?pica, LeBron y Doncic
En un partido con pr¨®rroga y en el que tuvieron que remontar, los Lakers lograron su octava victoria consecutiva ante un rival extraordinario. LeBron y Doncic, otra vez los mejores. Brunson, brutal, se lesion¨® a un minuto del final.


En el Crypto Arena se juntaban dos de los equipos m¨¢s emblem¨¢ticos de la historia de la NBA. Dos mercados inmensos, los m¨¢s grandes del mundo de casi cualquier deporte, que adem¨¢s eran miembros fundadores de la mejor liga del mundo, en los albores del baloncesto norteamericano, esa BAA que luego pas¨® a tener las siglas que conocemos hoy en d¨ªa. Lakers y Knicks se encontraban en Los ?ngeles, la segunda ciudad de los angelinos, que empezaron en Minneapolis pero se trasladaron a donde est¨¢n actualmente en un movimiento que vino acompa?ado de esa grandeza que emana la ciudad de las estrellas, que las colecciona en pista a trav¨¦s de acumularlas en las gradas, eso que en su momento hizo Jerry Buss, que comprendi¨® como nadie lo que estaba en juego, lo que quer¨ªa transmitir, la idiosincrasia que cre¨® en un lugar que hizo suyo. Los Knicks, por su parte, son el ¨²nico equipo junto a Boston Celtics que siguen en su ciudad de origen, algo ins¨®lito en una liga llena de traslados y mudanzas. Pero si naces en Nueva York, en la cuna de Manhattan, con el Madison Square Garden como sede y recinto, no tienes que irte a ning¨²n otro lado. Est¨¢s exactamente donde tienes que estar.
Los mejores momentos de ambos equipos quedan lejanos en el tiempo. Los Lakers, candidatos perennes, perdieron esa vitola con los ¨²ltimos a?os y luego la retirada eternamente postergada de Kobe Bryant, llegando a la mediocridad deportiva pero sin perder el glamour inherente a una franquicia que es imposible que lo pierda. Y lo mismo pasa con los Knicks, cuyos dorados 70 son ya casi de la prehistoria y no pasan de semifinales de Conferencia desde el 2000, con Patrick Ewing todav¨ªa de estrella. Una crisis pantagru¨¦lica que no ha impedido que sigan siendo la referencia de la cultura neoyorquina, llena de apariencia bohemia y con una afici¨®n que entiende el baloncesto, pero que va de la mano de la de los Lakers, con eso de parecer antes que ser, parte de una esencia que les ha convertido en estrellas tan grandes como los jugadores, aunque sea en un ¨¢mbito distinto. Dos entidades que tienen mucho en com¨²n, que han compartido batallas y momentos, que han escrito algunas de las p¨¢ginas m¨¢s importantes de siempre y que han atesorado en su seno la capacidad de trascender. De que se hable de ellos ganen o pierdan. Es lo que tiene ser quienes son: dos equipos legendarios.
Ahora, ambos van tambi¨¦n de la mano en el intento de resurrecci¨®n. Los Knicks, sempiternos, buscan con Jalen Brunson (que se reencontr¨® con Doncic tras ser otra de las estrellas a las que en su momento renunci¨® Nico Harrison, iron¨ªas del destino) lo que no tuvieron con Carmelo Anthony, esa oportunidad perdida de anillo, esas ¨ªnfulas justificadas de grandeza que no consiguen igualar. Con Karl-Anthony Towns y un equipo competitivo buscan desbancar a los Celtics del trono y hacer oposici¨®n a los Cavaliers. El problema es que lo bueno y lo malo de su entrenador, Tom Thibodeau, confluye. Y las minutadas que el t¨¦cnico da a su plantilla les deja chamuscados de cara a los playoffs, donde casi siempre llegan con muchos lesionados. En el otro lado, los Lakers han pasado de ser un equipo de mitad de tabla a uno de los principales favoritos al anillo de la NBA. El fichaje de Luka Doncic ha dado una nueva perspectiva a la entidad angelina, que no para de sumar victorias y buenos momentos. Y cuya afici¨®n olisquea la oportunidad y vuelve a vibrar con su equipo, tan vol¨¢til como siempre, sabiendo que su estado de ¨¢nimo depende absolutamente de lo bien o mal que vayan las cosas. Ellos y LeBron James, que tambi¨¦n sabe que puede ganar su quinto entorchado y est¨¢ enchufado hasta la saciedad. Esa era la batalla que acog¨ªa el Crypto Arena. Una que cerraba una especie de c¨ªrculo, ya que los Lakers conquistaron el Madison... el d¨ªa del traspaso de Doncic. Una justicia casi po¨¦tica. Cosas de la NBA.
Un partido legendario
Lakers y Knicks (113-109 en la pr¨®rroga) dieron un homenaje a su propia historia a la del otro en un partido tit¨¢nico, para los anales, que finalmente cay¨® del lado angelino, que suma su octava victoria consecutiva y se pone 40-21, por encima que los neoyorquinos (40-22) aunque esto sea anecd¨®tico al pertenecer a conferencias distintas. Y eso que los Knicks lo tuvieron: un equipo f¨ªsico y con el plan de juego muy claro, Thibodeau emparej¨® a Karl-Anthony Towns (12+14) muchos minutos sobre Luka Doncic y fue hombre a hombre, sin renunciar a utilizar mucho las manos en la zona. Y funcion¨®: los Knicks llegaron a ganar de 13 puntos y al final del tercer cuarto estaban m¨¢s vivos que nunca (76-84), resolviendo levemente la situaci¨®n un postrero triple de Dalton Knecht que dejaba las cosas m¨¢s apretadas de lo que hubieran estado. A los Lakers les tocaba remontada. Y la tuvieron. Vaya si la tuvieron. En un final taquic¨¢rdico, lleno de emoci¨®n... y con victoria para los de nunca y los de siempre. Los que parecen tocados por una varita m¨¢gica. Ya se sabe qui¨¦n.
Dos triples de Gabe Vincent con uno de LeBron entre medias parec¨ªan sentenciar el encuentro (99-96), pero una canasta con tiro adicional de Jalen Brunson forzaba la pr¨®rroga con 99 iguales. El genial base se fue a 39 puntos, 4 rebotes y 10 asistencias, pero se tuvo que marchar al t¨²nel de vestuarios con un minuto para el final del tiempo extra. Algo que pudo ser clave si tenemos en cuenta que hab¨ªa anotado los ¨²ltimos 13 tantos de su equipo, 8 de ellos en la pr¨®rroga. Ah¨ª fue donde los angelinos tomaron ventaja con dos canasta consecutivas de Luka Doncic, envalentonado, una en suspensi¨®n y un triple. El Crypto vibraba como en los mejor¨ªas d¨ªas del Staples, como el viejo Forum, a sabiendas de que era un momento de esos claves para la entidad. Los Lakers mantuvieron siempre esa ventaja y el 2+1 de OG Anunoby (20 puntos) no fue consolidado con el adicional, por lo que LeBron pudo cerrar el partido desde la personal sin la presencia de Brunson, que ya veremos qu¨¦ tiene. Todos los titulares de los Knicks, claro, superaron los 40 minutos. Pero tambi¨¦n lo hicieron LeBron y Doncic, a sabiendas de que ¨¦ste es el momento en el que la m¨¢quina tiene que ser forzada para lograr una victoria tras otra y seguir segundos del Oeste.
La pareja de moda fue otra vez la mejor, amasando el bal¨®n el esloveno, poniendo f¨ªsico y defensa LeBron (que ya es el tercer jugador con m¨¢s victorias de la historia tras adelantar a Tim Ducan). Ambos muy metidos con la ayuda de nadie, ya que Austin Reaves estuvo muy mal en el tiro (8 puntos, 1 de 7 en triples). Knetch y Vincent (11 y 12 puntos, ¨¦ste ¨²ltimo con 4 de 4 en triples) aportaron desde el banquillo, pero la clave volvi¨® a estar en la figura de las estrellas: el base, extraordinario y de menos a m¨¢s, logr¨® 32 puntos, 7 rebotes, 12 asistencias y 4 robos, compensando sus 5 p¨¦rdidas. El Rey, por su parte, lleg¨® a 31 tantos, 12 rechaces y 8 pases a canasta, haciendo un esfuerzo brutal y jugando casi 44 minutos con 40 a?os, el que m¨¢s de todos su equipo. Un ejercicio extraordinario de supervivencia antes del partido ante los Celtics en el Garden de la noche del s¨¢bado al domingo en otro partido que promete ante el rival por excelencia, esos a los que aspiran a igualar en anillos. El duelo es previo a la ¨²ltima gira por el Este de los Lakers, que incluye visitas a Brooklyn y Milwaukee. Y los angelinos llegan con los deberes hechos: ocho victorias consecutivas, y 8-2 de r¨¦cord con el esloveno en pista. Desde luego, es tiempo de so?ar en la ciudad de la luz, aquella donde los sue?os se pueden hacer realidad. En eso est¨¢ el equipo por excelencia de la NBA. Unos Lakers que lo quieren todo. Y que lo pueden conseguir. Lo han demostrado.
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