Pillan a la supuesta hija secreta de Putin trabajando en un proyecto antib¨¦lico en Par¨ªs
Luiza Rozova, vinculada al l¨ªder ruso, trabaja en espacios que exponen un arte cr¨ªtico con la guerra en Ucrania.
La capital francesa, refugio cultural de disidentes y artistas perseguidos, alberga una un tanto inc¨®moda para Vladimir Putin. Luiza Rozova, una joven de 22 a?os se?alada por investigaciones independientes como presunta hija del mandatario, ha sido identificada trabajando en una galer¨ªa de arte antib¨¦lico que expone obras de creadores rusos y ucranianos que huyeron del Kremlin.
El dato fue revelado el 4 de junio por la escritora y artista rusa Nastya Rodionova, residente en Par¨ªs desde 2022, a trav¨¦s de una publicaci¨®n en redes sociales que r¨¢pidamente se viraliz¨®. En ella advirti¨® que la presencia de Rozova ¡ªdescrita como ¡°educada y agradable¡±¡ª ha generado malestar entre algunos trabajadores y expositores, que ven en ella un s¨ªmbolo contradictorio con el mensaje de las galer¨ªas.
¡°Muchos de los artistas han compartido datos personales con la galer¨ªa confiando en su neutralidad. Al enterarse de qui¨¦n trabaja all¨ª, se sintieron traicionados¡±, declar¨® Rodionova al Kyiv Independent. Las obras exhibidas reflejan los traumas del conflicto, el exilio y la represi¨®n; por eso, para algunos, resulta chocante que una figura vinculada al c¨ªrculo ¨ªntimo del poder ruso forme parte del equipo.
Pero, ?es realmente la hija de Vladimir Putin?
Rozova es hija de Svetlana Krivonogikh, empresaria rusa sancionada por el Reino Unido en 2023 por su participaci¨®n en el Banco Rossiya, vinculado a la financiaci¨®n de la anexi¨®n de Crimea. Aunque Rozova nunca ha confirmado ni negado p¨²blicamente que Putin sea su padre, su parecido f¨ªsico con el mandatario ha sido objeto de debate desde que el medio ruso Proekt publicara una investigaci¨®n en 2020 que destap¨® la fortuna de su madre y los presuntos lazos con el Kremlin.
En una entrevista a GQ Rusia en 2021, la joven reconoci¨® las comparaciones: ¡°Probablemente s¨ª me parezco a ¨¦l. Pero mucha gente se parece a Vladimir Vladimirovich¡±. Con esto, el mundo del arte parisino se enfrenta a un dilema parad¨®jico. ?Puede una persona con v¨ªnculos familiares no comprobados ser excluida por la historia de su sangre? ?O deber¨ªa el compromiso individual prevalecer sobre el linaje?
Este ejercicio de conciliaci¨®n entre memoria, denuncia y humanidad, de momento, se tiene que dar dentro de los muros de una galer¨ªa.
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