Cuando los Knicks ganaban: Mr.Cool, Reed, Holzman y el Madison como centro del mundo
Frazier, Reed, Holzman... aunque parezca mentira, los Knicks fueron el epicentro de la NBA a principios de los 70, con dos anillos y un equipo para la historia.
Todo tiempo pasado fue mejor. Esa frase que tan poco gusta a las generaciones actuales, nunca ha sido tan aplicable a un caso como lo es con los Knicks. Porque parece mentira, pero la franquicia neoyorquina fue hace mucho tiempo, la referencia de la NBA. Y no solo en el 芍mbito baloncest赤stico, tambi谷n en el deportivo y cultural. Como si de un mal chiste se tratase, los Knicks representaron, hace infinidad de a?os, ese glamour inherente a una franquicia que ahora no tiene ni eso, y ese discurso hollywoodense que antes de trasladarse a Los ?ngeles de la mano de Jerry Buss tuvo sus dosis de magia en Nueva York. Ni los Lakers de George Mikan o los Celtics de Bill Russell, dinast赤as que dominaron los inicios de la competici車n y que representan hoy recuerdos lejanos, tan hist車ricos como prehist車ricos, tuvieron tanta relaci車n con la idiosincrasia de una ciudad llena de luz, transgresi車n y cambio, con ramalazos de ilustraci車n y progresismo y una base s車lida de ciudadanos reivindicativos, que contrastaba con esa otra cara que marcaba, a pasos agigantados, el rumbo del capitalismo, tan bien representado en Wall Street.
Han pasado 52 a?os desde el 迆ltimo campeonato de los Knicks. M芍s de medio siglo en el que se ha hablado de la ciudad como el mejor destino para los agentes libres, del mercado de la franquicia como el m芍s grande de todos y de la entidad, esa tan ilustre, como la que ha desarrollado una cultura intr赤nseca al coraz車n de Estados Unidos. Sin embargo y por desgracia, aunque esa poblaci車n civilizada y con ricos y extravagantes intereses sigue siendo as赤, el equipo ha sido una sombra de lo que fue hasta que han regresado a las finales del Este este a?o. La pomposidad qued車 desprovista de sentido y la idea de forjar celebridades en pista a base de coleccionarlas en las gradas estuvo mucho tiempo coja de una pata, sin deportistas que representen la grandiosidad (y grandilocuencia) del Madison, con ese p迆blico que sale en la televisi車n con ropajes nada baratos, variopintas compa?赤as y una pose muy caracter赤stica. De hecho, la afici車n de los Knicks siempre ha sido semejante a la de Los ?ngeles en ese aspecto, de dif赤cil mutaci車n, con tonalidades fr赤as en cuanto a la adoraci車n a unos deportistas que antes, en Nueva York, eran tan solicitados como ellos, y ahora lo son infinitamente menos.
Mucho en ello tuvo que ver James Dolan, ese directivo amigo de los excesos que pas車 de gastar a malgastar, sobre todo en lo que se refiere a contratos demasiado altos para jugadores demasiado peque?os y movimientos arriesgados que han acabado hundiendo lo poco que ha parecido prometedor. Eso ocurri車 con el fichaje de Carmelo Anthony, una estrella muy deseada por el due?o, pero cuya llegada trunc車 la progresi車n que llevaba una plantilla liderada por el mejor Raymond Felton (que sali車 de la Gran Manzana en el traspaso) que ha visto la NBA, formando pareja con un Amar*e Stoudemire que qued車 desprovisto de bal車n con la llegada del alero, sin un distribuidor al que siempre ha necesitado para realizar un pick and roll que ha sido su santo y se?a y que se convirti車 en un arma irrisoria dentro de un esquema, el de Mike D*Antoni, en el que era la primera, segunda y tercera norma. Ni entrenador ni ala-p赤vot (en n迆meros de MVP hasta entonces) se consiguieron adaptar a un Carmelo que juega de una manera muy particular y que se convirti車 en el hijo pr車digo de una ciudad que a?ora como ninguna aquellos maravillosos a?os.
Antes de todo eso, y solo un poco despu谷s de que finalizara la II Guerra Mundial, los Knicks se presentaban ante el mundo. Lo hac赤an en la BAA (Basketball Association of America), de la que son miembros fundadores, siendo hoy uno de los dos equipos que se mantiene en su ciudad de origen (junto a Boston Celtics). Los Knicks disputaron varias Finales a inicios de los 50, con Joe Lapchick en los banquillos y Harry Gallatin de referencia en pista, pero no fue hasta los 迆ltimos a?os de la d谷cada de los 60 cuando empezar赤an a tener mimbres para asaltar el campeonato. Fue tras unos a?os dif赤ciles, con el peor r谷cord de la NBA de 1960 a 1966 y muchas dificultades que empezaron a solventarse con altas rondas del draft procedentes de esos paup谷rrimos balances. Willis Reed lleg車 en 1964 y fue Rookie del A?o, Bill Bradley y Dave Stallworth lo har赤an en 1965, y Walt Frazier completar赤a la joya de la corona en 1967, en el quinto puesto del draft. Solo unos meses antes, las 36 victorias de la 1966-67 les permitieron llegar a playoffs por primera vez desde 1959, sumando entre medias 181 victorias en 474 partidos, una crisis pantagru谷lica que finaliz車 con la llegada de Red Holzman, el arquitecto que permiti車 llevar a los Knicks a lo m芍s alto.
Los Knicks de Red Holzman: llegan los anillos
Para entender a esos Knicks hay que tener en cuenta el contexto en el que se desarrollaron. Holzman llegaba al final de una d谷cada en la que la evoluci車n amenazaba a una NBA siempre preparada para adaptarse a los nuevos tiempos, con una serie de hitos que inclu赤an las haza?as anotadoras de Elgin Baylor, el promedio de triple-doble en la 1961-62 de Oscar Robertson o los 100 puntos en un partido de Wilt Chamberlain. Los Knicks se convert赤an en competitivos en el ocaso de los Celtics de Bill Russell, que todav赤a tuvieron tiempo de ganar el anillo de 1968 y 1969, los dos primeros a?os de la llegada de Holzman. Tambi谷n en las 迆ltimas balas de los Lakers del ya mencionado Baylor, que compart赤a equipo con un tal Jerry West y las nueve Finales que disput車 a lo largo de su carrera, ganando una sola, precisamente a los Knicks. O los Sixers de Billy Cunningham, que se impondr赤an tambi谷n a la eternizada sombra de los Celtics con Wilt Chamberlain a la cabeza, en el que fue definido por el p赤vot como ※el mejor equipo de la historia§.
Sin embargo, eso no fue lo 迆nico a lo que se tuvieron que enfrentar los Knicks. Nueva York se volver赤a cosmopolita en los 70, con nuevos barrios 谷tnicos, pero esto fue fruto de los acontecimientos de la d谷cada anterior, que sacudieron los cimientos de la cultura norteamericana y tuvo su epicentro en la metr車poli neoyorquina. Pronto, la urbe constat車 ser una ciudad clave dentro del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, liderado por un Marthin Luther King, asesinado en 1968, apenas unos meses despu谷s de la llegada de Holzman a la NBA. El movimiento violento organizado por Malcolm X tambi谷n fue cuna de una serie de reivindicaciones sociales que afectaron sobremanera a la ciudad y que tuvieron su origen en el barrio de Harlem. Y todo, dentro de una d谷cada que tambi谷n vivi車, en la misma ciudad, los disturbios de Stonewall (1969), primera ocasi車n en la historia del pa赤s en el que la comunidad LGTB reivindic車 sus derechos; y a nivel nacional, el asesinato de Kennedy, que tuvo lugar en Dallas, Texas, siete a?os antes (en 1962).
Nueva York se encontraba pues en plena ebullici車n, con cambios constantes que permitieron que llegara a la ciudad un inopinado progresismo que vio con optimismo la combinaci車n que supon赤a la llegada de un entrenador blanco, nacido en Booklyn y con ra赤ces en la metr車poli con dos jugadores, Frazier y Reed, criados en Virginia y Louisiana respectivamente. La NBA ha querido estar (casi) siempre a la vanguardia de diversos cambios sociales, que supo aceptar muy bien superando barreras raciales desde los 50 antes de convertirse en lo que com迆nmente se llam車 luego, un deporte de negros, algo que se mantuvo hasta la llegada de Larry Bird. Sin embargo, la figura de poder que representaba el entrenador fue mayoritaria y tradicionalmente blanca, una costumbre que se mantiene hoy en d赤a. De hecho, todos los entrenadores de la Gran Manzana hab赤an sido blancos, y no fue hasta la llegada de Willis Reed, que cambi車 la pista por el banquillo, cuando cambi車 una regla no escrita pero que tard車 mucho en ser superada, algo que todav赤a no ha hecho del todo. Pero m芍s all芍 del color de la piel, era el car芍cter de los protagonistas lo que creaba recelos, con Frazier en particular habi谷ndose criado en un ambiente en el que la discriminaci車n racial le oblig車 incluso a trasladarse a Illinois durante su etapa universitaria.
Red Holzman era un amante de la simplicidad. Nunca defendi車 un sistema de juego concreto, ni fue el t赤pico que se quedaba despierto hasta horas intempestivas maquinando excepcionales jugadas. Quer赤a mover el bal車n en ataque y defender bien, siendo esto 迆ltimo una constante dentro de su estilo. Sus dos reglas principales eran ※mira a la pelota§ y ※pasa al que est芍 libre§. Aparte de eso, a Holzman le encantaba presionar en toda la pista y era muy amigo del juego abnegado, sin las grandes porciones de egocentrismo que predominan hoy en d赤a. ※En un buen equipo no hay superestrellas. Hay excelentes jugadores que demuestran que lo son por la capacidad de jugar en equipo. Poseen la facultad de ser superestrellas, pero, si se incorporan a un buen equipo, realizan sacrificios para contribuir a la victoria. La cifra de los salarios y de las estad赤sticas no tiene importancia. Lo que cuenta es c車mo juegan juntos§. Esa era, exactamente, su filosof赤a.
Tras un primer a?o complicado en el que no se termin車 de ganar la confianza de su entrenador, Frazier se fue a 17,5 puntos y 7,9 asistencias como sophomore, a?adiendo Reed 21,1 tantos y 14,5 rebotes. Ese a?o cayeron contra los Celtics en las finales de Divisi車n (que no de Conferencia, como se pas車 a llamar poco despu谷s), antes de conquistar el anillo en 1970, en una de las exhibiciones m芍s impresionantes que jam芍s ha vivido la ciudad de Nueva York. Frazier cuaj車 una regular season de 21 puntos y 8 asistencias, con Reed en n迆meros parecidos al a?o anterior (21,7+13,9). Sin embargo, no fue hasta las Finales donde la ciudad de Nueva York experiment車 su momento culmen. Curiosamente, el Madison Square Garden, erigido en 1968, cogi車 lo mejor de sus rivales en esas Finales, los Lakers, ese gui車n hollywoodense que dejaba de lado la fina iron赤a de un cineasta neoyorquino en ascenso como era Woody Allen y convert赤a el s谷ptimo partido en un cuento 谷pico que nadie ha olvidado.
Reed se lesion車 en el quinto partido, cuando promediaba 32 puntos y 15 rebotes, un hecho que lo cambi車 todo. Intent車 disputar el sexto, pero solo pudo hacerlo 8 minutos antes de ceder al dolor y retirarse. Nadie pensaba que fuera a jugar el s谷ptimo partido, pero antes de que sonara el pitido inicial, el speaker Marv Albert exclamaba: ※?Aqu赤 viene Willis! ?El p迆blico est芍 euf車rico! Willis pasa por delante de la mesa de anotadores, toma una pelota. Los Lakers han dejado de lanzar, ?ahora est芍n observando a Willis!§. Reed jug車 27 minutos y dej車 a Chamberlain en 2 de 9 en tiros antes de irse al banquillo, con el Madison rendido a sus pies. Curiosamente, fue tras la marcha de Walt Bellamy y sus peleas por el liderato cuando finalmente se erigi車 como el l赤der espiritual del equipo. La carga emocional dio la victoria a los Knicks, que se coronaron por primera vez en su historia con 36 puntos y 19 asistencias de Frazier, 21 puntos de Dick Barnnet y 17 rebotes de Dave DeBusschere, que hab赤a llegado en el traspaso por Bellamy. Todo funcion車.
Todo tiempo pasado fue mejor
Desde luego, Nueva York no ha vuelto a ver nada parecido, al menos baloncest赤sticamente hablando. Reed fue elegido MVP de esas Finales, dentro de una narraci車n 谷pica, casi po谷tica. En 1971 disput車 su 迆ltimo All Star, pero se mantuvo en el equipo hasta 1974, cuando se retir車. En esos a?os cedi車 el protagonismo a Frazier, que asumi車 su papel con mucha personalidad y hoy todav赤a sigue siendo el mejor base de la historia de la franquicia. Los Knicks volver赤an a jugar las Finales en 1972, con venganza de unos Lakers que cuajaron una de las mejores temporadas de su larga historia (69-13 y anillo). Chamberlain se fue a 24 puntos y 29 rebotes en el quinto y definitivo encuentro ante los neoyorquinos, desmadejados por las lesiones, con Reed renqueante y DeBusschere tocado la mayor parte de la eliminatoria. Jerry West ganaba, por fin y tras 12 a?os en la 谷lite, su primer anillo de campe車n. Uno sin el que, por cierto, se qued車 Baylor, retirado a mitad de campa?a por una lesi車n. Los Lakers le dieron la r谷plica, pero la NBA nunca reconoci車 como campe車n al alero, prol赤fico anotador.
En 1973, los Knicks conseguir赤an el segundo y 迆ltimo anillo de su historia. Frazier les lider車 a las Finales con 25 puntos en el s谷ptimo partido de las finales del Este, en la que eliminaron a los Celtics del 68-14 en una serie hist車rica. Curiosamente, fue Mr.Cool (as赤 le llamaban) el que encajar赤a mejor con la ciudad, con sus extravagantes trajes y su inter谷s por la moda. El playmaker se supo mover perfectamente en un contexto y una nueva d谷cada, la de los 70, donde el Power Black y la est谷tica Black Noir estaban en auge. De nuevo, Nueva York estaba a la vanguardia, con Frazier representando perfectamente todo aquel microcosmos de amante de la m迆sica, las salidas nocturnas (muy jugosas para la prensa), los costosos abrigos de vis車n, los coches llamativos, la ropa m芍s estrafalaria y el 谷xito afroamericano, siendo patrocinado adem芍s por la marca alemana Puma y llevando sus zapatillas.
Sin embargo, fue de nuevo Willis el que se llev車 el MVP en las Finales, marcadas por la veteran赤a de sus participantes, con todo el quinteto de los Knicks (con Jerry Lucas, otro gran nombre llegado un a?o antes) por encima de la treintena y unos rivales, de nuevo los Lakers, que arrastraban los 36 a?os de Chamberlain y casi los 35 de West. Reed solo necesit車 16 puntos y 9 rebotes para llevarse el trofeo, que bien podr赤a haber sido para Frazier (16,6+6,8+5,2). La victoria esta vez fue en el Forum angelino, pero constat車 el fin de una era y el inicio de unos a?os en los que las audiencias televisivas se tambaleaban con campeones menos carism芍ticos (Warriors, Blazers, Bullets, Sonics...) que daban relevo a lo viejo y serv赤an como preludio a la llegada de Magic y Bird. Y David Stern, claro. Y todo lo que ello supuso, aunque esa es otra historia que ser芍 contada en otra ocasi車n.
En el coraz車n del Madison, el centro del mundo en aquellos a?os, solo hubo lugar para la nostalgia. Las finales del Este de 1974 supusieron el adi車s de Willis, y Holzman sigui車 ligado a una franquicia, en la que la magia se hab赤a acabado. En esos dos anillos estuvo, por cierto, Phil Jackson, lesionado en el primero pero no en el segundo, y consiguiendo los dos primeros campeonatos de su cuenta particular, que sigue liderando por encima de todo y de todos. El Maestro Zen siempre ha tenido a Holzman como a una de sus referencias, fij芍ndose en la independencia que les daba a los jugadores en ciertos aspectos del juego, en su trato con la prensa, y su capacidad para imponer disciplina, con cosas tan b芍sicas como llegar puntual a los entrenamientos, algo no tan com迆n por aquel entonces. Jackson traslad車 mucho de lo aprendido a su etapa como entrenador, pero ni siquiera su eterna (y eternizada) figura, fueron capaces de enderezar el rumbo de una entidad que camina sin saber ad車nde va, con un tupido velo que provoca andares a ciegas que estuvo muy lejos de resolver el t赤o Phil, cuyo legado se basa exclusivamente en su etapa como entrenador. Y como fil車sofo, tal vez. Pero nada m芍s; y, desde luego, no como directivo.
Esos fueron los Knicks campeones. Tuvieron ramalazos con Bernard King en los 80 y so?aron con Pat Ewing en pista y Pat Riley en el banquillo, rozando las Finales de 1994 en una d谷cada en la que revitalizaron su conexi車n con el p迆blico, una que es inexistente hoy en d赤a. De esos Knicks ya no queda nada: ni Holzman, fallecido en 1998, ni Frazier o Reed, cuyo recuerdo se reduce a dos camisetas retiradas en lo m芍s alto del Madison, una construcci車n extraordinaria que no sirve m芍s que para eso, para ser extraordinaria. Es la cuarta edificaci車n con ese nombre en la ciudad, pero nunca ha sido tan inservible baloncest赤sticamente hablando, m芍s all芍 de representar algo hermoso a la vista. De hecho, en el Madison hoy, puedes ver de todo menos baloncesto. Bueno, ni a Woody Allen, vetado de la zona VIP por sus esc芍ndalos sexuales all芍 por 2013.
En definitiva, nunca una frase ha sido tan aplicable ni a tenido tanto sentido como esa que hemos mencionado, si lo recuerdan, al inicio de este texto. Y atr芍s queda, por fin, la mala gesti車n de un James Dolan cuyo paso a un lado en la franquicia permiti車 a Leon Rose hacerse con los mandos y que la cosa mejorara hasta tener una nueva oportunidad actualmente, ante los Pacers, en las finales de Conferencia. Porque era ya hora de recordar que, aunque hace mucho, los Knicks fueron el coraz車n de una ciudad que lideraba los cambios de un pa赤s, con tintes revolucionarios, a la vanguardia de la cultura, la moda y el progresismo social, con el Madison Square Garden como bandera y el anillo de campe車n luciendo en uno, y hasta en dos dedos. Del resto, poco podemos decir m芍s all芍 de eso que todo el mundo sabe. Que todo tiempo pasado fue mejor. Y en los Knicks, m芍s que en ning迆n otro sitio.
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