
Si se revisa la historia, el crecimiento en los contratos ha sido vertiginoso. NBC y Turner acordaron pagar 2.600 totales por cuatro a?os antes de la temporada 1998-99. Por entonces, el cap estaba fijado en 30 millones y el salario medio de los jugadores no superaba los 2,5. De ah¨ª se pas¨® a un contrato (ABC, ESPN, Turner) de 4.600 por seis temporadas; Y de ah¨ª, a uno de 7.400 por siete, la antesala del que ahora se ha agotado, el de la gran revoluci¨®n de 2016 (24.000x9) que ha quedado convertido en calderilla por el nuevo, un marco de retransmisi¨®n complejo y con m¨¢s actores en juego que va a dar a la NBA 76.000 millones de d¨®lares por once a?os. R¨¦cord de dinero y de temporadas.
En 2016, la llegada de tanto dinero provoc¨® una deformidad nunca vista en el mercado. Permiti¨®, por ejemplo, que los Warriors tuvieran margen para acometer la llegada de Kevin Durant. Al menos, fue uno de los factores que facilitaron una operaci¨®n a priori imposible. E hizo que los equipos, en esa inflaci¨®n, firmaran muchos contratos demasiado altos. Tanto que las siguientes ventanas de mercado se resintieron. Las franquicias, con la mala conciencia del gastador, ten¨ªan que seguir pagando contratos que en lo deportivo se demostraron desastrosos; y entre los jugadores, las clases media y baja se encontraron con un mercado de peores posibilidades.
Como nadie quer¨ªa que se repitiera algo as¨ª con el nuevo contrato televisivo, el ¨²ltimo convenio colectivo especific¨® que el salary cap no podr¨ªa experimentar subidas interanuales que fueran m¨¢s all¨¢ de un 10%. De esta forma, si la llegada de ingresos iba m¨¢s all¨¢ de esa cifra, se ir¨ªa prorrateando para evitar un cap monstruoso y distorsionado. B¨¢sicamente, para evitar que el mercado volviera a descontrolarse como en 2016. El cap ha rozado los 141 millones esta temporada (2024-25) y superar¨¢ los 154 la pr¨®xima (2025-26).
En la nuevo curso, en oto?o, entrar¨¢n en vigor esos nuevos contratos televisivos que ya tienen forma definitiva y que han superado el total de 75.000 millones que en 2021 puso sobre la mesa el periodista Jabari Young (CNBC) para revuelo de muchos, que pensaron entonces que eran cifras disparatadas. El anterior acuerdo, que ya daba v¨¦rtigo, situaba el total anual por encima de los 2.600 millones, casi triplicando la cifra anterior. Ahora, con ese 76.000x11, entraremos a partir del curso 2025-26 en el rango de los m¨¢s de 6.900 millones anuales. Otra vez cerca del triple. Con esto se asegura, desde luego, que durante unos cuantos a?os el cap subir¨¢ ese m¨¢ximo del 10%, el tope fijado por el convenio. Con ganancias que se prorratear¨¢n durante el futuro a medio plazo y garantizar¨¢n la riqueza de todos, tambi¨¦n (claro) de los propietarios, en una NBA cuyos mejores jugadores entrar¨¢n aproximadamente en una d¨¦cada en los contrato de tres cifras, en el rango de los 100 millones anuales.
As¨ª que todo invita al optimismo (econ¨®mico) en una competici¨®n que, adem¨¢s, afrontar¨¢ a medio plazo su expansi¨®n a 32 franquicias. En la pr¨¢ctica, las nuevas (si no sucede nada raro, la esperada en Las Vegas y el regreso de Seattle Supersonics) compran un equipo que hasta entonces no exist¨ªa, se hacen con sus plazas a partir de un precio que se establece seg¨²n el promedio de lo que cuestan la dem¨¢s.
Por eso, operaciones como las de Celtics y Lakers ayudan a disparar tambi¨¦n esos c¨¢lculos. La NBA puede pensar en sacar unos 5.000 millones, o incluso m¨¢s en funci¨®n de cu¨¢ndo se active definitivamente el proceso, por cada uno de esos dos nuevos equipos. Ese dinero se repartir¨¢ entre los treinta actuales, que despu¨¦s tendr¨¢n que dividir en pedazos m¨¢s peque?os (32) muchos de sus ingresos y ganancias en una competici¨®n que es una mina de oro y, por eso, no para de generar movimiento en el nivel de sus propietarios (veremos si todos los casos son para bien, y uno a seguir es el de Dallas Mavericks). Y en la que se han vendido, en cuesti¨®n de tres meses, los dos bastiones hist¨®ricos, los que apilan 35 anillos. Boston Celtics en marzo y ahora, en n¨²meros asombrosos, Los Angeles Lakers.
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