Las horas perdidas de Marcus Smart
El base, un h¨¦roe intraspasable en los Celtics, sali¨® por la puerta de atr¨¢s del equipo verde y vio en la distancia la consecuci¨®n del ansiado anillo, esquivo con ¨¦l. Tras muchas lesiones en los Grizzlies, se encuentra perdido en Washington y con una NBA que le ha dado la espalda.


El pasado 6 de febrero, Marcus Smart fue incluido en un traspaso a tres bandas. El base puso rumbo a los Wizards en un intercambio que trajo tambi¨¦n a Colby Jones y Alex Len (ahora en los Lakers tras ser cotado) procedentes de los Kings, a donde fue enviado Jake LaRavia, y¨¦ndose Marvin Bagley III a los Grizzlies. Y, durante un fugaz instante, la gente se volvi¨® a acordar de un jugador que provoca la m¨¢s grande de las indiferencias despu¨¦s de no pasar desapercibido en ning¨²n contexto hace no demasiado tiempo. Tampoco se le pudo dedicar m¨¢s pensamientos: la NBA estaba en plena ebullici¨®n tras el traspaso de Luka Doncic a Los ?ngeles s¨®lo unos d¨ªas antes, y todo lo que ocurri¨® despu¨¦s (De¡¯Aaron Fox lleg¨® a los Spurs, Jimmy Butler a los Warriors) tuvo m¨¢s importancia que la intrascendente llegada de Smart a un nuevo destino en el que iba a estar todav¨ªa m¨¢s perdido que en el anterior. Una pena para un jugador que lo fue todo para la franquicia m¨¢s ganadora de la historia, y del que ahora nadie se acuerda a pesar de poseer una personalidad arrolladora, aunque diluida por la sucesi¨®n de acontecimientos.
Smart, que cumpli¨® 31 a?os el pasado 6 de marzo, fue seleccionado en el sexto puesto de la primera ronda del draft de 2014 por Boston Celtics. Era, claro, una de las primeras piedras angulares de un plan a largo plazo ideado por Danny Ainge y que tuvo a Brad Stevens a su general en pista. Una pretendida nueva era en el Garden, que se rindi¨® a la evidencia y emiti¨® un doloroso adi¨®s para mandar a Kevin Garnett y Paul Pierce a los Nets del denostado Mikhail Prokhorov, que hizo un movimiento incomprensible y regal¨® muchas rondas del draft a los Celtics, que iniciaban entonces una reconstrucci¨®n eternamente postergada. Ah¨ª empez¨® todo: un intento de recuperar la gloria perdida, de volver a los ¨¦xitos de anta?o, de alcanzar lo m¨¢s alto y volver a distanciar a los Lakers, ese eterno rival que estaba entonces a un t¨ªtulo (17 a 16) en la batalla hist¨®rica por el trono de la NBA, y que en 2020 igual¨® una contienda que hoy los Celtics vuelven a comandar en solitario. La joya de la corona de un proyecto que tard¨® mucho en ganar, pero que lo hizo... sin, claro, Marcus Smart.
Muchas cosas pasaron hasta entonces: v¨ªa draft llegaron Jayson Tatum y Jaylen Brown, los ¨²nicos que se sostienen ahora mismo de los que aterrizaron con la loter¨ªa, aunque Al Horford es parte indispensable del proyecto y a sus 38 a?os goza de una en¨¦sima vuelta a la juventud. Antes del anillo del a?o pasado, Smart estuvo 10 temporadas ligados a la franquicia: en las nueve ¨²ltimas pis¨® siempre los playoffs. Tambi¨¦n disput¨® cinco veces las finales de Conferencia. Y lleg¨® a las Finales, con un 2-1 arriba que, en 2022, los Warriors transformaron en 4-2, haci¨¦ndose con el control perenne de la competici¨®n norteamericana y poniendo la guinda al pastel que fue la ¨²ltima gran dinast¨ªa de la NBA. Smart, mientras tanto, sobrevivi¨® a todo: al ef¨ªmero paso de Isaiah Thomas, a la tumultuosa presencia de Kyrie Irving, a Kemba Walker, a los a?os de Brad Stevens, el esc¨¢ndalo de Ime Udoka y la contrataci¨®n de Joe Mazzulla, para el que jug¨® una temporada, la ¨²ltima para ¨¦l. Esa en la que remontaron un 3-0 a los Heat para perder en el s¨¦ptimo y definitivo asalto en el Garden. Una derrota muy dolorosa, la en¨¦sima, que obligaba a tomar decisiones dr¨¢sticas. Incluida la de traspasar al intraspasable base.
Probablemente, los motivos culturales impidieron que Smart saliera antes de la entidad. Todo coraz¨®n, su inestabilidad en el lanzamiento, ¨ªnfulas de grandeza y deseos de protagonismo, especialmente en la distribuci¨®n, su actitud y pundonor hizo que los aficionados del Garden se llevaran las manos a la cabeza cada vez que alguien hablaba de un hipot¨¦tico adi¨®s del base. Pero Stevens, en su infinita sapiencia, cambi¨® el banquillo por los despachos y se atrevi¨® a hacer lo que el inmovilismo de Ainge jam¨¢s permiti¨®: dejar salir a un referente cultural como Smart y entregar los mandos de la distribuci¨®n a los Jays y la colectividad eterna. Todos los bases que han pasado por el proyecto fracasaron hasta la llegada de Jrue Holiday, que no ejerce como tal en la ofensiva. Y el juego colaborativo de los Celtics, con cinco jugadores abiertos y una cantidad ingente de triples intentados y convertidos. fueron m¨¢s que lo que hab¨ªa con un Smart que no permit¨ªa ese desarrollo. Stevens sacrific¨® el enamoramiento y el efectismo por el pragmatismo y la efectividad. Y los aficionados de los Celtics dijeron adi¨®s con el coraz¨®n en un pu?o a un jugador que lo fue todo en una entidad en la que vale mucho ser todo. Y que, despu¨¦s de eso, se ha visto inmerso en una espiral de mala suerte que le ha llevado a sufrir la otra cara de la moneda: la del olvido.
Grizzlies, lesiones y Wizards: la nada
El fichaje de Smart por los Grizzlies era, en teor¨ªa, beneficioso para ambos equipos. Los Celtics consegu¨ªan espacio salarial para hacerse con Jrue, al que los Bucks denostaron a los Blazers sin que nada de lo que ocurri¨® entonces haya salid bien. Y la franquicia de Memphis juntaba a un base con experiencia en playoffs con un grupo de j¨®venes rebeldes e imberbes que ven¨ªan de ser segundos de la Conferencia Oeste el a?o anterior. Una derrota como la sufrida por los Lakers en primera ronda de 2023 era precisamente lo que se quer¨ªa evitar en Tennessee, que quer¨ªa fortalecer el equipo an¨ªmicamente. Y la noticia de una llegada de un jugador de renombre supon¨ªa tambi¨¦n una novedad dentro de un mercado tradicionalmente peque?o. Pero los esc¨¢ndalos protagonizados por Ja Morant fueron demasiado y su retorno con lesi¨®n impidieron que los Grizzlies hicieran otra cosa que el rid¨ªculo. Sin casi jugadores disponibles, se hundieron en una espiral eterna de derrotas totalmente justificada por lo llena que estaba su enfermer¨ªa. Y todo ven¨ªa abocado en la presente temporada, que ser¨ªa tambi¨¦n el examen final: consolidaci¨®n o fracaso.
Smart, entre tanto, iba qued¨¢ndose en las migajas de lo que hab¨ªa sido. Parec¨ªa mentira, pero un jugador que hab¨ªa destacado en Oklahoma State durante su etapa universitaria y que logr¨® el premio a Mejor Defensor en 2022, siendo el primer guard desde Gary Payton (en 1996, se dice pronto) en conseguir un premio que siempre va para hombres altos, estaba totalmente desdibujado. Apenas disput¨® 20 partidos y, a pesar de irse a los m¨¢ximos en puntos (14,5) y robos (2,1), las lesiones le impidieron tener continuidad y optar a los premios individuales. Y no dej¨® de ser un jugador incre¨ªblemente irregular en el tiro (un 43% en tiros de campo y un 31% en triples la pasada campa?a) que lo intent¨® todo para liderar a una plantilla herida, pero que no encontraba su sitio en una NBA que no espera a nadie. Algo que ¨¦l sabe muy bien, pero que no deja de ser doloroso si hablamos de un jugador que copaba portadas hasta hace nada, coleccionaba aplausos y recib¨ªa una lealtad enorme de sus compa?eros y su afici¨®n para ser ahora un mero recuerdo de una ¨¦poca que, para los Celtics, fue de intentos fallidos.
Para rizar m¨¢s el rizo de la mala suerte, el base vio desde la televisi¨®n como su exequipo se hac¨ªa con el anillo arrasando, sin sustos esta vez, venciendo y convenciendo, m¨¢s por dominio que por un estilo que no termina de gustar a nadie, pero para el que tienen la plantilla ideal. Y si bien felicit¨® a sus compa?eros, pr¨¢cticamente nadie se acord¨® ya de ¨¦l. El ¨¦xito es ef¨ªmero y el presente dura lo que tarda en llegar el futuro para convertirse en un a?orado pasado que es de recuerdo selectivo en la cabeza de la gente. Smart, que fue titular en los 20 partidos que disput¨® la temporada pasada, ha sumado seis partidos de inicio en la presente con los Grizzlies y ha continuado con los problemas f¨ªsicos para saltar a pista en apenas 19 ocasiones. Y pronto se vio que su estancia iba a ser corta en un proyecto que, todo hay que decirlo, est¨¢ en plena descomposici¨®n: tras la salida del base, se ha despedido a Taylor Jenkins sin mucha explicaci¨®n y Desmond Bane y Santi Aldama han protagonizado una pelea p¨²blica que fue muy sonada. De ese lugar se ha ido un jugador que cobrar¨¢ m¨¢s de 20 millones este curso y casi 22 la temporada que viene. Espacio salarial que no deja de ser anecd¨®tico. Porque, en realidad, Smart ha sido traspasado porque ya no da el nivel.
Sean los problemas f¨ªsicos o el baj¨®n an¨ªmico que supuso un adi¨®s que el jugador nunca dese¨®, la realidad es que el base ha recalado en el peor destino posible: los Wizards. Uno de los dos peores equipos de la NBA junto a los Jazz, que se va a ir (seguro) por encima de las 60 derrotas y que no tiene ning¨²n plan de futuro m¨¢s all¨¢ que cambiar de ciudad como franquicia y acumular contratos t¨®xicos para nada. Ah¨ª est¨¢ Smart, olvidado por todo y por todos, inmerso en una espiral de desgracias y sin visas para cambiar su destino o ning¨²n tipo de valor en el mercado. El playmaker ha disputado 14 partidos en su nuevo destino, promedia 9,1 puntos con un 43% en tiros de campo y no ha sido titular en ning¨²n momento. Una nueva aventura que parece, en realidad, el final del camino. Uno mucho m¨¢s corto de lo que se esperaba en un inicio para un jugador que lo fue todo en un equipo en el que es muy dif¨ªcil trascender y convertirse en algo m¨¢s. Un m¨¦rito inequ¨ªvoco en una carrera marcada por la ilusi¨®n primero, y la desgracia despu¨¦s. Y una nada injusta para uno de los mejores defensores de su generaci¨®n y un coraz¨®n que no cabe en el pecho. Cosas de una NBA que, otra vez, no espera a nadie. Ni a buenos ni malos. Ni a estrellas ni a estrellados. Bien que lo sabe Marcus Smart, al que le ha tocado vivir la otra cara del deporte. La de las desgracias y las lesiones. La de las horas perdidas. La del olvido. Y la del adi¨®s.
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