Esta es la carrera que nadie quiere estudiar pero que tiene una alta probabilidad de encontrar empleo despu¨¦s de hacerla
Ingenier¨ªa de Agr¨®nomos presenta un ¨ªndice de empleabilidad cercano al 100% debido al decreciente n¨²mero de personas dispuestas a elegir la profesi¨®n.

Much¨ªsimas horas con la espalda encorvada bajo el flexo, con los apuntes frente al hocico y los ojos luchando por no cerrarse. Es una estampa m¨¢s que familiar para los miles de estudiantes de segundo de bachillerato que se est¨¢n enfrentando en estas determinantes jornadas a la prueba de selectividad. La culminaci¨®n de una fase larga e importante de la vida, la del instituto. Una bifurcaci¨®n que para muchos significar¨¢ el comienzo de la adultez o, al menos, el preludio.
Los nervios se hacen casi insoportables para muchos. Especialmente para aquellos que se sienten inevitablemente abrumados ante la perspectiva de jugarse su futuro en apenas un pu?ado de ex¨¢menes. Claro que tambi¨¦n los hay que parecen de piedra. Por cada alumno desesperado que aprovecha los diez minutos previos al inicio del control para hacer el nonag¨¦simo repaso de la materia, hay otro sentado c¨®modamente en las escaleras comi¨¦ndose un bocata de chorizo -todo Popeye necesita sus espinacas, tampoco va a ponerse uno a hacer derivadas y ecuaciones con el est¨®mago vac¨ªo-.
La presi¨®n que sienten estos chicos y chicas sobre sus hombros se debe a que la selectividad no basta con aprobarla. Si se quiere entrar en una carrera concreta, hay que superarlo todo con holgura. Las temidas notas de corte, que fluct¨²an como los ¨ªndices de Wall Street seg¨²n los principios elementales de la oferta y la demanda. Pocas plazas para unos estudios muy codiciados son sin¨®nimo de una calificaci¨®n m¨ªnima prohibitiva. Por eso, los j¨®venes echan el resto para destacar y conseguir abrirse paso.
Poca oferta
Pero no todas las carreras tienen cola. Las hay que adolecen justamente de lo contrario. Que no encuentran nuevas hornadas de pupilos que mantengan viva la antorcha de los conocimientos ofrecidos. Y no son necesariamente opciones exc¨¦ntricas o con frugales perspectivas de proliferaci¨®n en el mundo laboral. De hecho, hay un ejemplo concreto de todo lo contrario. Un verdadero paradigma. Unos estudios que pr¨¢cticamente son garant¨ªa de empleo y que, a¨²n as¨ª, casi nadie escoge.
Se trata de la Ingenier¨ªa de Agr¨®nomos. Igual el principal problema que hace que este camino no termine de resultar atractivo para los j¨®venes es que el nombre del grado parece sugerir que se va a pasar uno el d¨ªa entre lechugas y boniatos o con los pantalones manchados de tierra. Pero lo cierto es que en esta disciplina se exploran cuestiones mucho m¨¢s profundas de lo que pueda parecer. Y, adem¨¢s, como hay muy poca oferta de empleados, las empresas se lanzan ¨¢vidamente a por los nuevos graduados para completar sus plantillas.
En cuanto al sueldo, los ingenieros agr¨®nomos perciben un salario que oscila, seg¨²n Glassdoor, entre los 24.000 y los 45.000 euros anuales, con la posibilidad de alcanzar en torno a los 77.000 euros en puestos de responsabilidad.
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