Los Knicks, ?y ahora qu¨¦?
Tras el se¨ªsmo provocado con el despido de Tom Thibodeau, los Knicks inician un periodo de reflexi¨®n en el que se juegan la p¨¦rdida de la cultura que tanto les ha costado recuperar.


La bomba explot¨® en Nueva York con el despido de Tom Thibodeau y ahora, los Knicks est¨¢n en un periodo de reflexi¨®n en el que deber¨¢n decidir que direcci¨®n toman en el futuro. El entrenador de 67 a?os llevaba cinco temporadas en la Gran Manzana y ahora se ha quedado con una mano delante y otra detr¨¢s, uni¨¦ndose a la interminable ristra de t¨¦cnicos despedidos en los ¨²ltimos a?os tras conseguir ¨¦xitos rotundos o moderados con sus respectivas franquicias. Eso s¨ª, el hombre que renunci¨® a casarse para dedicarse en cuerpo y alma al baloncesto se llevar¨¢, al menos, los 30 millones garantizados de la extensi¨®n que firm¨® en 2024 y que le vinculaba a la entidad hasta 2028. Un triste consuelo para alguien cuya vida parece no tener sentido si no est¨¢ en un banquillo de la NBA.
Son muchas y muy variadas las vertientes de una decisi¨®n que no todo el mundo ha entendido. Por un lado, Thibodeau ha llevado a los Knicks a cuatro presencias en playoffs en cinco temporadas, consiguiendo 50 y 51 victorias las dos ¨²ltimas temporadas y aterrizando este curso en las finales de la Conferencia Este, perdiendo adem¨¢s por 4-2 ante los Pacers, un resultado negativo pero robando dos partidos a un equipo que ha cuajado unas eliminatorias, a expensas de las Finales, absolutamente brillantes. Y los Knicks, con Thibodeau al frente, no han dejado de pasar dos rondas de playoffs consecutivas por primera vez... desde el 2000. Una espera demasiado larga para recuperar la cultura perdida, esa que les hizo brillar en las ant¨ªpodas de la NBA y que en los 90 les permiti¨® volver a lucir, a pesar de la falta de anillos, al Madison como centro del mundo.
Eso es lo que se juegan ahora los Knicks: no perder su esencia. Con Thibodeau, un entrenador a la vieja usanza, se ha practicado el baloncesto que m¨¢s gusta en la Gran Manzana: garra, rebote, entrega. Puro baloncesto del Este, con enfrentamientos espectaculares tanto en regular season como en playoffs. Pero en este tiempo, la plantilla neoyorquina tambi¨¦n ha sufrido los excesos de un t¨¦cnico particular. Que cae bien, pero que no para de empaparse de las minutadas habituales, reventando a sus jugadores, sin hacer apenas cambios y exigiendo un nivel f¨ªsico sideral para llegar vivos al momento de la verdad. Y siendo, adem¨¢s, un entrenador muy intervencionista, que quiere controlar todas y cada una de las partes del juego y cada momento del partido. Una de cal y una de arena: los Knicks han vuelto a ser uno de los equipos m¨¢s importantes de la NBA, pero no han ganado el anillo.
Una cuesti¨®n de perspectiva
Las realidades son contrapuestas y siempre dependen del punto de vista: por un lado, ser¨ªa atrevido decir que los Knicks tienen ya plantilla suficiente como para ganar el anillo. Por otro, estamos en una ¨¦poca llena de locura, que va a tener a su s¨¦ptimo ganador diferente en los ¨²ltimos siete a?os, recogiendo las migajas de lo que en su d¨ªa fue la dinast¨ªa de los Warriors. Sin un dominador claro, son muchos los proyectos que otrora se habr¨ªan considerado menores (dentro del Olimpo de los grandes equipos) que han pescado en r¨ªo revuelto, en una etapa en la que, por ejemplo, Raptors y Nuggets se han hecho con el primer anillo de su historia, los Bucks lograron el primero en 50 a?os y los Celtics el primero desde 2008. Pero nada para los Knicks, que tienen dos: en 1970 y en 1973. Mucho ha llovido.
En esta ¨¦poca, en la que lo ¨²nico que vale es renovarse o morir, parece que lo que ha cambiado es toda una era. LeBron James y los Lakers ganaron un anillo, el de 2020, mientras que los Warriors tuvieron una dulce pr¨®rroga dos a?os despu¨¦s. Pero las tempranas derrotas en los ¨²ltimos playoffs de los equipos construidos a la antigua usanza o los jugadores hist¨®ricos que siguen en activo hace pensar que hay que jugar de otro modo, construir de otra forma las plantillas e intentar alcanzar el objetivo final de otra manera. Las haza?as aisladas ya no valen si no corresponden a un todo y los tiempos de talento desmedido se han reducido mientras los protagonistas iban cumpliendo a?os a favor de ej¨¦rcitos distintos, o bien m¨¢s compensados o bien liderados por un ¨²nico y solitario gran jugador.
As¨ª, las asociaciones de grandes nombres (los Suns de Durant, LeBron y Doncic en Los ?ngeles, Butler para los Warriors...) ya no valen como antes, cuando en la Bah¨ªa se junt¨® un equipo de ensue?o, el Rey compart¨ªa equipo con Kyrie Irving o, si nos vamos m¨¢s atr¨¢s, con Wade y Bosh. Juntar grandes nombres supone tambi¨¦n juntar grandes contratos que atan de pies y manos el fichaje de una intendencia siempre importante. Pero que ahora, con el nuevo convenio colectivo ya en activo y una diferencia enorme entre la clase alta y baja, con una ausencia casi completa de clase media (contractualmente hablando), se hace todav¨ªa m¨¢s esencial. Y adaptarse a eso es lo que necesitan, quiz¨¢, hacer del todo los Knicks, que se han quedado cabalgando entre dos mundos.
En los ¨²ltimos siete a?os, llenos de campeones diferentes, hemos visto varios organigramas en las plantillas con alg¨²n denominador com¨²n. Giannis Antetokounmpo y Nikola Jokic son dos ejemplos que han recogido ahora, aunque de otra forma, los Thunder de Shai Gilgeous-Alexander: un jugador con un talento enorme y un s¨¦quito para rodearle. Tambi¨¦n les pas¨® a los Raptors con Kawhi Leonard o incluso a los Lakers con LeBron, a pesar de Anthony Davis. Y a los ¨²ltimos Warriors que ganaron, con Stephen Curry ya sin Durant y de l¨ªder absoluto. Los ¨²nicos que ganaron con una plantilla en la que todos aportaban fueron los Celtics, por insistencia y abrasi¨®n. Ya no hay big threes (LeBron, Wade y Bosh) ni tampoco duplas exitosas (Shaq y Kobe, LeBron y Kyrie) o quintetos ic¨®nicos (la dinast¨ªa de los Warriors, los Pistons de 2004, los Celtics de 2008...). Ahora se gana de otra forma. Y ah¨ª tienen que llegar los Knicks. Sea como sea.
?Y ahora qu¨¦?
Los Knicks afrontan su futuro, que puede ser el anillo o la propia extinci¨®n. Sin due?o ni atisbos de dinast¨ªas, son muchos los equipos que olfatean el campeonato, pero una cosa es esa y otra ganarlo. Jalen Brunson es un base con un talento enorme (28,7 puntos la temporada pasada, 26 en la presente) que asume mucho y tiene libertad de movimientos. Josh Hart funcionaba como le gustaba a Thibodeau y veremos el rol que tiene ahora. Mientras que OG Anunoby fue un fichaje acertado. Por otro lado, Mika Bridges puede ser usado de otra manera y a Mitchell Robinson le ha faltado continuidad f¨ªsica, dejando a los Knicks hu¨¦rfanos de ese juego interior que tambi¨¦n ha cambiado radicalmente en su forma y fondo.
Y luego est¨¢ Karl-Anthony Towns. Los Knicks resolvieron los problemas que daba Julius Randle, tanto econ¨®mica como deportivamente, con esa maestr¨ªa que llev¨® a uno a los Timberwolves y al otro a la Gran Manzana para que los dos pierdan en finales de Conferencia, cada uno con su equipo particular, esas iron¨ªas del destino que de cuando en cuando maneja la NBA. Towns (24,4 puntos, 12,8 rebotes en la fase regular) ha jugado muy bien, pero su compromiso defensivo se ha puesto en duda justo al final, cuando ha sido se?alado por su apat¨ªa. No deja de ser curioso que en su momento fuera uno de los responsables de la salida de Thibodeau de Minnesota y ahora haya sido criticado s¨®lo unos d¨ªas antes de la salida del mismo t¨¦cnico. Uno que en teor¨ªa contaba con la aprobaci¨®n de Brunson y de Leon Rose. Pero que se ha ido por la puerta de atr¨¢s a pesar de ser el hacedor de la etapa m¨¢s exitosa que los Knicks han tenido en todo el siglo XXI. ?
Ahora, los Knicks tienen que decidir. Alg¨²n nombre como Mike Malone (otro entrenador despedido recientemente) ya ha sonado, mientras que se ha llegado a se?alar incluso a Steve Nash, un perfil manejable por los jugadores y opuesto al de un Thibodeau que no se casa con nadie. Cortoplacista, pero eficaz, el t¨¦cnico seguro que encuentra un nuevo trabajo dentro de poco. Y, mientras tanto, la NBA sigue en su particular locura: con este movimiento, los tres entrenadores en activo que m¨¢s tiempo llevan ligados a sus franquicias son Erik Spoelstra, Steve Kerr y... Billy Donovan. Vivir para ver. Desde luego, no est¨¢ la cosa para tener trabajos a largo plazo en los banquillos de la mejor liga del mundo. Y Tom Thibodeau lo sabe. Los Knicks recuperan la gloria perdida, pero tienen ahora un futuro incierto. Y todo depender¨¢ de las decisiones que tomen para volver a lo m¨¢s alto. Si es que lo consiguen. Veremos.
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