La expansi¨®n es inevitable
Aunque Adam Silver asegura que las conversaciones definitivas no llegar¨¢n en el corto plazo, parece claro que la NBA dar¨¢ el salto de 30 a 32 franquicias.


Esta es la actualizaci¨®n de un art¨ªculo publicado el 17 de diciembre de 2023, puesto al d¨ªa con las nuevas informaciones sobre la expansi¨®n de la NBA y las explicaciones que dan en un art¨ªculo de ESPN los periodistas Tim Bontemps, Kevin Pelton y Brian Windhorst.
La expansi¨®n de la NBA est¨¢ ah¨ª, se est¨¢ convirtiendo en un soniquete, un horizonte hacia el que se cabalga pero al que parece que nunca se llega. Se llegar¨¢. Adam Silver lo ha dicho todo lo claro que se puede decir ya que no puede decirlo todo lo claro que en realidad lo debe tener a estas alturas. Un destino ¡°invariable¡± y una ¡°progresi¨®n natural¡± para la liga en palabras de un comisionado cuya hoja de ruta ha tenido siempre un orden claro: el nuevo convenio colectivo, los nuevos derechos televisivos y despu¨¦s, entonces y solo entonces s¨ª, la expansi¨®n.
Lo primero, el nuevo marco laboral que rija la relaci¨®n franquicias-jugadores (empleadores-empleados) se acord¨® sin dramas ni conflictos p¨²blicos. As¨ª ha sido siempre en una etapa con Silver al frente (desde 2014) en la que la NBA se ha convertido en una balsa de aceite en lo que se refiere a las relaciones entre sus actores principales. Sobre todo, en comparaci¨®n con tiempos pasados. La bonanza econ¨®mica (ahora mismo perpetua y a prueba incluso de pandemias) ha endulzado los ¨¢nimos. Tambi¨¦n los equilibrios de Silver, que con una mano contenta a los propietarios y con la otra hace que los jugadores se sientan casi m¨¢s socios que trabajadores. Unas veces para bien¡ y otras no tanto. El nuevo convenio abre para los pr¨®ximos a?os, siempre es as¨ª pero en este caso las medidas son verdaderamente transformativas, un escenario in¨¦dito en las relaciones laborales de la NBA. Apenas estamos empezando a comprender y anticipar las consecuencias.
Los contratos televisivos tambi¨¦n se cerraron y en cifras no s¨®lo de r¨¦cord: por encima de unas previsiones que meses antes parec¨ªan descabelladas. Ya se sabe, la madre del cordero, la gallina de los huevos de oro y el fundamento de la excelencia econ¨®mica (una burbuja que no para de inflarse) en la que vive, al galope, la NBA. Que, aunque ahora no lo parezca, conoci¨® tiempos mucho m¨¢s oscuros. Los contratos televisivos sustentan de forma troncal los beneficios de franquicias (propietarios) y (a trav¨¦s de los ingresos relacionados con el baloncesto: BRI) jugadores, ya que esas cantidades inciden de forma decisiva en el salary cap, el dinero del que dispone cada equipo para los salarios anuales de su plantilla.
El valor medio de las franquicias ya supera los 3.500 millones de d¨®lares. Y el de los salarios de los jugadores est¨¢ por encima de los 11. Nadie quiere tocar esa din¨¢mica y por eso el ¨²ltimo convenio se cerr¨® sin sangre y con muchos acuerdos que parece dif¨ªcil que se hubieran pactado si cualquier cuenta no se acabara traduciendo, como pasa ahora, en mucho dinero para todos.
La NBA pas¨® con su anterior acuerdo televisivo a triplicar sus ingresos anuales por este concepto. Disney (ESPN y ABC) y Turner (TNT) aceptaron pagar 24.000 millones por un tramo de nueve a?os (2016-2025) que est¨¢ a punto de concluir. Ahora, esas cifras que fueron un r¨¦cord hist¨®rico han quedado absolutamente desfasadas. En la temporada 2025-26, cuando acabe la que comenzar¨¢ el pr¨®ximo mes, entrar¨¢n en vigor unos nuevos contratos televisivos que ya tienen forma definitiva: 76.000 millones de d¨®lares por once a?os. M¨¢s incluso que los 75.000 que en 2021 puso sobre la mesa el periodista Jabari Young (CNBC) para revuelo de muchos, que pensaron entonces que eran cifras disparatadas. El anterior acuerdo, que ya daba v¨¦rtigo, casi triplicaba la cifra anterior. Ahora, con ese 76.000x11, entraremos en el rango de los m¨¢s de 6.900 millones anuales. Otra vez cerca del triple.
Con esto se asegura, desde luego, que durante unos cuantos a?os el cap subir¨¢ el m¨¢ximo del 10%, el tope fijado por el convenio para evitar deformaciones en el momento del gran impacto del nuevo acuerdo. As¨ª sucedi¨® en 2016, cuando el tope salt¨® en un a?o de 70 a 94 millones (marcha ya por 136), un impulso hacia el h¨ªperespacio que provoc¨® tal distorsi¨®n del mercado que siguieron veranos de m¨¢s tiento por parte de las franquicias y, por lo tanto, menos poder negociador de los jugadores. Eso, tener demasiado dinero, tambi¨¦n se ha tenido que regular y ahora las ganancias se prorratear¨¢n durante el futuro a medio plazo y garantizar¨¢n la riqueza de una NBA cuyos mejores jugadores entrar¨¢n aproximadamente en una d¨¦cada en los contrato de tres cifras, en el rango de los 100 millones anuales.
La proyecci¨®n de estos acuerdos que ya son una realidad influy¨® de forma obvia en las ventas de franquicias de los ¨²ltimos a?os: en sus alt¨ªsimos precios y en el inter¨¦s por hacerse con ellas. En 2021, la venta en diferido que ahora est¨¢ atascada (al menos hasta noviembre) de Minnesota Timberwolves valor¨® la franquicia en 1.500 millones. Desde entonces, otras tres se han vendido por estimaciones totales mucho m¨¢s altas, con los Suns y los Mavericks ya en el rango de los 4.000 millones de d¨®lares. Ahora es el campe¨®n de la NBA, los hist¨®ricos Boston Celtics, los que van a cambiar de propietarios en los pr¨®ximos meses. Antes del anillo de junio, Forbes valoraba la franquicia en unos 4.700 millones. El precio final, ya aterrizado en el mercado, ser¨¢ seguramente m¨¢s alto. Aqu¨ª aparece un factor clave de cara a la llegada de nuevas franquicias: cuanto mayor sea el precio estimado de los equipos, m¨¢s tendr¨¢n que pagar los reci¨¦n llegados a los otros treinta propietarios para entrar en la Liga. Ahora mismo, y con la valoraci¨®n de los equipos en permanente ascenso, la NBA no tendr¨¢ prisa en el cort¨ªsimo plazo y querr¨¢ esperar, seguramente, como m¨ªnimo a que se vendan los Celtics y el precio de la operaci¨®n resetee, otra vez, lo que creemos que vale un equipo.
Despu¨¦s de la televisi¨®n, la expansi¨®n
Despu¨¦s de ese acuerdo, para la NBA un ¨¦xito masivo al que ya se le hab¨ªan ido poniendo andamios (impactos televisivos como el play in y el In Season Tournament, las nuevas normas para controlar los descansos no justificados de los jugadores¡), era el momento de hablar de la expansi¨®n. P¨²blicamente, porque entre bastidores las aguas ya se est¨¢n moviendo, tal y como confirm¨® hace meses el periodista Mike Vorkunov, que dibuj¨® en The Athletic un panorama de preguerra, contactos entre grupos inversores, grandes bancos, empresarios que saben que tienen que amasar hoy las ventajas que ser¨¢n definitivas ma?ana.
Ahora, y seg¨²n los especialistas de ESPN, la expansi¨®n es b¨¢sicamente inevitable. Adam Silver dijo hace unos d¨ªas que no era el momento para hablar de ello, pero tambi¨¦n que el momento podr¨ªa llegar durante esta misma temporada. En plazos normales y en el mejor caso, eso s¨ª, no ser¨ªa antes de la temporada 2027-28 (con opciones, pero escasas, para la 2026-27) la llegada de dos nuevas franquicias (dos, para mantener la paridad: 32 en vez de 30). El ¨²ltimo en la fiesta, Charlotte Bobcats (luego otra vez Hornets), se construy¨® en dos a?os: se anunci¨® en 2002 y ya estaba jugando en 2004. Pero era un caso at¨ªpico porque no hubo puja y se trataba, en la pr¨¢ctica, de reemplazar la estructura que ya hab¨ªa existido y que se hab¨ªa trasladado a Nueva Orleans (primero Hornets, luego Pelicans). Para la NBA, conviene recalcarlo, un anuncio m¨¢s tard¨ªo puede hacer que el dinero que recibir¨¢ de forma directa sea mayor, vinculado a esa valoraci¨®n de las franquicias a la que no se le avista freno.
Porque, finalmente, la cuenta es econ¨®mica. Los jugadores no tienen voz ni voto en este asunto, aunque con m¨¢s equipos hay m¨¢s fichas que ocupar y m¨¢s mercado que agitar, as¨ª que en principio no son un enemigo natural de la expansi¨®n. Y las franquicias tienen que decidir entre los ingresos a medio y largo plazo y la inyecci¨®n de impacto, en el primer momento. Los nuevos equipos tienen que pagar la cuota que se establezca, y que podr¨ªa pasar de 5.000 millones en la situaci¨®n actual del mercado. Es un dinero que no afecta a los jugadores ni al salary cap y que va directamente a los otros 30 propietarios. Y que podr¨ªa ir, en esas cantidades citadas, m¨¢s all¨¢ de los 10.000 millones. Es decir, casi 350 millones para cada propietario. Sin embargo, la propia NBA se dividir¨¢ en 32 partes y no 30. Toda la tarta de beneficios tendr¨¢ dos nuevos comensales y los equipos tampoco tendr¨¢n ya el 3,3% de la Liga cada uno. Son peque?os porcentajes pero un reguero importante de dinero en el largo plazo, a?o tras a?o. Para compensar esto, los ingresos son cada vez mayores, as¨ª que las cantidades totales que reciben los equipo de lo que gana la NBA no se resentir¨¢ demasiado aunque s¨ª lo haga el cacho que se llevan.
Poner una franquicia NBA en marcha a partir de la (aparente) nada no es algo que se haga en dos ma?anas. Es una estrategia que anticipa pero tambi¨¦n transforma, ya lo est¨¢ haciendo, el futuro de la NBA. Y que parece una certeza por una serie de razones que tienen que ver con la citada paz social que dibuja un escenario limpio de obst¨¢culos; el volumen de talento que permite pensar que el producto no se resentir¨¢ (las plantillas se alargan cada vez m¨¢s con m¨¢s jugadores ¨²tiles); el empuje de grandes mercados y lugares que son considerados ciudades de baloncesto y la explosi¨®n de inter¨¦s (como hecho generador de contenidos 24 horas al d¨ªa y siete d¨ªas a la semana) de la NBA. Y hay que insistir: por el dinero, claro, sobre todo por el dinero.
Hay mucho dinero. La NBA super¨® en el curso 2021-22 los 10.000 millones de ingresos por primera vez (recordemos: est¨¢ en 2.700 al a?o solo en unos contratos de televisi¨®n que se van a volver a disparar en el futuro pr¨®ximo). Y habr¨¢ m¨¢s. Eso hace que halcones del mundo de los negocios tengan la vista puesta en los movimientos de Adam Silver. Y tambi¨¦n que los actuales propietarios (un n¨²cleo ¨²ltimamente convulso: cambios en Suns, Bucks, Mavericks, Hornets¡) aflojen los prejuicios contra esa matem¨¢tica b¨¢sica que dice que con dos equipos m¨¢s (de eso se habla) habr¨¢ que repartir la tarta en 32 porciones y no en las 30 actuales. Sin embargo, y es parte de lo que queda por limar, parece que no todos los propietarios lo ven tan di¨¢fanamente claro y hay un pu?ado de ellos que siguen viendo con reticencia la ampliaci¨®n.
?Es eso un problema? S¨ª. Pero se cuenta con generar tanto que el porcentaje ser¨¢ jugoso en todo caso y con que la entrada en el club NBA, lo que hace un par de a?os se cifraba en unos 2.500 millones de d¨®lares, vaya a costar, casi seguro y finalmente, m¨¢s del doble. El proceso para la expansi¨®n es m¨¢s o menos ese: la NBA abrir¨¢ un periodo en el que permitir¨¢ que se hagan ofertas. Por eso saldr¨¢n nombres m¨¢s all¨¢ de los que tiene todo el mundo en la cabeza, Las Vegas y Seattle. Porque realmente habr¨¢ otras ciudades interesadas y porque a la propia liga le conviene que la puja dispare sus decibelios. Tambi¨¦n le sirve para separar la paja del trigo. Se entender¨¢ que el que no ponga de inicio muchos billetes encima de la mesa, no ir¨¢ en serio. Se alentar¨¢ que suban las apuesta y tal vez se descubra que hay opciones mejores que las que se consideraban darlings a priori. En la expansi¨®n de finales de las ochenta (luego iremos con ella) se pensaba a?adir dos equipos y acabaron llegando a la NBA cuatro. Las candidaturas eran demasiado s¨®lidas como para obviarlas.
?Los plazos? Como ya se ha dicho, la ¨²ltima vez que se a?adi¨® un equipo fue en 2004: Charlotte Bobcats, hoy Charlotte Hornets. Y, tambi¨¦n como ya se ha dicho, fue un caso at¨ªpico. Solo pasaron dos a?os desde que los Hornets originales (luego Pelicans) se fueron a Nueva Orleans (2002). Ese mismo verano se abri¨® el proceso, en diciembre ya hab¨ªa ganador (un grupo liderado por Robert Johnson), en enero de 2023 se ten¨ªa el OK (asunto crucial) del resto de los propietarios; en junio el equipo ten¨ªa nombre y un a?o despu¨¦s, en junio de 2004, realiz¨® su draft de expansi¨®n. En la temporada 2004-05 ya estaba en las pistas. Esto, en todo caso, no es lo normal. Entonces se aprovech¨® la inercia del cambio y se aceler¨® para evitar problemas legales con el traslado a Nueva Orleans y la salida de Carolina del Norte. Los cuatro equipos que llegaron en los ochenta lo hicieron tras un proceso que dur¨® tres o cuatro a?os, seg¨²n el caso. Los dos de los noventa, en dos a?os y medio. As¨ª que la cosa no est¨¢ realmente pr¨®xima. Quiz¨¢ s¨ª la oficialidad de la expansi¨®n, no todav¨ªa que veamos una liga con m¨¢s de 30 equipos compitiendo. Pero llegar¨¢.
As¨ª es la propia naturaleza de las ligas profesionales estadounidenses. La WNBA naci¨® con ocho franquicias (en 1997) y lleg¨® a tener 16 antes del paso de la propiedad centralizada por la competici¨®n a los propietarios individuales. Desde ah¨ª, y entre dolores de crecimiento, baj¨® hasta las 12 que ha tenido desde 2010. Pero ahora, en su mejor momento a todos los niveles (deportivo, social, medi¨¢tico), vuelve a crecer: en 2025 debutar¨¢ el equipo de la Bah¨ªa de San Francisco (Golden State Valkyries), que ya ha vendido m¨¢s de 17.000 abonos, un r¨¦cord absoluto. En 2026 entrar¨¢n nuevos equipos con sede en Toronto y (reci¨¦n anunciado) Portland. Y el plan de la Liga es volver a 16 con 2028 como horizonte y mercados muy sugerentes: Philadelphia, Colorado, Nashville, Sur de Florida... La llegada de Caitlin Clark, la inminente (para la pr¨®xima temporada) de Paige Bueckers y la de JuJu Watkins en 2027 hacen pensar en una verdadera edad de oro para una competici¨®n que multiplica sus audiencias, y sus cifras de asistencia y venta de merchandising, pero que mantiene serios retos para el futuro. Dentro del ¨²ltimo acuerdo televisivo de la NBA, que sigue ejerciendo de paraguas de la competici¨®n femenina, la WNBA se asegur¨® 2.200 millones para un per¨ªodo de once a?os. Unos derechos que rondan los 60 millones al a?o saltar¨¢n a unos 200, pero en plena revoluci¨®n Clark las p¨¦rdidas de la competici¨®n llegar¨¢n a unos 50 millones. Entre otras cosas, porque se ha invertido en un plan de vuelos charter para que las jugadoras (una de sus exigencias m¨¢s ruidosas... y l¨®gicas) dejaran de desplazarse en vuelos comerciales. Pero, sobre todo, porque a la WNBA apenas le caen el 40% de los ingresos que genera: poco m¨¢s de 100 millones en 2019, unos 200 en 2023. La NBA se lleva otro 40 y los inversores que entraron en la Liga con 75 millones por delante se llevan otro 20% (desde Nike a personalidades como Pau Gasol, Baron Davis, Condoleezza Rice...). Pero, entre las luces y sombras de un crecimiento incuestionable, la m¨¢quina de la expansi¨®n est¨¢ en marcha.
As¨ª se hace una plantilla en un equipo nuevo
El draft de expansi¨®n, la forma de poner jugadores en un equipo que todav¨ªa no los tiene, es una de las cosas que m¨¢s curiosidad provoca en este proceso que la NBA no vive desde hace casi dos d¨¦cadas. Entonces, para alimentar el roster de los Bobcats, se realiz¨® un draft espec¨ªfico un 22 de junio, dos d¨ªas antes del convencional. Y se establecieron estas normas (habr¨¢ otras cuando toque, pero estas son las ¨²ltimas que hemos visto en la NBA): los Bobcats ten¨ªan que escoger un m¨ªnimo de 14 jugadores y un m¨¢ximo de 29 de entre los que ten¨ªan contrato o fueran agentes libres restringidos (estos pasar¨ªan a negociar con ellos sus contratos en situaci¨®n de agentes libres no restringidos). Los agentes libres sin ataduras (no restringidos) quedaban fuera de este proceso. Solo pod¨ªan elegir un jugador de cada una de las dem¨¢s franquicias, nunca m¨¢s de uno de la misma plantilla. Cada uno de los otros 29 equipos pod¨ªa proteger a ocho jugadores que ser¨ªan intocables y no podr¨ªan ser seleccionados por los Bobcats. Si alguno no ten¨ªa ocho con contratos en vigor (o agentes libres restringidos) al final de la temporada, ten¨ªan la obligaci¨®n de dejar al menos uno liberado, seleccionable. Adem¨¢s, todos pod¨ªan entablar negociaciones con los Bobcats sobre a qui¨¦n cog¨ªan o a qui¨¦n no con rondas de draft, dinero u otros jugadores implicados.
Las Vegas, Seattle... y tambi¨¦n otras opciones
Todo el mundo, m¨¢s o menos, da por hecho que las nuevas franquicias ser¨¢n para Seattle y Las Vegas. Ambas llevan tiempo movi¨¦ndose en esa carrera de posiciones a la que otros puede que lleguen demasiado tarde¡ o desde demasiado atr¨¢s. Seattle es una vieja cuenta pendiente de la NBA desde un asunto sucio en el que influyeron (siempre es as¨ª) problemas con el pabell¨®n y movimientos en la sombra del grupo que se acab¨® llevando a los hist¨®ricos Supersonics a Oklahoma City, convertidos en Thunder. Seattle es el principal mercado de Estados Unidos sin franquicia NBA, ya estuvo a punto de regresar a trav¨¦s de la compra de Sacramento Kings (en 2013) y tiene un pabell¨®n (el de las Storm de la WNBA) perfectamente listo para su uso como instalaci¨®n NBA. En ese recinto tiene mano, adem¨¢s, el grupo inversor (Oak View Group) que tambi¨¦n mueve los hilos de la candidatura de Las Vegas. Conviene recordar que, si vuelven (o m¨¢s bien cuando vuelvan) los Supersonics recuperar¨¢n su nombre, sus colores y su historia. As¨ª lo permite el acuerdo al que llegaron con OKC en el momento del doloroso traspaso. Por eso los Thunder no fueron OKC Sonics y por eso no lucen las banderas de los de Seattle, como la de campeones de la NBA en 1979. Otros datos (estad¨ªsticas hist¨®ricas, sobre todo) s¨ª est¨¢n ahora mezcladas, pero ah¨ª tambi¨¦n habr¨¢ divisi¨®n. Seattle tendr¨¢ lo suyo, Oklahoma City se quedar¨¢ con lo exclusivo de los Thunder.
Las Vegas se ha convertido en el epicentro de los movimientos del deporte estadounidense: han llegado la F¨®rmula 1, la NFL (incluida la Super Bowl 2024), la WNBA (con much¨ªsimo ¨¦xito: las Aces llevan all¨ª seis a?os y han ganado dos t¨ªtulos), la NHL, est¨¢ en camino (aprobado) la MLB¡ Innegable como hecho de negocio, su relaci¨®n con la NBA se alarga a la Summer League, las concentraciones de la selecci¨®n de Estados Unidos, eventos y el equipo Ignite de la G League¡ el citado Oak View Group, que quita y pone mucho en estos ¨²ltimos movimientos en la sombra, tienen compradas 27 hect¨¢reas para hacer un nuevo pabell¨®n que puede estar listo en 2026, un timing que encaja con los pasos ejecutivo que va dando la NBA. Seg¨²n el periodista Tashan Reed (The Athletic), ese pabell¨®n se har¨¢ con una inversi¨®n privada de m¨¢s de mil millones y formar¨¢ parte de un casino/resort que va a costar m¨¢s de 10.000 y que podr¨ªa ser otro paso en esa relaci¨®n cada vez menos disimulada y m¨¢s ¨ªntima de la NBA con un universo, el de las apuestas y el juego, que hace no tanto era anatema. Adem¨¢s, en el proyecto de tren de alta velocidad que unir¨¢ la ciudad con Los ?ngeles est¨¢ metido Wes Edens¡ que ahora es copropietario de los Bucks. Hasta LeBron James ha hablado de lo apetecible que ser¨ªa entrar en un nuevo equipo ubicado en Las Vegas. Y LeBron no solo tiene mucho dinero: tambi¨¦n est¨¢ involucrado en el Fenway Sports Group que controla el Liverpool, Boston Red Sox o Pittsburgh Penguins.
El asunto parece claro, y de hecho Adam Silver se refiri¨® en julio a Las Vegas como ¡°la franquicia 31 de la NBA¡± en relaci¨®n a la cada vez m¨¢s intensa relaci¨®n entre la Liga y una ciudad que no tiene equipo... todav¨ªa. Pero hay m¨¢s: Ciudad de M¨¦xico tiene el atractivo de la globalidad y la expansi¨®n internacional, unos horarios ajustados a los estadounidenses y un equipo de la G League (Capitanes) que dobla en asistencia de p¨²blico a cualquier otro de la Liga de Desarrollo.
Y hay m¨¢s: Vancouver (que ya tuvo a los Grizzlies) y Montreal, la ciudad m¨¢s poblada de Canad¨¢ despu¨¦s de Toronto, donde los Raptors son un ¨¦xito rotundo, comparten con la candidatura mexicana el atractivo del toque internacional sin salir de Norteam¨¦rica. San Diego es un mercado que no puede permitirse tener solo, en deporte profesional, su equipo de la MLB (Padres). Ahora est¨¢ sin nada en NFL, NHL, MLS y una NBA donde acogi¨® a Rockets (antes de irse a Houston) y Clippers (en tr¨¢nsito hacia Los ?ngeles). Louisville tiene el encanto de Kentucky, esa regi¨®n donde el baloncesto universitario es una religi¨®n y es, adem¨¢s, una vieja candidata que ya tent¨® en el pasado a Grizzlies (fue finalista con Vancouver), Cavaliers, Braves, Rockets¡ Kentucky tambi¨¦n tuvo al equipo (Colonels) que m¨¢s partido gan¨® en la historia de la ABA. Es tierra de baloncesto. Kansas City (donde jugaron los Kings) o Pittsburgh son otros cl¨¢sicos de este tipo de art¨ªculos¡ cuyas opciones parecen realmente escasas. Al menos, hasta que empiece la puja.
Si los elegidos son, y eso ser¨ªa lo escandalosamente normal, Seattle y Las Vegas, ambos equipos entrar¨ªan en una Conferencia Oeste que pasar¨ªa a tener 17 equipos. Para volver al reparto equitativo (ser¨ªa 16-16), una franquicia tendr¨ªa que irse al Este. Las candidatas obvias son tres: Memphis Grizzlies, New Orleans Pelicans y Minnesota Timberwolves. Las dos primeras est¨¢n m¨¢s al este, pero tienen a buenas distancias de vuelo a varios equipos que juegan en la Conferencia Oeste: los tres texanos (Mavericks, Spurs, Rockets) y los Thunder. Los Wolves son menos orientales pero est¨¢n m¨¢s aislados: la ciudad del Oeste que est¨¢ m¨¢s cerca de Minnesota es Denver. Hay cinco franquicias del Este (Milwaukee, Chicago, Indian¨¢polis, Detroit y Cleveland) m¨¢s cerca y una (Toronto) a una distancia similar. As¨ª que, tal y como sugiere ESPN, este escenario es ahora mismo el m¨¢s probable: Las Vegas y Seattle al Oeste, Minnesota Timberwolves al Este.
Est¨¢ escrito en la historia de la NBA
Porque, en todo caso y salvo giro muy sorprendente, la expansi¨®n se har¨¢. Parece absolutamente inevitable. Y Adam Silver, m¨¢s all¨¢ de la conveniencia del asunto y un timing que parece perfectamente preparado, tiene raz¨®n en una cosa: es un proceso natural en la NBA. Que no naci¨®, aunque lo parezca porque lleva mucho con este formato, con sus treinta equipos divididos en dos Conferencias sim¨¦tricas (quince y quince). La Liga comenz¨® en 1946 como BAA (Basketball Association of America) y con once equipos. Sum¨® en 1948 a la NBL (National Basketball League) y pas¨® a llamarse NBA, dentro de un tramo de veinte a?os (1946-66) en el que oscil¨® entre un pico de 17 equipos y un valle de ocho (en la temporada 1947-48 y entre 1955-61). Por entonces, el negocio no era ni mucho menos tan boyante. Entre 1966 y 1980 se articul¨® la NBA moderna, con la llegada de once equipos, el n¨²cleo de los que ahora tenemos en competici¨®n (en el inicio de 1946 estaban, por cierto, Knicks, Celtics y los Warriors afincados en Philadelphia: fueron el primer campe¨®n).
En 1966 lleg¨® Chicago Bulls, en 1967 San Diego Rockets y Seattle Supersonics, en 1968 Phoenix Suns y Milwuakee Bucks. En 1970 Buffalo Braves (hoy Clippers), Cleveland Cavaliers y Portland Trail Blazers. En 1974 se cre¨® New Orleans Jazz (en (Utah desde 1979) y en 1976 se produjo la fusi¨®n (absorci¨®n, en realidad) con la ABA, de la que saltaron a la NBA cuatro supervivientes (los citados Colonels se quedaron a las puertas): San Antonio Spurs, New York Nets, Indiana Pacers y Denver Nuggets. En 1980, finalmente, se crearon los Mavericks en Dallas.
Durante ocho a?os (1980-88) la NBA tuvo 23 equipos. En 1988 llegaron Charlotte Hornets y Miami Heat, en 1989 (misma expansi¨®n dividida en dos fases) Minnesota Timberwolves y Orlando Magic. A esos 27 se unieron en 1995 Toronto Raptors y los Grizzlies que comenzaron en Vancouver y se mudaron despu¨¦s a Memphis, en 2001. En 2004, finalmente, lleg¨® la franquicia n¨²mero 30 en la ¨²ltima expansi¨®n (por ahora): Charlotte Bobcats. Esa es la clave: por ahora¡
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